• La Verdad del Sureste |
  • Martes 23 de Abril de 2024

170 ANIVERSARIO DEL TRIUNFO DE LAS FUERZAS TABASQUEÑAS SOBRE EL EJÉRCITO YANQUI.


Joel Alberto García González


Para abundar sobre la concepción que el Coronel Traconis tenía del invasor norteamericano, me permito transcribir los oficios que le dirigió al Comodoro Perry y al intermediario inglés Chabot, cuando parlamentaron antes de la retirada gringa, después del bombardeo indiscriminado que infligieron a la ciudad y a sus pobladores:
    División de Operaciones.- General en Jefe.- Los fuegos que la escuadrilla del mando de Vuestra Señoría hace sobre la población, están produciendo el efecto de destruir sus mejores edificios y causar desgracias de mucho tamaño en multitud de vecinos inermes, que no han tenido tiempo de ponerse fuera de sus tiros. 
    Una guerra tan vandálica como atroz y tan contraria al derecho de gentes, estoy decidido a repelerla por todos los medios que están a mi arbitrio, y por lo mismo voy a apresar como prisioneros de guerra a todos los ciudadanos de los Estados Unidos que residen en este país, y a reparar con sus intereses los daños y perjuicios que él haya sufrido, mientras me apodero del puerto y pueblo de la Frontera con las fuerzas que me vienen de Yucatán antes de dos días, y con los cuales obligaré a Vuestra Señoría a bajar a tierra para medir las suyas con las mías, y evitar así la ruina de dicha población que debe tratarse con las consideraciones posibles.”
    El parlamento que me pide Vuestra Señoría se observará religiosamente por mi parte, pues deseo hacer la guerra con las reglas establecidas entre naciones civilizadas; más si abusando de él lo quebrantase Vuestra Señoría, haciendo cualquier movimiento con sus buques, lo hostilizaré con las tropas que me obedecen y que están a la mira de las operaciones de Vuestra Señoría.
    Dios y Libertad. Cuartel General de San Juan Bautista, a las doce del día. Octubre 26 de 1846.- Juan Bautista Traconis.- Señor Comodoro de la escuadrilla de los Estados Unidos, surta en este río.
    División de Operaciones.- General en Jefe.- Supuesto que por conducto de usted me indica el jefe de la escuadrilla americana que suspenda mis fuegos, me veo en el caso de manifestarle por el propio conducto que no sólo no obsequiaré su súplica, sino que, por el contrario, lo hostilizaré de tal suerte, que obligaré a todos los buques a abandonar las posiciones que tienen en el río, so pena de perecer cuantos permanezcan sobre cubierta con los fuegos de mi fusilería o de mi artillería, pues hoy mismo espero piezas de grueso calibre.”
    El motivo que me impulsa a tomar una providencia tan hostil, es la guerra salvaje y vandálica que los buques referidos están haciendo a los edificios de la población, guerra tanto más contraria al derecho de gentes, cuanto que no han respetado ni las casas de los Cónsules de las naciones neutrales, en donde se han refugiado multitud de mujeres y niños que han sufrido lamentables desgracias, y por las cuales hago responsable al Comodoro de dicha escuadrilla y al Gobierno de los Estados Unidos que hace la guerra a la República Mexicana, sin guardar los derechos que se respetan, aún en las naciones menos civilizadas. [...]”
    Dios y Libertad. Cuartel General de San Juan Bautista, a las doce del día. Octubre 26 de 1846.- Juan Bautista Traconis.- Señor Don Jaime Chabot.”
    La virilidad de Traconis quedó manifiesta cuando en el primer día de hostilidades, al iniciar el bombardeo “...como al cuarto o quinto disparo, una bala de los cañones de a bordo rompiese por mitad el asta-bandera, ésta cayó, lo cual de pronto no fue notado por el Comandante General, porque estaba a caballo dando la espalda al cuartel en donde se hallaba colocada dicha asta. La casa que servía de cuartel al Batallón Guarda-Costa de Acayucan, era la antigua de Don Francisco Sentmanat, en la loma de Esquipulas [27 de Febrero y Pedro Cornelio Colorado]. Llamó la atención del Sr. Coronel Traconis que se hubiesen suspendido de pronto, sin motivo alguno que él conociese, los fuegos de la escuadrilla; pero se le manifestó que sin duda por la caída de la bandera (cuyo incidente, repetimos, no conocía), habían cesado los fuegos. En efecto, a pocos momentos se presentó un comisionado del Comodoro Perry, preguntando “”qué quería decir aquella arriada de bandera; si se había rendido la plaza o qué otro motivo reconocía””. El ínclito Coronel Traconis, con la energía propia de su carácter, con el valor que tanto le distinguió durante su vida, desde la acción de Calkiní, dada en 1834 a favor de las instituciones liberales, en que empezó su carrera, hasta su sensible fallecimiento, contestó al Comisionado:””Diga usted al Sr. Comodoro Perry, que la plaza no se rinde ni se rendirá jamás; que por un azar de la guerra la bandera se ha venido abajo; que no tengo otra asta para tremolarla de nuevo, pero que la voy a fijar en la torre de la Iglesia, que por fortuna tengo tan cerca; que se lo aviso para que si quiere dirigir sus fuegos sobre dicha torre, lo haga, con la seguridad de que, o soy muerto en aquel sitio o pongo la bandera de mi patria en la cruz de hierro que está en el remate de la torre.”” En efecto, el bravo sin par Coronel Traconis, en unión del Sr. Manuel Plasencia, Celador de la Aduana Marítima de Tabasco, acometieron la arriesgada empresa, y la llevaron a cabo, de que nuestro hermoso pabellón tricolor fuese fijado en el punto que se señaló, en donde estuvo flameando hasta dos días después de la derrota de la escuadrilla, que bajo la rechifla de nuestras denodadas tropas, emprendió viaje río abajo hasta llegar a la Frontera, es decir, veinticuatro leguas de San Juan Bautista.”
    “Los Sres. Cónsules de naciones amigas, residentes en aquella ciudad, se reunieron el día 26 de octubre, como a las siete de la mañana, y en cuerpo, se dirigieron a la Casa de Gobierno, [...] con el objeto de que el valiente Coronel Traconis hiciese cesar el cuadro lastimoso que presentaba la población, con tantos edificios demolidos por las nutridas descargas de la artillería enemiga.”
    “El Coronel Traconis contestó cortés pero enérgicamente, que “”por su parte, ningún inconveniente había, y que el fin podría conseguirse con que la escuadrilla se retirase””. Los Cónsules se convencieron de que tan bravo jefe no cedería un ápice de lo que había ofrecido; esto es, defender la ciudad atacada hasta que sucumbiese la guarnición, pues con orgullo le oímos decir muchas veces que él nunca había suscrito ninguna capitulación.”
    “Continuó el fuego sin cesar ese mismo día hasta las dos de la tarde, en que, después de jugar todas las baterías de una manera atronadora y poco conocida, convencido el Comodoro Perry de su impotencia para tomar el punto, volvió a la Frontera a donde había llegado el 23 de aquél mes, y en cuyo punto permaneció algunos meses. [...]” (crónica relatada por el Veterano Ramón Arzamendi, Capitán de Infantería, publicada en un periódico de Mérida en 1888, reproducida en la segunda edición de Historia de Tabasco de Manuel Gil y Sáenz).
    Don Manuel MESTRE GHIGLIAZZA –quien compiló todos los documentos aquí reproducidos en su obra Documentos y Datos para la HISTORIA DE TABASCO, Invasión norteamericana en Tabasco (1846-1847), 2ª edición, Consejo Editorial del Gobierno del Estado de Tabasco, 1981, pp. 23 y ss., (primera reimpresión, Tomo V, 1984, UJAT)- anota una anécdota narrada por Arzamendi: “Cuando los parlamentarios norteamericanos fueron a intimar rendición a Traconis, éste que, por lo visto no desdeñaba gastar frases o palabras como la que ha inmortalizado, en el género, el nombre de Cambronne, les dijo: “”Díganle al Comodoro Perry que mis coj... no caben en el Capitolio de Washington””.
    El Comodoro Matthew Calbraith Perry, de la armada naval norteamericana, es el mismo que comandó el bombardeo a Tokio, para obligar a Japón a abrir su comercio a Occidente, a mediados del decimonónico.