• La Verdad del Sureste |
  • Viernes 19 de Abril de 2024

BROCHE DE ORO


Omar Carreón Abud


Así, con broche de oro, se cerró en el Estadio Azteca, con una imponente Asamblea Popular, la conmemoración por los 40 años de lucha de la Organización de los Pobres de México. El emblemático estadio se abarrotó y todavía hubo miles de gentes que presenciaron el evento final mediante unas pantallas instaladas bajo unas carpas tendidas en la zona del estacionamiento. Ahora no empezamos a las 7 de la mañana como en San Luis Potosí o en Pachuca o en Puebla en donde, a esas horas de la mañana, ya habían llegado todos los antorchistas convocados y el acto iniciaba con toda la fuerza de la multitud, no, ahora, para defendernos un poco del sol esplendoroso que estaba anunciado para el pasado domingo 16 de noviembre, empezamos a las 4 de la tarde cuando en el estadio ya no cabía nada ni nadie porque la cancha también estaba alfombrada con gente pobre.
    El Movimiento Antorchista Nacional no fue concebido, no existe ni existirá jamás, para beneficio de sus líderes. Lucha siempre y en todas partes -como le consta ya a México entero- por obras y servicios para la gente que más los necesita y, mediante la gestión oficinesca y, no pocas veces, obligado por la cerrazón de gobernantes, usando la presión callejera absolutamente legal y pacífica, ha conquistado cientos de miles de mejoras de todo tipo que han transformado colonias, pueblos y regiones enteras para beneficio de sus habitantes más necesitados. El fantástico fenómeno social, único en el México moderno, mediante el cual se reúnen pacíficamente multitudes enormes a celebrar la resistencia, la persistencia de 40 años de su organización, a fortalecer su envidiable unidad férrea, a proponerse -muy realistamente- conquistar más adeptos para influir de manera más decisiva en la transformación nacional, todo ello, con un proyecto bien pensado, estructurado y fundamentado, se explica por sus conquistas, algunas de ellas, clamorosas, para resolver graves problemas sociales.
    “Acarreados”, les llamó a mis compañeros una periodista, cuyo nombre y medio no divulgo porque me acordé de Eróstrato. La mujer no sólo no ocultó el disgusto de sus patrones que se aterran cuando miran que se reúne y cobra vida propia la gente que los encumbra y hace ricos y poderosos, también exhibió, cómo, en el mundo del capital, la suavización de las palabras es simple demagogia, que los epítetos alternativos, son vil maquillaje, que las putas, las hijitas queridas de los más pobres, “serafines para el burdel”, arrojadas a ganarse el pan de forma terrible, son sólo “sexoservidoras”, que los inválidos por hambre en la infancia o falta de médico y medicinas, sólo son personas “con capacidades diferentes” y, que los desempleados, los hombres que se pudren en el ocio, “querubes para el presidio”, son personas dedicadas al “comercio informal” y, así hasta armar una hipócrita lista de sábanas compasivas colocadas sobre el cadáver tendido en la calle para proteger a las buenas conciencias y disminuir la rabia social, pero que los pobres, cuando se reúnen y muestran su conciencia, su fuerza y su poder, son simples “acarreados”.
    Más allá de la injuria reaccionaria de clase, aseguro que en las altas esferas del poder y en los círculos académicos serios en verdad, apartados, hasta donde es posible, de los intereses sectarios, políticos y económicos que obnubilan, ahí donde el análisis de la realidad tiene que ser serio y fundamentado, rigurosamente científico para que sea útil, ahí, no se valora de esa forma estúpida al fenómeno social llamado Movimiento Antorchista Nacional. Esto no implica, antes al contrario, que los resultados de esos elaborados estudios se divulguen y se pongan a disposición del público, antes al contrario, son la explicación más cabal de la guerra de silencio que se ha desatado sobre las características auténticas y la existencia del Movimiento Antorchista Nacional.
    Atacado, acosado, reprimido, calumniado, insultado, despreciado, el Movimiento Antorchista acaba de cumplir 40 años de existencia y se muestra más unido, más fuerte y más decidido que nunca. Pido perdón por adelantado pero me interesa informar al lector acerca de las gigantescas concentraciones que se llevaron a cabo en todo el país para conmemorar este aniversario. Fueron 33, empezamos en Tecomatlán, pueblo lindo si los hay, con la celebración de la XVII Espartaqueada Deportiva Nacional; continuamos en el Heroico Puerto de Veracruz con un lleno total del estadio Luis “Pirata” Fuente, seguimos en Chetumal, en la Explanada de la Bandera; luego, Tepic, en la Plaza Principal; Morelia, con las tribunas y el campo de béisbol “Francisco Villa”, llenos; el Zócalo de la ciudad de México; Tuxtla Gutiérrez, en las instalaciones de la feria de Chiapas; Chilpancingo, en la Plaza Cívica “Primer Congreso de Anáhuac”; Tijuana, en el Auditorio Municipal; Durango, en la Velaria de la Feria; Campeche, en la Concha Acústica; Colima, en el Casino de la Feria; Oaxaca, en la Unidad Deportiva “Venustiano Carranza”; La Paz, en la Explanada del Parque Revolución; Aguascalientes, en el Foro de las Estrellas; Cuernavaca, en la Plaza de Armas; Tlaxcala, en la Plaza de Toros Jorge “El Ranchero” Aguilar; Querétaro, en el Auditorio “Josefa Ortiz de Domínguez”; San Luis Potosí, con el Estadio “Alfonso Lastras” lleno hasta el tope; Torreón, en la Plaza Mayor; Monterrey, en la Arena Monterrey; Mérida, en el Centro de Convenciones Siglo XXI; Villahermosa, en el Centro de Convenciones Tabasco 2000; Guanajuato, en la Plaza de la Alhóndiga de Granaditas; Hermosillo, en la Plaza de la Bandera; Toluca, en el estadio Alberto “Chivo” Córdoba, llenísimo también; Culiacán, en el Polideportivo Juan S. Millán del Parque Revolución; Guadalajara, en el Auditorio Telmex; Zacatecas, en la Monumental Plaza de Toros; Pachuca, en el Estadio Hidalgo, ahí, donde juegan los Tuzos; Puebla, en dos estadios al mismo tiempo, en el Cuauhtémoc, ahí donde juegan los de la franja y en el Hermanos Serdán, donde juegan los Pericos; Chihuahua, en el Polifórum; y, como ya quedó dicho, el broche de oro en el Estadio Azteca. Total: 33 inmensas Asambleas Populares a las que asistieron 950 mil mexicanos de los más pobres y desamparados.
    Falta lo más sorprendente. En todos, absolutamente en todos estos actos, el número principal, el más importante y esperado, fue siempre y en todas partes, el discurso de los dirigentes, en particular, el del Maestro Aquiles Córdova Morán, Secretario General del Movimiento Antorchista. Le aseguro, amigo lector, que la inmensa mayoría de los asistentes acudieron a los eventos en los que habló (que fueron casi todos) a escuchar la conferencia, la cátedra, del Maestro Aquiles Córdova Morán. Si entre las maravillas del mundo se cuentan las construcciones del hombre, debería añadírseles al hombre mismo, al hombre en multitud y escuchando atento, reflexionando, entendiendo, asintiendo. Es cierto que el Maestro Aquiles Córdova tiene una portentosa capacidad de análisis, que es uno de los mexicanos más cultos que existen, que es un orador imponente y que goza de un inmenso prestigio y cariño entre sus compañeros, pero, con todo, eso no es suficiente para explicar a una masa inmensa reunida a las 7 de la mañana y escuchando sin perder palabra, aprendiendo. Los mexicanos ya no se conforman con las frases huecas, ya no creen en la imagen, quieren razones, buscan respuestas, ya no se detienen en la apariencia, quieren cambios, ansían justicia social. México está cambiando y, el Movimiento Antorchista, las masas proletarias que lo conforman, los intelectuales que lo apuntalan y los hombres buenos que lo siguen, son parte sustancial de ese cambio. Ya verá que sí.