Primera parte
La polémica entre estado y mercado, que viene aconteciendo desde que el capitalismo financiero abrió espacios a los grandes capitales transnacionales y estos decidieron y apuntalaron sus determinaciones de cooptación de la economía globalizada, a través de sus agencias (F.M.I., Banco Mundial y sus dependencias y asociados), continúa en la vida real, mediante graves enfrentamientos en los campos de la autodeterminación de los pueblos.
Existen gobiernos que buscan la autonomía en el manejo de los recursos naturales de los territorios que administran, en aras del bien de sus pobladores –los llamados progresistas y algunos más en Latinoamérica y el Caribe- que resisten el embate, sin cuartel y con todas las mañas conocidas y por conocer, de grupos internos desnacionalizados, que rinden a los intereses de países y capitales, que solo buscan el control y usufructo de las riquezas de los países pobres, dejándoles en la postración y en situaciones internas conflictivas.
Sin entrar a una disquisición ideológica, habremos de admitir, en la práctica, la caída del Estado –entendido éste como un conjunto de instituciones super estructurales que garantizan: mantenimiento y auto reproducción del orden económico-social instituido, frente a las presiones económicas y políticas de la globalización-. Su influencia es cada vez menor, en cuanto a las determinaciones generales de gobierno y sus políticas públicas. Además de disminuidas, en lo general, se diseñan ahora para apuntalar al sistema de gobierno vigente, satélite de la economía global y, por lo tanto, sus normas y manejos son definidos en las instancias transnacionales.
Hoy en la academia y los “tanques pensantes” que hacen apología del proceso globalizante, entienden al Estado como entidad formal; empero en sus investigaciones no es considerado, sino como mero policía, encargado de mantener el orden para que pueda desarrollarse el saqueo desaforado de recursos naturales y la acumulación de nuestra riqueza producida, en pocas manos. Otros, incluso, pretenden negar su existencia, ante los graves problemas que sufre la política social (salud, educación, justicia) achacando tales males a la inexistencia del estado.
El estado –según esto- es sustituido por el mercado, quien organiza las relaciones sociales de toda índole. Los economistas de las clases predominantes –muchos incrustados en posiciones gubernamentales o como capitanes de empresa- nos encausan para aceptar un mercado que rige la vida toda, y quieren que pensemos que no se puede hacer nada ante esta realidad. Tales posiciones enmascaran la estructura económica neoliberal, y dan fortaleza al poder de quienes la sostienen, invariablemente a través de la fuerza del estado cooptado.
Las denominadas “leyes del mercado” disimulan que hay estados nacionales, solo que con funciones divergentes: algunos, opresores al servicio del gran capital y otros, oprimidos, en la lucha cotidiana por mantener la soberanía y la libertad de sus pueblos. A partir de la sustitución del estado por el mercado, los investigadores que sustentan tal juicio, consideran variaciones a los estilos de dominación. Antes de la globalización (en lo estatal y nacional) el disciplinar al pueblo para controlar la conciencia de los ciudadanos (alienación) fue la ruta. Hoy el mercado promotor del alto consumo, jubila la subjetividad como tal. La conciencia ya no es el objeto mas preciado para dominar, el campo de sujeción es la “subjetividad consumidora”. A ello se aboca masivamente por todos los medios propagandísticos. No se dan limitaciones al ejercicio de la libertad, porque ésta es considerada inútil. El horizonte de dominación es la fragmentación, con ausencia de sentido, en la subjetividad consumidora.
La subversión del orden social o su transformación, ya no cuentan. Sostienen que mientras en los estados para salir de la alienación, era necesario un trabajo de subjetivación que implicaba básicamente una impugnación del sistema, en la época que denominan “del mercado y sus fragmentos”, la tarea subjetiva no necesita de la subversión de la estructura social si no, como decíamos anteriormente, de la creación de situaciones habitables, que permitan el desarrollo de lazos sociales. Ver: https://www.topia.com.ar/articulos/acerca-del-estado-naci%C3%B3n-abriendo-una-pol%C3%A9mica (continuará)
Correo electrónico: v_barcelo@hotmail.com Puebla, Pue. 16-julio-2017.