• La Verdad del Sureste |
  • Miércoles 24 de Abril de 2024

Cultura política y valores

La conciencia crítica y la democracia


Miguel A. Rueda de Leon


¿Cómo puede haber democracia si no se permite pensar y expresar nuestras opiniones con libertad?
Es más, la vida humana está hecha de las ideas, pensamientos y juicios, que nacen de la imaginación, de esa poderosa capacidad crítica y de la realidad social como de la experiencia cotidiana, todo lo cual capta y desarrolla la inteligencia y la razón, para avanzar en el mundo de la creación cultural.

Somos el producto de la socialización y somos los gestores de la comunidad.
Recibimos del medio y damos al medio. Recibimos la herencia genética y cultural como también las proyectamos en el tiempo.
El proceso es permanente y universal.
Todo está haciéndose y todo está por hacerse en un proceso que trasciende las expectativas.
Desde esta premisa, debemos pensar nuestro mundo, en este aquí y ahora, para construir la parte de la historia que nos corresponda edificar. Todo es perfectible.
En este punto cabe reflexionar sobre el papel de la Educación.

Educar se dice que es formar integralmente y no solamente instruir.
Desde el hogar, porque ya la familia, es la primera escuela, sobre todo la escuela ética de la vida personal.
La personalidad de cada sujeto se define en esa impronta familiar. En los valores existenciales de la fraternidad y del sentido igualitario de la responsabilidad. El pan compartido con amor es disfrutado con entera comprensión de los trabajos, esfuerzos y sacrificios de quién o quienes lo trajeron a la mesa familiar.

Por eso la primera gran empresa es la comunidad familiar y es la primera escuela de las virtudes ciudadanas.
En la medida de su importancia, los gobiernos y la sociedad como tal, deben proteger, potenciar y promover el desarrollo integral de la familia.
Correlativamente, el proceso de aprendizaje a través del sistema educativo formal, debe ser perfeccionado en el sentido de la experiencia, de la investigación científica y sobre todo en la calidad de los valores ciudadanos y éticos de la libertad y de la justicia. Sin dogmatismos ni masificación politizada.

Cada quien debe construir su respuesta existencial y obviamente ideológica.
Una educación que no desarrolle el sentido crítico de la conciencia, es una educación amputada porque está al servicio de las tiranías y de los absolutismos, al servicio de los falsos dioses del dinero o del egoísmo, cuando debe estar centrada en la liberación integral de las conciencia humana para que aborde el desafío perenne de ser más como personal y sociedad.
Pluralismo total y respeto incondicional a la diferencia.

A mayor calidad y capacidad crítica, habrá más responsabilidad y participación ciudadana, habrá mayor calidad política de los ciudadanos y de los líderes, habrá jueces probos y habrá servicios públicos de excelencia y sobre todo habrá confianza y seguridad social y jurídica realmente dignas de un pueblo anhelante de progreso y bienestar.
Este es el camino para construir la Democracia y no el sendero de las dádivas estatales o fabulosas edificaciones, pero vaciadas de conciencia crítica.
Conciencia crítica que es la fuente de la vida auténtica.