• La Verdad del Sureste |
  • Jueves 25 de Abril de 2024

Elecciones y previsiones


Brasil Acosta Peña



 
Doctor en economía por el Colegio de México (COOLMEX) con estancia en investigación en la Universidad de Princeton, fue catedrático en el Centro de Investigación y Docencia económica y articulista en la revista económica Trimestre Económico.

La clase política mexicana está dividida, mas lamentablemente la razón de su división no es la ideología o los principios para discutir el qué hacer para resolver los grandes y difíciles problemas que aquejan a México; por el contrario, la división es hija natural de los intereses económicos que ostentan los distintos contendientes y que se traducen en conflictos políticos para hacerse del poder público y, desde ahí, fortalecerse y, hasta donde se pueda, perpetuar la satisfacción de dichos intereses.
    A la opinión pública le dicen que es la ideología la causa de la división y no los intereses mezquinos o de grupo, pero llegan al cinismo al señalar que todo lo que hacen lo hacen por el bien de la nación, (aunque nunca queda claro quién es la nación, pues se trata de una abstracción general) y la corrupción, bastante bien documentada en la detención de exfuncionarios que hoy están en la cárcel (gobernadores incluso).
    Veamos. Los panistas son un partido de derecha y los perredistas de izquierda, pero ahora están coaligados para subsistir, pues sus niveles de votación están por los suelos. Mientras el Partido Acción Nacional (PAN) tuvo el poder político nacional, su membresía creció significativamente; una vez que perdieron el poder se desinflaron como globos pinchados por un alfiler. Así de fuerte es el convencimiento ideológico por los partidos.
    El Partido de la Revolución Democrática (PRD) está totalmente dividido en sus famosas tribus; sin embargo, las tribus son uniones de fratrias y las fratrias uniones de clanes o familias, y todo indica que en el PRD las tribus ya desaparecieron y lo más seguro es que estén al nivel de clanes.
    El Movimiento Regeneración Nacional (Morena) es un partido formado por exmilitantes del Partido Revolucionario Institucional (PRI), del PRD y otros tantos saltimbanquis; para demostrarlo pues basta saber el origen de su presidente, Andrés Manuel López Obrador quien ha sido militante del PRI, del PRD, de Movimiento Ciudadano y del Partido del Trabajo (PT); como se ve, carece de una ideología sólida.
    A Monreal, expriista y experredista, le quitaron la oportunidad de ser candidato de Morena a la Ciudad de México para darle preferencia a Claudia Sheinbaum Prado, esposa de Carlos Imaz Gispert, aquel incondicional de López Obrador que saliera en la televisión recibiendo dinero en efectivo de Carlos Ahumada en un escándalo que lo obligó a renunciar a la delegación de Tlalpan por no poder negar el hecho. También Monreal se vio envuelto en el escándalo cuando uno de sus allegados no pudo comprobar la procedencia legal de  600 mil pesos en efectivo que tenía en su poder.
    Y el caso más sonado en la elección pasada es el de la excandidata morenista a la gubernatura del Estado de México, Delfina Gómez, quien se quedó con los dineros de los trabajadores de Texcoco (hasta la fecha siguen sin hacerse las aclaraciones pertinentes); mientras tanto padrino político de Delfina Gómez, Higinio Martínez, sigue sin aclarar el origen de sus propiedades, cuyo valor real  no corresponde a lo que ha declarado. Como se ve, los democráticos, esos paladines de la lucha contra la corrupción, los “puros”, etc., en realidad también son parte de la descomposición de los partidos.
    Lo más grave es que esta división entre los partidos ha generado una competencia desmedida y la pelea cobra su nivel más bajo: se hacen a un lado la ideología, los principios, las propuestas y aparecen los ataques, la difamación, la intriga, las trampas, la basura y, lo más socorrido, pero lo más grave, es la compra de votos para orientar la votación a favor de tal o cual partido. La democracia se convirtió en democracia de mercado, pues lo que está a la orden del día es la compra-venta de votos.
    El ingeniero Aquiles Córdova Morán ha llamado a los mexicanos a no vender su voto por mezquino mendrugo; a no cambiar su conciencia por una gorra o una camisa que se despinta a la primera lavada y creo que este llamamiento debe extenderse a los que no militan en el Movimiento Antorchista, pues la democracia mexicana, pese a todos los candados que se han puesto en la ley, se ha reducido a eso: a la compra de conciencias y, lo peor, es que hay muchos ciudadanos que lo permiten, el votante mexicano se ha convertido en un oportunista que se vende al mejor postor o de plano se niega a participar, dejando que el dinero decida la contienda.
    No hay duda, nuestro sistema democrático está en franca descomposición.
     Ha llegado nuevamente la hora de las calumnias, la hora de la vergüenza, de las amenazas, de los spots, de las gorras, playeras, bardas y espectaculares, la hora de las despensas, de la compra de votos, etc.,
    Hago un llamado oportuno a los hombres y mujeres sensatos para que no se dejen corromper y no se unan a la división de los políticos, pues lo que menos necesita el pueblo mexicano es que su gente se divida, porque un pueblo debilitado, un pueblo dividido, será un pueblo sojuzgado por otros más duros y siniestros, como dice la poesía de Benedetti.
    El Movimiento Antorchista se ha dado a la tarea de educar al pueblo mexicano, unirlo y organizarlo para que con su organización y con su lucha se decida a tomar el poder público de este país y transformarlo a fondo con el cambio de modelo económico para que, con ello, se pueda construir una vida mejor para que México destaque y se pueda recuperar la grandeza mexicana que tanto le hace falta a este país de gente trabajadora pero marginada y abandonada por las clases poderosas.