• La Verdad del Sureste |
  • Viernes 29 de Marzo de 2024

El fandango aquí

@UTufigno


Por Uriel Tufiño


Dos días después del sismo del 19 de septiembre de 1985 la extraordinaria voz de la cantante Eugenia León se escuchaba en el teatro Lope de Vega, en Sevilla, España. Ella, sobreponiéndose a la incertidumbre de lo que ocurría en la capital del país, participaba en la final del festival iberoamericano de la OTI. Su magistral interpretación –“El fandango aquí”- la hizo acreedora del premio y para México fue una especie de consuelo ante el desastre ocurrido.

-¡Vamos andando! porque el fandango a punto está que empezó. Vámonos, vámonos a la fiesta que el que no va no llegó.

El fandango es un bailable que tiene sus raíces en España pero que ha adoptado ciertas modalidades en la región latinoamericana; en nuestro país, por ejemplo, lo encontramos en Veracruz. Además, la palabra “fandango” suele emplearse para aludir al bullicio, escándalos, alborotos o riñas. Bien podríamos decir que la semana que concluye tuvimos el fandango aquí.

-El fandango aquí, el fandango aquí, una de las causas es que está el fandango aquí.

Los meses de enero de cada año suelen ser lentos e insulsos, cuyos mayores referentes son la llamada “cuesta económica” (por los aumentos en los precios) y la observación del comportamiento climático en los primeros doce días del mes para predecir los meses siguientes (las cabañuelas). Pero este mes ha sido todo lo contrario. Desde las movilizaciones contra el “gasolinazo” hasta la semana de terror de la que fuimos testigos.

-Suena una nota de flauta rota que quiere caracolear, unos pedazos de castañuela que sólo saben sonar, cualquiera sabe reír aunque le toque sufrir.

Cuando una noticia nos sorprendía –una balacera en un festival de música electrónica en Playa del Carmen-, al día siguiente llegaba otra –el ataque a la fiscalía de Cancún- y todavía una peor: el irracional ataque que un joven estudiante hizo en contra de sus compañeros y su maestra, para finalmente quitarse la vida. 

Aunque no son actos que hayan ocurrido por primera vez en México, la magnitud y lo inmediato, uno tras otro, nos dejaban con los ojos más abiertos que una noche de insomnio. Y si añadimos que hoy en día la tecnología facilita la transmisión de imágenes y de información, todos tuvimos conocimiento casi instantáneo de los lamentables hechos para los cuales no hay suficientes explicaciones ni soluciones.

Sólo hay algo que parece evidente: la violencia, lejos de frenarse, va en aumento. ¿Qué hemos hecho mal como sociedad? Porque no es sólo la ineficacia de un gobierno incapaz de brindarnos seguridad y oportunidades de desarrollo, sino también la forma en que hemos construido nuestros valores. ¿Valen la palabra y la honestidad? ¿Le damos valor al otro, al que no es como yo, ni tiene mi sangre ni mi apariencia?

En tiempos de “cortarse las venas” por la llegada de Donald Trump a la presidencia de los Estados Unidos, muchos se comportan como él. Son racistas, clasistas y construyen muros en su entorno para aislarse. Rechazan al otro, al que vive una realidad distinta; al que un peso de aumento en el transporte público le significa comprar un kilo de tortillas menos a la semana.

Más que preocuparnos por Trump deberíamos preocuparnos por nosotros mismos, por cuestionar a nuestro gobierno antes que al del magnate convertido en impensable presidente. Antes que irritarnos por la amenaza de Trump de deportar a los millones de mexicanos que migran a los Estados Unidos en búsqueda de trabajo, deberíamos cuestionarnos por qué migran.  

-Sobre caballos, sobre motores todos se dejan venir, más los que llegan así danzando, así danzando se van a ir, los canoeros también, los que bajaron del tren, por carretera que nadie muera que todos lleguen con bien.


Barack Obama, el presidente que se fue con un 82% de aceptación, deportó durante su gobierno a casi tres millones de migrantes. Lo insultante de Trump no es que lo diga, sino la forma en que lo dice. Y lo mismo puede decirse de la construcción del muro y del control en las fronteras que hasta podría servirnos para controlar el tráfico ilegal de armas. Pero mientras ocurre lo que tenga que ocurrir, cantemos:

-El fandango aquí, el fandango aquí, una de las causas es que está el fandango aquí.