• La Verdad del Sureste |
  • Viernes 19 de Abril de 2024

UN PODER REFLEJO


EMMANUEL RUIZ SUBIAUR


 
El Gregueriano: Y al terminar su periodo ¿dónde se van a meter el dedo aprobatorio?
No crea que sólo en el país los “legisladores” no legislan; que sólo en México el Primer Poder –en Teoría del Estado lo es el Poder Legislativo-, no es Poder, ni es el primer poder. No sólo acá, las leyes no las elabora el legislativo sino que son manufacturadas por el Poder Ejecutivo y enviadas a ser aprobadas previo trámite de entregarla a alguno de los diputados para que la presente como de él y sean aprobadas.
En casi todos los países de América Latina, el Poder Legislativo es un remedo de poder y sirve sólo para legitimar las decisiones del Ejecutivo. En ese aspecto, desde Inglaterra hasta Italia, pasando por Francia, el legislativo no hace las leyes.
Circunstancia diferente se presenta en Inglaterra: Esta circunstancia la defino en términos concretos así: en Inglaterra el Parlamento conquista y obtiene el Poder Legislativo desde 1215 y lo refrenda fuertemente para sí desde 1462; en México y en otros países, el Parlamento es un instrumento del Poder Ejecutivo y nunca conquistó el Poder Legislativo. En apoyo a esta observación transcribo dos citas de dos constitucionalistas franceses de altísimo prestigio:
Escribe uno de los más reputados teóricos del Estado (Carré de Malberg): 3.- LA CONQUISTA DEL PODER LEGISLATIVO POR EL PARLAMENTO INGLÉS. (…) Pero el Parlamento inglés obtuvo, en virtud de la Carta Magna de 1215, el derecho de aprobar el impuesto junto con el derecho de presentar bills o peticiones. El Parlamento inglés supo servirse con mucha habilidad de estas dos concesiones, hechas por el poder real (re entiéndase por el Rey), para conquistar el poder legislativo. Haciendo uso del derecho de petición, el Parlamento exige al rey tomar tales o cuales disposiciones legislativas y sólo da su conformidad al impuesto a condición de que el rey promulgue el statute que se ha solicitado. A partir de 1462, los miembros del Parlamento adoptan la costumbre de redactar por sí mismos los bills, o sea los proyectos de ley. Cuando se ha establecido el acuerdo entre la Cámara de los Comunes y la Cámara de los Lores, al rey no le queda más que promulgar el texto de la ley, cuyo contenido ha sido establecido así por el Parlamento. 
Aunque hoy en Inglaterra el Parlamento ha perdido gran parte de su poder, en México, el Parlamento nunca ha conquistado el Poder Legislativo, y sólo ha servido para justificar las decisiones y legitimarlas, del Poder Ejecutivo.
Pero no sólo en México, también en Francia, según afirma Maurice Duverger:
Sin duda es muy triste pensar que el Parlamento francés actual vote los proyectos gubernamentales, pero desde 1945 más del 90% de los proyectos votados por la Cámara de los Comunes son gubernamentales; no hay que hacerse ilusiones, el 10% restante son los de origen parlamentario que el gobierno magnánimo dejó a la iniciativa de los diputados del partido… Pero si el gobierno no estuviera satisfecho con un proyecto, sería automáticamente rechazado. Estas afirmaciones y otras más sobre la vergonzante sumisión del legislativo al Ejecutivo, las puede usted encontrar, entre otras obras, en: Duverger, Maurice, “Apogeo y declinación del sistema parlamentario”, El sistema parlamentario; El poder real, M. Bridier, traducción G. Charquero, Buenos Aires, Argentina, Schapire Editor, Buenos Aires, Argentina, s/f, Colección Mira.
Por lo que se colige que las funciones del Estado y por ende del poder público –que no se tratan sólo de legislar, ejecutar y judiciar –juzgar- como se cree superficialmente que afirmó el Barón de la Brède y de Montesquieu- no las cumple ningún legislativo del país.
Se trata, legisladores, centralmente de decidir, aplicar y controlar, en ocasiones por medio de la ley pero no siempre o exclusivamente por ese medio; se trata de ejercer el poder, de hacer política, de decidir el destino de una nación y de sus habitantes,  o de una entidad federada. Para levantar el dedo, están los niños de primaria cuando el maestro lanza una pregunta al aíre, no los “legisladores”. Pero dada la aplastante sumisión del legislativo al Ejecutivo, bien se acepta la propuesta –aberrante pero popular- de reducir a menos de la mitad los puestos de legisladores y es magistralmente usada por el pri para que el “chivo expiatorio” del desorden y el desgobierno nacional lo sea el legislativo y no el Ejecutivo y los miembros de su gabinete de quinta categoría.