• La Verdad del Sureste |
  • Jueves 25 de Abril de 2024

Todo el apoyo a los antorchistas poblanos


Omar Carreón Abud


El martes 10 de octubre, poco después de las cuatro de la tarde, fue asesinado el Presidente Municipal de Huitzilan de Serdán, Puebla, el joven abogado, Manuel Hernández Pasión. En la sinuosa carretera serrana de casi 40 kilómetros que une a Huitzilan con Zacapoaxtla, a unos cuántos kilómetros de esta ciudad, un comando de cobardes estuvo escondido, esperó la señal y lo atacó cuando circulaba en su vehículo para acribillarlo a balazos de R-15 y 9 milímetros. A Manuel lo acompañaba solamente una persona que conducía el vehículo y que también fue asesinada.
    Manuel Hernández Pasión no era un presidente municipal común y corriente. Algo poco visto en estos tiempos, era una autoridad honrada, trabajadora, muy realizadora de obras y, por tanto, muy querida de su pueblo. No tenía problemas personales con nadie, no pasaba por crisis familiares, no le debía dinero a nadie, no jugaba a los gallos ni nada. Se dedicaba a su trabajo y a su familia y era destacado dirigente del Movimiento Antorchista en la Sierra norte de Puebla. Quien tenga ojos para ver y oídos para oír y, sobre todo, que no tenga juicios previos sino se rinda honesta y limpiamente a las evidencias, estará de acuerdo en que la prueba contundente e irrefutable de que Manuel Hernández era así como digo, así como decimos los Antorchistas, son los casi 30 mil indígenas serranos que, consternados, tristes, con gesto duro, durísimo en muchos casos, lo velaron fielmente durante tres días, lo cargaron y, cuidadosos, lo depositaron en su última morada. El reconocimiento, la adhesión, el amor de un pueblo entero es la más grande y clamorosa victoria de un hombre. A Manuel Hernández Pasión, la historia ya lo juzgó y, como justísima sentencia, lo colocó para siempre entre los héroes del pueblo pobre de México.
    Y por eso lo mataron. La personalidad de Manuel Hernández Pasión, los resultados de su trabajo en Huitzilan estaban concitando el reconocimiento y la admiración de miles de indios en toda la sierra. Huitzilan ya es un ejemplo para la sierra, ya es un ejemplo para el mundo entero. Salió de un infierno de violencia y muerte, de incomunicación, enfermedades e ignorancia y pasó a ser un lugar próspero, esperanzador, en el que hay carretera pavimentada, un hospital único en la zona y, aunque usted no lo crea, escuelas de todos los niveles educativos en las que se están produciendo cada año profesionistas como Manuel Hernández Pasión. En ese sentido, en el impacto de su ejemplo, era un peligro para los siniestros caciques y políticos corruptos de toda la zona.
    El extraordinario, visionario y valeroso líder del Movimiento Antorchista Nacional, el respetadísimo Maestro Aquiles Córdova Morán, no podía faltar al funeral de su compañero Manuel Hernández.
    Y no faltó. Llegó puntual, arriesgando seriamente su vida y ahí, como siempre, quizá mejor que siempre, pronunció un discurso histórico por muchas razones, armó con sus palabras a la viuda de Manuel y a sus hijos, a sus hermanos, a todos los huitziltecos que lo escuchaban sin perder detalle, cobijó a todos los Antorchistas de México y, sin estridencias ni dramatismos, pero sí con la impresión que a veces causan las ideas de quienes calan más hondo y ven más lejos, dijo: el asesinato de Manuel Hernández Pasión, es una pistola apuntada a la cabeza de todos los Antorchistas de México.
    Porque si lo mataron por llevar una vida honrada, por trabajar y luchar para los pobres y, por obtener resultados sobresalientes, entonces todos los Antorchistas de México estamos amenazados de muerte.
    Y no hubo que esperar mucho para comprobar que las sabias palabras del Maestro eran estrictamente ciertas, esa noche, esa misma noche, mientras impactados por el dolor y las lágrimas del pueblo, regresábamos a nuestros lugares de origen, recibimos la copia de otro, ¡otro! (porque ya van varios), anónimo que amenazaba de muerte a otro líder Antorchista que trabaja en otra parte del estado de Puebla, en contra del Ingeniero Nibardo Hernández, hombre trabajador y abnegado que dedica su vida a los pobres de la zona de Cuayuca de Andrade en la Baja Mixteca poblana. El anónimo en cuestión, rayado por un semianalfabeto, decía en clara comprobación de las palabras del Maestro Aquiles Córdova Morán: “Basta de hablar de obras y ¡progreso!
    Vas a caer ¡no más antorcha en la sierra norte y Mixteca! … Fuera antorcha de Puebla y México, cáncer de este país! Venceremos!”. Así de que lo que les arde en la Sierra Norte y en la Baja Mixteca poblana, en el Estado de México en donde secuestraron y asesinaron a Don Manuel Serrano y en México entero son “las obras y el progreso” y por eso exigen los criminales: “basta de hablar de ellas”.
Primera e indispensable consideración: ¡Qué homenaje, Antorchistas! ¡Qué honra! Qué reconocimiento de que estamos combatiendo a la pobreza con toda consecuencia y eficacia hasta el grado de que los explotadores del pueblo, los beneficiarios y homicidas de siempre nos quieren matar.
¡Qué evidencia de que estamos haciendo las cosas bien! Díganle al pueblo que no existe en México ninguna otra organización a la que amenacen de muerte a sus líderes por hablar y, claro, por realizar obras y servicios en favor del pueblo pobre.
Segunda consideración: Nótese que la amenaza dice claramente “Fuera antorcha de Puebla y México”, es decir, que el problema no es sólo la Sierra Norte ni la Mixteca poblana, es el antorchismo nacional.
Es una guerra de exterminio.
Y en ese contexto hay que colocar el sangriento ataque armado que perpetraron dos conocidos delincuentes, Manuel Valencia y Martín Gallo, en contra de una asamblea pacífica de Antorchistas en San Martín Texmelucan, la tarde del pasado miércoles 18 de los corrientes, poco más de ocho días después del asesinato de Manuel Hernández Pasión y de la difusión de los anónimos que amenazan a de muerte a Nibardo Hernández y, con él, al antorchismo nacional. Varios heridos de bala y apuñalados, ahora en San Martín: la embestida está en marcha. Testigos presenciales identificaron plenamente a Valencia y a Gallo, dos peligrosos ex convictos sobre de quienes habría que preguntarse, no por qué los encarcelaron, sino ¿quién fue el que los sacó de la cárcel? ¿A quién sirven y pagan favores ahora?
Señor Gali, gobernador del estado de Puebla:
Los Antorchistas michoacanos estamos indignados, unimos nuestra voz a la de los Antorchistas poblanos y a la de todos los del país. Sírvase cumplir con su obligación más elemental y estricta: encarcele a los autores de los anónimos, a los gatilleros y a los destacados miembros de las élites privilegiadas que traman y pagan los crímenes. No queremos ni chivos expiatorios, ni túneles del tiempo. Como la de todos los poblanos, ricos y pobres, garantice la seguridad de los Antorchistas, ya van muchos anónimos, muchas agresiones y muchos homicidios. Quien no castiga el mal, ordena que se haga.
    Compañeros Antorchistas poblanos, Maestro Aquiles Córdova Morán, líder de todos los Antorchistas de México y, por nacimiento, también Antorchista poblano: ustedes saben que la solidaridad, la unidad férrea de los Antorchistas de todo el país es inquebrantable. Y no nos pesa, nos enorgullece.
Desde siempre se ha demostrado en los hechos que somos un monolito y esta vez no será diferente. Si el señor Gobernador no puede o no quiere hacer justicia y garantizar la integridad física y la vida de los Antorchistas, que renuncie. Iremos hasta donde ustedes y nuestra querida Dirección Nacional lo disponga. Estén absolutamente seguros.