• La Verdad del Sureste |
  • Viernes 19 de Abril de 2024

Urdimbres y Texturas

EDUCAR PARA EMPEZAR Y CRECER SOLOS


Teresita Bautista Valles


Es una constante en los recientes años que los enfoques curriculares de las escuelas superiores ofrezcan la capacidad de emprender tu propio negocio y senda de vida. Mucho tiene que ver con los tiempos que vivimos en el marco del llamado neoliberalismo, y su mañosa tendencia a renombrar las cosas, para que no se vean tan mal. Malo no es reiniciar, pero en el actual contexto de las políticas económicas implementadas en nuestro país, emprender implica sobrevivir, defenderse en la lucha por establecer un negocio, a pesar  del entorno para empresarios y gente que quiere apoyar para generar bienestar social.
    En el marco de los reacomodos mundiales que se presentan en el  ámbito económico, dos son los rehenes que más han pasado por la guillotina en los últimos años en México: el trabajo y la educación. En ese breve contexto entre terminar una carrera y emplearse, dio paso al fenómeno del emprendimiento.  Emprender, nos lleva analizar la palabra empleo y trabajo.
    Pregunta: ¿es lo mismo?  Trabajar implica el esfuerzo físico o mental que las personas realizan sobre los medios de producción y así generar riqueza, ya sea al producir bienes o prestar servicios. Emplearse, refiere a tasar la cantidad de población ocupada, es decir, quienes realizan un trabajo remunerado.
    Emprender entonces cae en el ámbito del empleo, de generar un trabajo remunerado que permita no sólo laborar, sino que conlleva un beneficio que puede ser común, o bien, que permita gestionar y ayudar a otros. Se supone. Perdón, pero no puedo evitar recordar aquella medida que en 1993 llevó a cabo el gobierno de Dinamarca, cuando pusieron en práctica que cada cuatro años se rotaran los puestos y trabajadores, para disfrutar de un año sabático, ganando el 80% de su salario, de esa manera podían viajar, aprender otro idioma, y conocer, así regresar a su país y  aplicar lo aprendido.  
    ¿Qué tiene que ver? Mucho. La forma de aprender, es la forma de organizar la vida social, la vida política, la vida laboral. Aprender no sólo se reduce a la escuela, es el inmenso gusto por disciplinar el seso, y  no despreciar a quien tiene la posibilidad de pensar distinto de ti, porque aprendió otras formas de apropiarse saberes. Emprender es una necesidad de emplearse en México, de decirle a la gente: ¿Sabes qué?, ahí te pongo un instituto del emprendedor, organícense.
    Emprender es también cuánto sé y a quiénes integro, cómo aplico lo que aprendí. Pero no lo contextualizan, achacan a las personas su responsabilidad completa por emprender y luchar por su éxito, a la larga lo que fraguan es incertidumbre.  No garantizan nada, ni la temporalidad que implica emprender, ni organizar una empresa que puede llevar años. ¿Negatividad? No.  Es sólo que trabajar en México es un deporte de riesgo, donde se ha desmantelado una columna vertebral que implicaba el trabajo remunerado y ha dado paso al coaching, y las tendencias motivacionales, que insisto, motivan pero no concretan.
    Así, la escuela sigue teniendo vigencia, porque está irremediablemente adherida al sistema ideológico, cultural y social. El trabajo, se encuentra asociado a los vaivenes externos, y eso implica en ocasiones, dejar de lado su verdadero motivo de existencia: beneficio social.     
    Es entonces donde debemos contextualizar el gran desafío que tiene la Secretaría de Educación, encabezada por Ángel Solís Carballo, quien en enero de este año se convirtió en el tercer titular de un área estratégica para el desarrollo y la movilidad social.