• La Verdad del Sureste |
  • Jueves 25 de Abril de 2024

Usted disculpe


Uriel Tufiño


Usted disculpe

Entre los enterados se afirma que la peor forma de sufrir discriminación en este país es ser mujer, pobre e indígena. Jacinta Francisco Marcial reunió las tres condiciones cuando en 2006 fue acusada, junto con otras dos mujeres, de haber secuestrado a seis agentes de la afamada AFI de Genaro García Luna, durante un operativo realizado el 26 de marzo de ese año en la comunidad de Santiago Mexquititlán.

Dicha comunidad, ubicada en el estado de Querétaro, es mayoritariamente indígena otomí, y una buena parte de los pobladores -como Jacinta- no hablan español. Es por eso que la cadena de injusticias cometidas en contra de ella comienza en agosto de 2006 cuando, con engaños, es llevada a declarar a un juzgado federal, sin la asistencia de algún defensor y sin intérprete.

La contundente acusación en contra de las tres mujeres se apoyaba en una prueba irrefutable: una fotografía tomada por un medio de comunicación local en la que Jacinta se asomaba curiosa, como otras personas, alrededor del operativo que la AFI había instrumentado para llevarse mercancía “pirata”.

Los agentes federales, que inicialmente no habían reconocido a ninguna de sus supuestas plagiarias, después fueron iluminados por la memoria e incluso uno de ellos recordó que Jacinta lo había amenazado. Olvidó un pequeño detalle: Jacinta no habla español.

Tras un proceso “a la mexicana”, Jacinta, Alberta Alcántara y Teresa González, fueron halladas culpables por el juzgado que conoció del caso. Sentenciada a 21 de años de prisión, después de utilizar los medios legales a su alcance, Jacinta obtuvo su libertad en septiembre de 2009 luego de que la PGR formulara conclusiones no acusatorias. Las otras dos mujeres obtuvieron su libertad en 2010 por una sentencia de la Suprema Corte que las declaró inocentes.

Pero como esto no se acaba sino hasta que se acaba, las mujeres emprendieron una lucha para resarcir el daño causado a su honra y dignidad pues fueron exhibidas como secuestradoras. Después de otros años de litigio, Jacinta obtuvo una sentencia de un tribunal administrativo que condenó a la PGR a ofrecer una disculpa pública y reparar el daño.

En un acto celebrado el martes pasado en el auditorio del Museo Nacional de Antropología e Historia, el titular de la PGR, Raúl Cervantes, escuetamente dijo: “… a usted, Jacinta Francisco Marcial, reconozco públicamente su inocencia, respecto de los delitos de los que se les acusó y por lo que fue privada de su libertad”. Los aplaudidores del sistema, fieles a su ideario, llenaron de elogios al titular de la PGR por su humildad. Pero en su entusiasmo pasan por alto varias cosas. Veamos:

Cuando en septiembre de 2009 la PGR formuló conclusiones no acusatorias en el caso particular de Jacinta, no reconoció su inocencia, sino que lo hizo bajo el principio de la duda, “que jurídicamente lo manejamos como duda razonable” (Ricardo Nájera, entonces vocero de PGR), circunstancia que propició que si bien ella alcanzara la libertad en ese mes, Alberta y Teresa tuvieron que pasar varios meses más en la cárcel.

Eduardo Medina Mora, quien fue Procurador General de la República prácticamente en el mismo periodo que Jacinta estuvo recluida, tuvo a su alcance la libertad de las tres mujeres, pero no movió un dedo en tal dirección. Hoy, sin embargo, Medina Mora es Ministro de la Suprema Corte de Justicia, justicia que siempre les negó a las tres mujeres.

Y por favor tampoco digan que la PGR de Enrique Peña mostró su compromiso con la verdad y los derechos humanos, porque durante este sexenio la PGR trató de impedir, con recursos legales, el cumplimiento de la sentencia que le ordenó ofrecer la disculpa pública y la reparación del daño.

Si el titular de la PGR ofreció disculpas fue porque se le agotaron los recursos legaloides, no por un acto de benevolencia. Y tan es así que las disculpas personales que también merecen Alberta y Teresa tendrán que esperar un poco más.

¿Qué nos deja este caso en el que la injusticia fue manifiesta? Yo me quedo con las palabras de la hija de Jacinta: “¿Dónde están los funcionarios que fabricaron delitos contra estas tres mujeres?... Los delincuentes de mayor poder no pisan la cárcel. No conocimos a ningún rico mientras visitábamos a mi madre”.