Roberto Madrazo Pintado es un hombre de corta memoria, muchas mañas y larga lengua. La fábula del alacrán que sigue su instinto de clavar el aguijón aún a quien le tiende la mano lo defi ne. Como también es su espejo aquella trampa en el Maratón de Berlín. “Vivir mintiendo es su lema”, dijo alguna vez otro ejemplar del viejo priísmo Humberto Mayans. No es oportuno, es oportunista.
El “joven moretón”, lo llamó aquel ocurrente Germán Dehesa, para referirse al apellido que remitía al golpe que deja huella superfi - cial. En torno a Roberto Madrazo se puede escribir una larga y carcajeante picaresca de la política mexicana si no fuera por el daño que ha hecho. Algún tiempo fue tenido como “El Joven Dinosaurio”; es lo segundo, ya no lo primero aunque quiere comportarse como tal. No hace mucho, Madrazo Pintado causó muecas de disgusto en sus propios correligionarios y pena ajena en otros cuando pidió que Andrés Granier fuera expulsado sin más trámite del Partido Revolucionario Institucional. Le hizo daño a Tabasco, el suyo fue un sexenio perdido, es una vergüenza para el PRI, dijo respecto a Granier.
No es que el tristemente célebre Químico no lo merezca, pero esas mismas frases pueden aplicarse justamente a quien mandó al tricolor al tercer sitio de las preferencias electorales en el 2006. Roberto Madrazo es un personaje que no dudó en especular con la muerte de su padre, Carlos Madrazo, para obtener benefi cios electorales. Cuando el PRI se enredó en la selección de su candidato a la gubernatura entre Luis Felipe Graham preferido de Granier y Jesús Alí preferido de Enrique Peña Nieto y Benito Neme no dudó en presentarse como el salvador, el personaje de la conciliación.
Pero los priístas, aquellos que tienen memoria, saben que Madrazo Pintado es también responsable de los confl ictos internos del tricolor en Tabasco. Desde 1988 cuando asumió la dirigencia del PRI estatal y comenzó a destruir a los grupos internos para imponer el suyo para abonar a su ambición de ser gobernador.
Después hizo lo mismo en el PRI nacional en el 2000 para construir a costa de todo y de todos su candidatura a la Presidencia. Ahora se quiere presentar como salvador de un PRI que no encuentra cómo acomodar a sus corrientes y liderazgos. Madrazo y sus ofi - cios serían el peor remedio. Pero quiere seguir engañando. No sólo se ofrece como ideólogo del tricolor tabasqueño. También presume de sus relaciones con Peña Nieto y su equipo; unas relaciones que no tiene. Prefi rió la comodidad del Altiplano y ahora quiere ser factor de decisión en la planicie.
Como se suele decir: que lo compre quien no lo conozca. Madrazo tiene a sus operadores que buscan crear la ilusión de que el neomadracismo está de regreso. Floricel Medina se encarga de cabildear entre los políticos; Ady García es “la mujer de la maleta”, la del dinero para tratar de convencer a golpe de sobres y periodicazos, en el viejo estilo. Pero Madrazo Pintado no sólo hundió al PRI nacional y se ofrece de tabla de salvación del PRI estatal -¿olvidan que intrigó para sacar del gobierno a Salvador Neme?- también pontifica sobre cómo debe ser el estado, cuestiona al gobierno de Arturo Núñez y exige resultados pretendiendo ignorar que lo que padecen los tabasqueños es producto del fatídico sexenio de Andrés Granier, pero también de las malas administraciones y el saqueo que el propio Madrazo propició desde 1994 en su campaña para la gubernatura y en los años siguientes. Como atinadamente se preguntó un seguidor de Elba Esther Gordillo en el 2006 y luego se volvió lema de propaganda: ¿Usted le cree a Madrazo?, yo tampoco.