Ahora que Televisa –Teidiotiza le llaman en el común imaginario social- le realiza estruendosos y escandalosos “homenajes” al difunto Roberto Gómez Bolaños, y ha comenzado los trámites ante la Santa Rota Romana por medio de sus acólitos –uno de ellos medio hermano de Emilio Azcárraga Milmo- para, que primero lo declaren beato y, luego santo –proponen se le llame San Chéspiro Narco-, conviene apuntar algunas ideas respecto a este personaje.
Se volvió afamado porque era torpe y estúpido y vivía en una vecindad – paupérrima como las centenas de miles que se habitan en el país en las que el gobierno ha condenado a vivir a los millones de mexicanos. Teidiotiza –o Televisa (como mejor le quiera llamar)- repetía hasta el hartazgo sus programas en horarios Triple A.
Intentaba con esos programas y con esa temática, no sólo burlarse de los mexicanos sino trataba de que los mexicanos se identificaran con ese personaje. Pasa siempre, al igual que en las pésimas telenovelas bobas de Teidiotiza, que con alguno de los personajes de la babeante telenovela, parte de la población se identifica.
Es decir, el efecto psicológico y social era decirle a la mayoría de los mexicanos: tú eres un estúpido como El Chavo del 8, y vives en la mugre y aplastado social y económicamente, si no en una vecindad en casas de pésima calidad.
En cambio, y eso hay que contrastarlo, La Gaviota tiene un palacete de mal gusto –mansión que insulta a los pobres (principales mirones de El Chapulín Colorado), y agravia y afrenta a los millonarios (que ninguno de ellos se ha atrevido a construirse una mansión tan irreverente); pero también agravia al pobretón y zarrapastroso Chavo del 8 que, aunque trabajó 40 años con Teidiotiza, nunca llegó a tener una casa ni la mitad de ostentosa e insultante como la mansión de La Gaviota.
Conviene también apuntar que, el “ilustre” Chavo del 8, el de las frases idiotizantes fue asesor de otros pobres personajes –que padecen y padecieron miseria intelectual y cultural-, cuya estupidez ha dejado una huella indeleble entre los mexicanos: el vaquero Vicente Fox Quesada, a quien “asesoraba” para hacer caballada y media y para decir otras más de supina ignorantia, y el producto Fecalhino (Felipe Calderón Hinojosa) de la derecha conservadora. No le extrañe pues, que durante 12 años, estos dos personajes de la política nacional hayan dicho y hecho tanta burrada; su ejemplo o modelo a seguir era el estupidizante Chavo del 8.
Y que bien que mandaron al tercer lugar en votos a Josefina Vázquez a quien le dedicó sendos spot de propaganda radio y televisiva éste conspicuo personaje, porque si no, los panistas lo hubiesen designado Secretario de Educación o Director de Conaculta.
Por cierto, el día que San Chéspiro Narco murió, 12 minutos después de su deceso, Peña twetteo el dolor que le embargaba por la muerte de tan ínclito personaje. Hay que contrastar tal velocidad ya que tardó 11 días para dolerse de la desaparición forzada o secuestro de 43 jóvenes de Ayotzinapa y 7 –siete- años después aún no sabe de qué enfermedad falleció repentina y extrañamente su exesposa Mónica Pretelin.
Si es cierto, como lo es, que en el país la actitud depredadora y decadente de la televisión y los medios masivos de difusión ha ubicado a los mexicanos en una posición tal que saben a ciencia cierta quien es El Ratón Miguelito y desconocen notoriamente quien fue el dictador López de Santana o la épica hazaña de Don Miguel Hidalgo, también es cierto que hoy, gracias a esa misma acción depredadora de la televisión, idolatran a El Chapulín Colorado y no saben quién fue el reaccionario poeta Octavio Paz –quien, aunque fuese conservador, retardatario y reaccionario no quiere decir que no mereciese el Premio Nobel de Literatura-.
Y a pesar del inmenso daño cerebral que El Chavo del 8 le hiciera a tantos mexicanos, se le puede perdonar. Lo que no se puede ocultar, ni perdonar son sus relaciones públicas, notorias y admitidas por su elenco con narcotraficantes tan dañinos y poderosos como Pablo Escobar Gaviria.
Esta relación de San Chéspiro con el narcotraficante más afamado e importante de esa época fue documentada desde 1988, por el escritor y periodista colombiano Fabio Rincón, en su libro Los recitales del “cartel” (Vargas Editor, original from University of Texas). Y más recientemente por Hugo Sadh en su reportaje Las narcoestrellas de Televisa donde demuestra que ambas televisoras (Televisa y Tv Azteca) han jugado el papel de narcomenudistas entre sus “estrellas”.
El Chespirito que usted creía inocuo o inofensivo, no lo es. Seguía los pasos, con meticuloso celo de Luis Alberto Azcárraga Milmo, hermano –realmente medio hermano adoptivo ya que era hijo de un obispo quien después vendría a ser Cardenal- de Emilito Azcárraga, quien en 1971 fue encarcelado en EU por traficar e introducir heroína al vecino del norte –logró fugarse de prisión y nunca más se ha sabido de él-.
Y el hijo mayor de Gilberto Rodríguez Orejuela (hermano de Miguel, ambos jefes del poderoso Cartel de Cali e implacable enemigo y adversario del Cartel de Medellín de Pablo Escobar Gaviria), Fernando Rodríguez Mondragón afirma en sus libros El hijo del ajedrecista I y II, (Editorial Oveja Negra, 2007 y 2008 –coautor Antonio Sánchez) que Roberto Gómez Bolaños –El Chavo del 8 o Chespirito- era amigo de sus padres y amenizó varios eventos “infantiles” para los hijos de los jefes narcos del Cartel de Cali. María Antonieta de las Nieves –La Chilindrina-confirmó que una fiesta en la que estuvieron en Cali era de los Rodríguez Orejuela.
Carlos Villagrán, personaje de El Chavo del 8 –Quico- declaró en 2008, que Chespirito –Gómez Bolaños- trabajó para los narcotraficantes y que él y su esposa (Florinda Meza –también personaje de El Chavo del 8, como Doña Florinda y La Chimoltrufia-) deberían admitirlo.
San Chéspiro Narco también trabajó con el narcotraficante Amado Carrillo Fuentes –El Señor de los Cielos- dueño, según la PGR, en esas épocas –años 80-90s- del Centro Nocturno de Espectáculos Premier.
Humberto Navarro –la Pájara Peggy del programa La Carabina de Ambrosio- y Paco Stanley –aquel que gritaba al público televiivo “Sí hay”, “deténgame el corte” y que fuese asesinado en El charco de las ranas, eran los principales distribuidores del polvo colombiano. El contacto en Jalisco con el Cartel de allá era el muy famoso padre de El Potrillo. Y San Chéspiro Narco, asesoraba Presidentes, llamaba a votar por el PAN, contactaba y contrataba con grandes capos, embrutecía a decenas de miles mexicanos y, ¡usted lo creía inocuo!