Esther Chávez Cano falleció un 25 de diciembre del 2009 y su activismo fue refugio para centenares de mujeres en su entidad, lanzó el caso hacia la mirada internacional y su nombre se convirtió en piedra incómoda para el Estado luego de documentar su ineptitud, la impunidad y el pobre trabajo de las autoridades que querían soltar el asunto del feminicidio haciéndolo pasar por «crímenes pasionales«, revictimización o en palabras del mismo expresidente Fox: «Aquí no pasa nada«.
Movida por la rabia, Esther Chávez Cano comenzó a acercarse a las víctimas del feminicidio e identificó que las historias se repetían; jóvenes que desaparecían, eran víctimas de asesinatos y las madres se convertían en luchadoras por la justicia ante autoridades negligentes que no pretendían resolver, siquiera, los casos. Esther comenzó a anotar todos estos patrones, nombres, experiencias de vida y testimonios de las madres, su objetivo: Ni una muerta más.
En 1992 fundó el Grupo 8 de Marzo, apoyó en el diseño de acciones para resolver el fenómeno de feminicidios a través de organizaciones no gubernamentales en pro de la mujer y por supuesto, fundó la emblemática Casa Amiga.
Han pasado 15 años desde que México perdió a Esther Chávez y aunque su ideal, reacio, pretendía frenar «los asesinatos en serie» -más tarde nombrados feminicidios- en su adorada Ciudad Juárez, el fenómeno de violencia no sólo parece trasmutar a nuevos espacios más cruentos, sino, además, sigue resultando en un hecho incontenible para el estado mexicano. El panorama feminicida no ha cambiado mucho por aquí.
Este año, Ciudad Juárez Chihuahua figura como la entidad con el mayor número de feminicidios, de enero a noviembre 2024, la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana registro 22 feminicidios; 2 mujeres fueron víctimas de feminicidio en esta ciudad. A esto, se debe hacer la observación de que son sólo los casos registrados y que fueron tipificados de esta manera; existe opacidad para dimensionar la cifra exacta a causa de la dificultad de las autoridades para diferenciar un homicidio doloso de un feminicidio y de registrar formalmente los casos.
En las primeras horas del 2024, Julia, una mujer de 70 años fue asesinada a golpes al interior de su vivienda en Santa María de Guenagati en el Istmo de Tehuantepec, Oaxaca. Julia fue la primera víctima de feminicidio registrada por el Grupo de Estudios sobre la Mujer Rosario Castellanos este año y a partir de ello, el fenómeno de la violencia feminicida se ha mantenido como una constante, por el que el país cierra el año con 734 feminicidios de enero a noviembre.
CASA AMIGA Y RESISTENCIA CONTRA LA VIOLENCIA SISTÉMICA
En noviembre de 1998, Edith Chávez, en conjunto con Irma Campos rentaron una pequeña casa con el objeto de convertirla en un refugio seguro para las víctimas de violencia o madres buscadoras en situación de vulnerabilidad. Y un año después, en 1999 se inauguró oficialmente como un centro de auxilio gracias al financiamiento internacional; sólo había una abogada y una trabajadora social, sin embargo, en ese primer año atendieron 299 mujeres.
El espacio se convirtió en un referente en la entidad, siendo el único refugio donde las mujeres podían acudir en caso de riesgo, sin embargo, el cruce de las violencias, el narcotráfico y la impunidad también pasaban factura en Chihuahua. En 2001, María Luisa Carsoli, sobreviviente de violencia doméstica quien había encontrado refugio en Casa Amiga y posteriormente, se desempeñaría como secretaria del sitio, fue asesinada a la puerta de la organización por Ricardo Medina Acosta.
Ese mismo año, la violencia feminicida alcanzó puntos especialmente álgidos y resultaba imposible dar atención suficiente para todas las mujeres que pedían refugio, así, Casa Amiga cambió de ubicación y se convirtió en un espacio más grande, con más trabajadoras y un programa terapéutico para atender a toda mujer que llegara a la organización.
Actualmente, Casa Amiga Esther Chávez se enfoca a la intervención con mujeres que han sido víctimas de violencia familiar o sexual. El apoyo se brinda de manera confidencial y gratuita, y dependiendo del caso se define el tipo de acompañamiento que se le va a dar a la usuaria: puede ser asesoría legal, psicológica, médica o de trabajo social.
En casos de extrema violencia en los que se considere que la vida de la mujer está en peligro, se le canaliza al refugio “Sin Violencia A.C.”, donde se brinda un lugar seguro a las mujeres y a sus hijas o hijos.
En las instalaciones de Casa Amiga también hay una estancia temporal para las y los hijos de quienes acuden a los servicios, en donde, en caso de ser necesario, se les apoya con la realización de tareas escolares o con problemas de aprendizaje.
También cuenta con la biblioteca “25 de Noviembre”, donde hay una diversidad de publicaciones con información sobre violencia de género (muchos ejemplares son únicos y pertenecieron a Esther Chávez). En este pequeño espacio también se imparten talleres literarios.
En su andar, Esther Chávez enfrentó intentos de desprestigio, como en 2004 cuando los medios locales pretendían denunciarla por su presunto falso activismo o la misma lucha del del -entonces- procurador de Justicia del estado de Chihuahua, José Jesús Silva Solís quien la encaraba negando que en la entidad existiera la impunidad, sin embargo, la palabra de Silva Solís se venía abajo con la robustecida libreta de Chávez quien había documentado todo un fenómeno y destapado una serie de factores sistémicos que el Estado intentaba tapar; ubicaciones, nombres de funcionarios, modus operandi de los feminicidas, edades, observaciones, dónde trabajaban esas mujeres, qué situaciones les atravesaba y dónde estaban fallando las autoridades.
Nombrar a Esther Chávez Cano es reconocer lo que aún duele, saber que el patriarcado que ha reproducido la violencia no se doblega, pero las mujeres que luchan menos; que las vidas se apagan, pero las voces permanecen y nos inspiran a seguir de pie hasta abolir el fenómeno feminicida. En palabras de Esther:
«El camino por delante es largo y arduo, pero llega el momento de que mi voz se apague para que se escuchen nuevas voces que lleven adelante la causa de las mujeres» -Esther Chávez
«Esther Chávez Cano es una mujer menuda, pero recia; cálida, pero firme. Camina pausado, pero no se detiene; le falta tiempo y le sobra vida para hablar sobre lo que desde hace nueve años ha considerado: «una tragedia».
Con su figura delgada, sus lentes y su cara espigada, Esther recorre las calles de Ciudad Juárez a pie o en coche. Ha recorrido los lotes desérticos de una ciudad que la acogió desde hace 20 años, pero que le robó la vida a más de 200 «jovencitas», como las llama.
Esther conoce no sólo las calles y los lotes baldíos; también conoce a las personas. En su libreta de direcciones se encuentran los nombres y teléfonos de las madres de las mujeres que han perdido la vida en Ciudad Juárez. Su libreta es un poco como la propia Esther: con el paso de los años crece.», Cimacnoticias en Esther Chávez Cano: Una vida dedicada a buscar justicia publicado en 2002 por Sonia del Valle.