 Los casos de depresión y ansiedad han crecido en las juventudes y son dos de los factores que pueden llevar al suicidio.
                                        
                                        Los casos de depresión y ansiedad han crecido en las juventudes y son dos de los factores que pueden llevar al suicidio.
                                    La interacción constante en redes sociales —donde también se han trasladado la violencia, el acoso y la discriminación— junto con hábitos dañinos como pocas horas de sueño, sedentarismo y uso problemático de sustancias inciden en la salud mental de los adolescentes. A esto se suman la comunicación insuficiente con los padres, la violencia intrafamiliar y la exclusión social.
Los datos muestran que los 15 a 19 años concentran una preocupación creciente: en 2024 este grupo presentó la segunda tasa más alta de suicidio (10.2 por cada 100,000 habitantes), apenas por detrás del segmento de 30 a 44 años. En total, ese año se registraron 8,856 defunciones por suicidio en personas de 10 años en adelante.
Entre 2004 y 2024, más de 17,900 adolescentes de 15 a 19 años se suicidaron, lo que representa un incremento de 63% en dos décadas. También se han observado aumentos entre niños de 10 a 14 años: 4,364 suicidios en ese lapso, un alza de 55%.
Especialistas consultados señalan que la depresión y la ansiedad, condiciones en aumento entre las juventudes, son factores que pueden conducir al suicidio. Los expertos destacan además que, aunque la conversación sobre salud mental ha ganado terreno y se ha reducido el estigma, el acceso a atención especializada sigue siendo insuficiente.
Se estima que en el país hay solo alrededor de tres psiquiatras por cada 100,000 habitantes, con notables diferencias entre entidades: la Ciudad de México concentra una tasa mucho mayor que varios estados donde hay apenas unos pocos especialistas para toda la población.
“Hablar de salud mental sin prejuicios y detectar señales a tiempo puede salvar vidas.”
El gasto público destinado a salud mental es limitado, y no alcanza las recomendaciones internacionales; la falta de cobertura presupuestaria y la saturación de los servicios públicos dificultan la atención oportuna. Los especialistas insisten en la necesidad de capacitar al primer nivel de atención para detectar y canalizar problemas de salud mental.
La irrupción de la inteligencia artificial en el acompañamiento emocional también genera debates. Si bien algunas aplicaciones pueden ofrecer apoyo útil para pacientes con problemas leves, hay evidencias de que no son seguras para personas con trastornos psicóticos o ideaciones suicidas. Los expertos alertan sobre casos en que interacciones con bots han proporcionado información dañina a usuarios vulnerables.
En el plano preventivo, los profesionales recomiendan hablar abiertamente sobre las emociones y sobre el suicidio. Señalan que preguntar directamente por ideación suicida puede reducir el riesgo, y subrayan señales de alerta como expresiones de desesperanza, cambios de conducta, aislamiento, autolesiones, regalar pertenencias o indagación de métodos.
Los especialistas llaman a actuar con prontitud: valorar de inmediato en urgencias a quienes han tenido ideación o intentos, fortalecer la detección temprana y ampliar la cobertura de servicios de salud mental, especialmente entre adolescentes.
 
                             
                                                     
                                                     
                                                     
                                                     
                                                     
                                                     
                     
                     
                     
                     
                     
                     
                             
                            