La protesta, que se prolongó por horas, creando un congestionamiento con unidades de carga, de transporte público y privada varados, fue en reclamo de una compensación por daños a cultivos y acciones urgentes ante la contaminación ambiental que, según denuncian, afecta su salud y medios de vida de la población.
Entre las comunidades movilizadas destacan San Rosendo, Santa Isabiela, colonia El Parnaso y los poblados C-31 y C-29, cuyos habitantes aseguran que por cinco años han soportado fugas de gas y contaminación derivadas de las operaciones de Pemex. “Queremos respirar aire puro, atentamente: Los niños” y “No más contaminación” son algunos de los mensajes plasmados en pancartas, donde también reclaman el incumplimiento de acuerdos de reparación prometidos por la empresa estatal en 2019.
La tensión escaló horas antes cuando automovilistas, frustrados por el cierre vial, intentaron forzar el paso, lo que provocó enfrentamientos verbales y empujones. Agentes de la Policía, apoyados por efectivos del Ejército y la Guardia Nacional, intervinieron para calmar los ánimos. Pese a los llamados de las autoridades para reabrir la circulación, los manifestantes se mantienen firmes: exigen diálogo directo con representantes federales y soluciones concretas.
Además de los bloqueos, los pobladores señalan que los olores tóxicos provenientes de la batería de Pemex han generado enfermedades respiratorias y pérdidas agrícolas. “No dormimos tranquilos; el gas nos enferma”, declaró una mujer del ejido Santa Teresa. Mientras, camiones de carga y vehículos particulares permanecen varados en ambas direcciones de la vía, agravando la crisis en la región. La empresa petrolera no ha emitido un comunicado oficial, aunque fuentes locales indican que se espera una reunión entre líderes comunitarios y funcionarios. La protesta refleja un conflicto socioambiental prolongado, donde la demanda de justicia se entrelaza con el reclamo de derechos básicos a la salud y un medio ambiente sano.