“Los mercenarios extranjeros echan más leña al fuego de la guerra de los cárteles mexicanos. Traen experiencia de otros campos de batalla y conocimientos sobre tecnología de combate, desde coches bomba hasta minas terrestres improvisadas”, detalló Grillo.
Tim Sloan, quien dirigió la oficina de la Ciudad de México de la Oficina de Alcohol, Tabaco, Armas de Fuego y Explosivos de Estados Unidos hasta 2022, mencionó que exmiembros de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) han desarrollado tecnología de armas que trabajan principalmente con el Cártel de Jalisco Nueva Generación (CJNG). Los exintegrantes de la guerrilla colombiana emplean morteros caseros, minas terrestres y hasta bombas lanzadas desde drones.
Aunque el periodista cita ejemplos de detenciones de colombianos en la Ciudad de México, el reciente episodio de violencia ocurrido en Técpan de Galeana, en el estado de Guerrero, también exhibe la realidad de este trabajo de enlistamiento de personas extranjeras, pues la mayoría de las personas detenidas por el ataque ocurrido la madrugada del 24 de octubre eran de origen guatemalteco, mientras que una más era salvadoreña.
Entre las sierras Michoacana patrullan con armamento exclusivo del Ejército mexicano integrantes del Grupo Operativo Lagarto, brazo armado del Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG), que actualmente sostiene una guerra contra Los Viagras, Migueladas, Cártel de Tepalcatepec y los Caballeros Templarios.
El corresponsal de Time Magazine, France24, The New York Times y otros medios internacionales también menciona que mafiosos de Michoacán emplean a colombianos para que sus integrantes reciban adiestramiento en tácticas militares, incluyendo el uso de rifles de francotirador y explosivos improvisados, esto con el fin de hacer frente a su guerra con el CJNG.
Sin embargo, añade, la propia mafia de Jalisco ha reclutado a extranjeros para sus fuerzas paramilitares, las cuales “utilizan drones armados y granadas propulsadas por cohetes”.
El reportaje cita un informe que desvela la existencia de al menos cinco mil exsoldados colombianos activos como mercenarios en todo el mundo, algunos de ellos detenidos mientras luchaban en Ucrania y efectuaron el asesinato de Jovenel Moïse, Presidente de Haití.
Los colombianos, detalla Grillo, han contribuido al aumento del uso de drones blindados y minas terrestres improvisadas en zona de conflicto. Además, considera que es probable que miembros de guerrillas les enseñaran técnicas para la fabricación de coches bomba a los miembros de los cárteles.
Aunque algunos extranjeros combaten en algunas partes del mundo por ideología, en México van por una cosa más que clara: dinero.
El periodista cita a la revista Proceso, que detalló que en un grupo de WhatsApp de soldados colombianos se mostraban los salarios que los cárteles les pagaban por su trabajo: 800 dólares semanales a soldados regulares y mil dólares semanales a soldados especialistas.
Estas cifras pueden generar sueldos por hasta cuatro mil dólares al mes, equivalentes a más de 80 mil pesos mexicanos.
Si bien Grillo detalla que los colombianos cuentan con una “reputación particular” después de 60 años de guerrillas en su país y ser considerados “algunos de los mejores combatientes del mundo en la guerra en la jungla”, estos no son los únicos foráneos que se unen a las filas de las facciones criminales de México.
El periodista cita igualmente a las fuerzas especiales de Kaibil de Guatemala quienes, dice, ayudaron por primera vez a “elevar el nivel de violencia” cuando lucharon con el Cártel de Los Zetas.
Estas personas, agrega, continúan derramando sangre en la frontera entre Chiapas y Guatemala.
“Los combatientes extranjeros pueden aportar tácticas más despiadadas.
A medida que los Zetas se expandieron en Guatemala, reclutaron a veteranos del ala de élite de los Kaibiles del ejército. […] Los Kaibiles lucharon con los Zetas en ciudades mexicanas como Acapulco y desataron tácticas brutales como las decapitaciones, que habían utilizado en la Guerra Civil guatemalteca”, detalla el reportero estadounidense.
En un episodio más reciente, en 2022, el Ejército mexicano encontró uniformes de Kaibiles en campamentos de narcotraficantes en Chiapas.
Además, reportó que hombres armados que se movían de un lado a otro de la frontera sur de México.
Pandilleros hondureños y salvadoreños, estos últimos protagonistas de la polémica política de seguridad del Presidente Nayib Bukele, también ha sido algunos de los incorporados en escuadrones de los cárteles.
Pero incluso veteranos del ejército estadounidense han caído en las filas del crimen organizado. Ioan Grillo refiere que algunos de ellos desempeñan un papel en las matanzas al sur del Río Bravo, en la zona fronteriza entre México y Estados Unidos.
“Un poderoso traficante en una prisión estadounidense también me reveló que los cárteles tienen antecedentes de contratar a veteranos militares estadounidenses en los propios Estados Unidos para viajar a México a luchar”, relató.
RECLUTAMIENTO DE EXTRANJEROS NO ES HISTORIA NUEVA
En la historia reciente del país, las agrupaciones criminales mexicanas han reclutado en el pasado a miembros de agrupaciones de élite y a miembros de pandillas de esta región del continente.
Un reportaje publicado en SinEmbargo por el periodista Obed Rosas señala que en 2006, en pleno estallido de la guerra contra el narcotráfico, existe el antecedente de los ya mencionados kaibiles, fuerza de élite militar de Guatemala, como sicarios de Los Zetas, quienes además fueron señalados por las autoridades de haber reclutado a maras salvadoreños.
Hasta el momento se desconoce si los sicarios guatemaltecos y la salvadoreña detenidos recientemente en Técpan pertenecían a una agrupación de este tipo.
Lo que sí se sabe es que tenían en su poder un arsenal proveniente de Estados Unidos, un país desde el cual llegan la mayoría de las armas que emplean las organizaciones criminales mexicanas y que el Gobierno federal ha llevado un largo proceso de litigio contra fabricantes y distribuidoras de armas en dicho país.
De acuerdo con cifras de la Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE), cada año entran alrededor de 200 mil armas de manera ilegal al país. A su vez estimaciones oficiales, entre 2009 y 2019 entraron más de 2 millones de armas de manera ilegal al país -más de 200 mil cada año-, de las cuales 1.7 millones están en circulación.
A eso hay que sumar datos de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) citados en el informe titulado “¿De dónde vienen las armas ilegales en México?”, elaborado por el Programa de Seguridad Ciudadana de la Universidad Iberoamericana, donde se establece que las fuerzas de seguridad y procuración de justicia federales y estatales reportaron 17 mil 366 armas perdidas o extraviadas entre 2006 y 2020, de las cuales 25 por ciento son armas largas y 75 por ciento cortas.
La mayor cantidad de armas fue extraviada por las corporaciones federales, además de las de la Ciudad de México y los estados de Guerrero, Chihuahua y Veracruz.
Grillo también observa que el reclutamiento de extranjeros y expandilleros a cárteles viene de años atrás. Por ejemplo, cita los años noventa cuando el Cártel de Tijuana había contratado a aproximadamente miembros de la pandilla de Logan Heights, ubicada en San Diego, California, para que trabajaran como sicarios en México.
Su paso por el país dejó una gran mancha de sangre, incluyendo el asesinato del Arzobispo Juan Jesús Posadas Ocampo en Guadalajara, en mayo de 1993.
Aunque no refiere a temporalidad, el Secretario de Seguridad y Protección Ciudadana, Omar García Harfuch, coincide que la unión de extranjeros a las filas del crimen organizado no es un asunto nuevo. “No es la primera vez que pasa”, asegura.
El funcionario federal señaló que cada año prevalece una gran cantidad de extranjeros detenidos por delitos como extorsión, los préstamos “gota a gota”, entre otros, por lo que consideró que es un tema que hay que darle atención y que se buscará llegar al fondo del asunto.