En México las masas están controladas e idiotizadas. En México los medios de comunicación y las instituciones de Estado ya caducas, han creado lacayos (y no ciudadanos) serviles al sistema establecido. México no es una República. México vive con una monarquía absoluta mantenida por las oligarquías económicas de Estados Unidos. Por eso México es el trasero del imperio norteamericano. México es el basurero de éste imperio, pero de este basurero se han siguen enriquecido los hombres de negocios y las familias con mayores fortunas, propietarios de empresas cotizadas en la bolsa mexicana: Carlos Slim, Salinas Pliego, Azcárraga Jean, Isaac Saba, Germán Larrea Mota, Jerónimo Arango, Roberto Hernández, Alfredo Harp Helú, Lorenzo Sambrano, María Asunción Aramburuzabala, Eugenio Garza, Carlos Peralta, etcétera.
Mientras la masa trabajadora devenga el mísero salario de 52 pesos diarios, porque así lo establece el tabulador de la Comisión Nacional de Salarios Mínimos, supuestamente conformados por los patrones, trabajadores y el Estado. La clase media ya no existe en México. Está en vía de la pauperización. Y precisamente en este grupo social existen los más “letrados”, conscientes de las realidades de México. Pero también están los que estudian y egresan de las universidades, quienes luego se estrellan con otra realidad: dedicarse de tiempo completo a la economía informal porque no existen opciones por el cual obtuvieron el título. Y la economía informal no implica sólo la venta de CD piratas o mercancías provenientes de china que entran sin problema alguno en nuestros puertos, sino en la producción y venta de mariguana y cocaína, pero que los adictos gringos pagan muy bien.
Pero ¿cuáles son los ejes de control hacia las masas en México? Estados Unidos no necesita intervenir militarmente al pueblo mexicano. La economía de mercado, ésta que no opera de igual modo en Estados Unidos, en la Comunidad Económica Europea, en China, en Japón, en Francia, en Italia y en Rusia, ha creado condiciones (o mecanismos) específicas de consumo “forzado” para saquear al país desde abajo. Las megas tiendas de autoservicios trasnacionales (que en Villahermosa ya existen muchas) se han convertido en auténticos coyotes del mercado (o intermediarios); han desplazado al sector primario y pagan el salario más bajo del planeta. Y sin embargo nosotros nos preguntamos por qué la “ciudadanía” mexicana no reacciona ante los más detestables actos de Estado (y de las empresas trasnacionales) que avasallan y violan flagrantemente las garantías individuales y los derechos de los trabajadores. La respuesta es sencilla: estamos convertidos en masa amorfa, la cual quiere decir que no tenemos conciencia plena de nuestras realidades. ¡Quiénes imponen esa miopía en la masa?
Los medios de comunicación en manos de los gánsteres del periodismo y de los capitales antipatriotas que explotan a su favor la globalización y la economía de mercado. Son los mismos que, por cierto, quieren sacar de la jugada política a Andrés Manuel López Obrador. Pero volviendo al tema, dije al principio que Estados Unidos no necesita intervenir al pueblo mexicano, porque ya está “dominado”. Es la lógica del imperio: producir y reproducir lacayos serviles a la globalización y al “neoliberalismo”, a las cuales encajan muy bien las intervenciones de las sectas protestantes (y aún de la iglesia católica por anacrónica) cuyas matrices están en el seno de la Unión Americana, incluyendo a los mormones.
El papel de las sectas protestantes ha reforzado actitudes de dominación (en la voluntad) hacia los sectores más pobres y marginados de nuestro país. Nuestra clase política también le ha entrado a esas perversas doctrinas de domesticación en las mentes de niños, jóvenes y adultos. De ahí proviene nuestra pobreza mental. Sólo recordemos que en el nombre de Cristo y de Jehová se han hecho las peores atrocidades en este país. Sin embargo las necesidades hacia una vida más digna y cargada de valores, son campos perfectamente explotados por los medios de comunicación, las sectas protestantes, el Estado y los capitales trasnacionales. Es el capitalismo degradante, pero benéfica a los dueños de México.
Nada más que la vida digna cargada de valores humanos, de aquella que pase de la mentira a la realidad, le está costando mucha sangre al pueblo mexicano; hoy, en pleno tercer milenio.
