• La Verdad del Sureste |
  • Domingo 07 de Diciembre de 2025

Indígena de caso Acteal pide ayuda para vivir

Expulsados de su comunidad, sin casa ni trabajo, la familia Luna Pérez se refugió en los penales

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Agencias


TUXTLA GUTIÉRREZ/  El indígena tzotzil Mariano Luna Pérez, ligado a la matanza de Acteal, sigue celebrando su excarcelación el pasado 13 de octubre, después de 12 años y siete meses tras las rejas, primero en Cerro Hueco y luego en El Amate.
    No obstante, la liberación no fue individual pues con él salieron libres también su esposa y su hijos quienes desde hace cinco años vivían en la penitenciaria.
    En El Amate nacieron sus hijos José Mariano, Luis Fernando y Marco Antonio Luna Gutiérrez, aunque también le acompañaba en prisión su hija Adriana; el resto, Eduardo, Angelina y Juan Carlos Luna Gutiérrez se mantuvo fuera.
    Detalla que es oriundo de Los Chorros, municipio de San Pedro Chenalhó, “donde dejamos campos de cultivo, ahora lo que más deseo es volver a sembrar mi maíz, frijol, cultivar mi café, todo junto con mis hijos; sin embargo, mi libertad no me ha devuelto todo lo que tenía, no puedo regresar a mi comunidad, menos con familia”.
     “Toda la vida trabajamos en el campo, es lo que nos gusta y sabemos hacer, si nos dieran a elegir pediríamos eso, pero nos dijeron que no podemos ni pensarlo, no vamos a regresar” , añade.
     “Primero está mi familia, si el no regresar a mi hogar es seguridad para mis hijos, ni lo intentaré, aunque yo no maté a nadie” , sostiene.
     Se queja de que “con la cárcel me quitaron la vida, se la quitaron a mi esposa, a mis hijos, ahora no tengo casa ni dinero, ni con qué curar a mi esposa que se encuentra delicada de salud” .
     Ante la mirada de uno de sus abogados, Luna agrega que la irresponsabilidad de la PGR, entonces bajo el mando de Jorge Madrazo Cuéllar, tuvo un elevado costo para los indígenas, pues “no se aclaró la masacre y se encarceló a inocentes” .
    Su hija Adriana comenta que “estuvimos mucho tiempo viviendo en el Amate con mi papá, no teníamos dinero para pagar renta, ni un lugar donde dormir, por eso estuvimos ahí junto a él, teníamos que salir a trabajar para comer” .
    “No tenemos casa ni familia que nos apoye, mi papá trabajaba en la prisión lavando ropa, nos quedábamos a dormir, a veces salíamos cada semana a buscar trabajo, la verdad es que nos permitieron vivir adentro y no lo se por qué, al principio teníamos temor, pero la cárcel fue nuestra segunda casa” , afirma.
    Recuerda que “salíamos y entrabamos a diario en algún tiempo, hoy celebramos la libertad de todos y juntos vamos a ver qué hacemos para comer y vivir, y manifiesta su preocupación porque “ a lo mejor en la capital la vida es muy cara”.