Calaverita hermanas Ramírez
En Tabasco la huesuda andaba,
con su guadaña que relumbraba,
oyó de Fernanda y de Elisa el rumor,
“¡Son campeonas!”, gritó con fervor.
Fernanda en la rítmica volaba,
con cintas, aros y gracia encantaba,
la flaca al verla quiso entrenar,
pero en un lazo fue a enredar.
“¡Qué disciplina, qué poderío!”,
dijo la muerte con escalofrío,
“por ese esfuerzo y tanto sudor,
te llevas el premio, mi gran honor.”
Mas Elisa, patinando ligera,
la esquivó con sonrisa sincera,
cuatro oros, una plata, un bronce también,
la calaca exclamó: “¡qué nivel tan bien!”
Entre giros, medallas y gloria,
las hermanas grabaron su historia,
y aunque la muerte quiso su trofeo,
ellas siguieron vivas… ¡ni modo, ni veo!
Calaverita GP CDMX 2025
La Muerte fue al autódromo, bien puntual,
quería ver a Checo, su piloto ideal.
Buscó en los pits, en Red Bull y en la recta,
mas no lo halló… ¡qué sorpresa tan seca!
“¿Dónde está mi tapatío veloz?”, gritó,
“sin él este Gran Premio ya se apagó.”
Los fans con velitas y flores lloraban,
mientras los motores apenas rugían, callaban.
Sin Checo no hay gritos ni emoción,
la huesuda se fue con frustración:
“¡El podio no brilla sin mi campeón!
¡Regresa, Checo, a la afición!”
Calaverita Alejandro Kirk
La huesuda fue al diamante, queriendo batear,
oyó que Kirk andaba listo pa’ jonronear.
“Si juega el tijuanense, me voy a lucir”,
pero al primer swing del catcher… ¡la vio salir!
Desde Toronto retumbó la emoción,
México gritaba con gran devoción.
“¡Kirk la botó!” rugía la afición,
y la flaca en la grada perdió la razón.
Con casco y guante, firme en el home,
la Parca intentó, mas falló su don.
“Ese muchacho no teme al dolor,
tiene más fuerza que mi panteón.”
Los rivales caían sin compasión,
el mexicano les daba lección.
Ni el lanzador pudo disimular,
que frente a Kirk, solo toca rezar.
Al final la muerte, cansada quedó,
y su guadaña al dugout dejó.
“Te dejo jugar, paisano feroz,
que al béisbol honras con fuerza y con voz.”
Calaverita Saúl “Canelo” Álvarez
En el ring la Muerte llegó con guante,
y vio al Canelo firme, listo pa’l truante.
Mas Crawford, ágil con su estilo variante,
golpeó al rojizo con tino elegante.
La Catrina leyó: “Tus coronas caen ya”,
los cuatro títulos quedaron a la par.
Canelo respiró su propia humanidad,
y aceptó el zurdazo que lo mandó a recostar.
En el Alíegant retumba el ataúd de un cinturón,
que cayó al suelo por un puño y un montón.
Y la Parca sonríe entre risas y redoble:
“Ni todos los pesos te salvan del doble”.
Pero al campeonazo la honra no le quitan,
aunque en esta ronda la muerte lo aguita.
Porque quien pelea con alma y corazón,
aunque pierda la corona, conserva la razón.
Calaverita Arturo León
La Muerte visitó el cuadrilátero tabasqueño
buscando al gallo de espíritu risueño.
“Arturo León”, le dijo al campeón,
“tu nombre ya vive en la eternidad del corazón.”
Sin corona, pero con historia,
tu puño escribió páginas de gloria.
Desde Cárdenas al mundo dejaste honor,
boxeador fino, maestro y formador.
Hoy el deporte te rinde tributo sincero,
a un hombre noble, valiente y entero.
Descansa en paz, campeón sin rival,
tu legado en el ring será inmortal.
