Su cuenta pública del ejercicio fiscal 2023 fue reprobada por los integrantes de la Comisión de Auditoría Gubernamental y Cuenta Pública.
Empezará su calvario, pues será objeto de señalamientos de toda índole en su pueblo, que es donde mejor se conoce cuál fue su estilo de vida durante el tiempo en que despachó en la presidencia municipal.
En bien cierto cuando se dice que el pueblo es sabio, pues sabe quién es quién en su comunidad, si lo que tiene el gobernante es producto de su esfuerzo o de meterle mano al presupuesto.
Pueblo chico, infierno grande, dice el dicho popular.
Por lo pronto, Garrido Argáez tiene cuentas pendientes por aclarar por alrededor de 65 millones de pesos, según el dictamen elaborado por la comisión y que bajará al pleno el próximo jueves, recursos que fueron observados por el OSFE en el informe de resultados que en agosto pasado entregó a la Cámara de Diputados.
Estamos hablando de una muestra aleatoria que es auditada por el órgano fiscalizador no de la gestión completa del exedil del año pasado.
Si hubiera una revisión más a fondo, muchas cuentas públicas no pasarían el cedazo legislativo, pero el hubiera no existe, de modo que, por ahora, nos tenemos que conformar con esta especie de ajusticiamiento selectivo.
Estamos seguros que no es el único expresidente municipal que cometió irregularidades en el manejo y aplicación del gasto público, pero hasta ahora su cuenta pública es la única que no pasó el tamiz de los diputados que forman parte de la comisión encargada de calificar la de los tres poderes, los 17 ayuntamientos y órganos autónomos.
VUELTAS QUE DA LA VIDA
No es la primera vez que Garrido Argáez se mete en problemas.
Lo hizo en el primer año como alcalde por tratar de manera grosera a la actual presidenta municipal, Marisol Villamayor Notario, cuando desempeñaba su labor como Síndica de Hacienda.
De acuerdo con la ley, ella tenía la facultad de representar jurídicamente al Ayuntamiento de Jonuta “en la gestión de las negociaciones de la Hacienda Municipal y presidir la Comisión de Hacienda” del Cabildo.
Es decir, cualquier gasto o erogación pasa por sus manos y tiene que ser aprobado por ella. Sin su firma no procede nada.
Eso no le pareció al sobrino de Raúl Ojeda y desconoció la personalidad jurídica de Villamayor Notario.
Maniobró para que el Cabildo la destituyera ilegalmente e imponer a un incondicional para que pudiera manejar a su antojo los recursos públicos sin el visto bueno de ella.
Estaba claro que le estorbaba.
Villamayor Notario se inconformó y presentó una queja ante el TET por violencia política en razón de género en contra del alcalde y por usurpación de funciones el órgano jurisdiccional falló a su favor.
El tribunal echó abajo esa argucia legal a la que se prestaron regidores incondicionales de Garrido Argáez.
Fue restituida como Síndica de Hacienda, pero le siguieron haciendo la vida imposible por lo que prefirió dejar el cargo.
Ahora sabemos por qué no quería que Villamayor Notario asumiera su labor de Síndica de Hacienda, quería manga ancha para disponer del presupuesto a su antojo, tanto que ahora no ha podido justificar el gasto de 65 millones de pesos.
No es la única irregularidad hallada en la gestión de Garrido Argáez.
El proceso entrega-recepción arrojó otro faltante por 60 millones de pesos en su último año en el cargo y que será revisado hasta el año próximo.
Estamos hablando de 125 millones de pesos que no ha podido ni creo que vaya a comprobar.
El gobernante que se roba el presupuesto actúa en contra del pueblo, pues ese dinero desviado no se traduce en obras y servicios en beneficio de la población.
No basta con reprobarle la cuenta pública a un mal alcalde sino exigirle que devuelva lo robado y que pague por ello.
El lunes pasado pasaron sin problemas las cuentas públicas del Ejecutivo, Legislativo y Judicial y las de los órganos autónomos.
A la del exgobernador, el OSFE sólo le halló “mínimas observaciones” que no ameritaban su reprobación.
Cuesta trabajo creer que así haya sido, sobre todo, porque en ese gabinete había personas que no eran servidores públicos sino pillos de siete suelas.