Siguió el ejemplo del expresidente Andrés Manuel López Obrador de dirigirse a los ciudadanos a través de canales de comunicación oficiales sin ninguna clase de intermediarios, en un ejercicio, también, de rendición de cuentas.
“Nunca antes un gobernador había estado tanto ante los medios en vivo, informando, contestando preguntas y rindiendo cuentas al pueblo”, dijo el mandatario en un mensaje dirigido a la población tabasqueña en el inicio de la conferencia matutina.
“Esto es la democracia. Y es posible, porque no tenemos nada que ocultar. Todo lo contrario, tenemos mucho que informar de lo que estamos haciendo para bien del pueblo”, añadió.
Hizo un recuento de lo que ha sido su gestión en los tres primeros meses de su administración y último trimestre de 2024, que le tocó cerrar.
En ese lapso, se realizaron 28 conferencias de prensa, las cuales han sido concurridas y, en un diálogo circular con reporteros, respondió más de 200 preguntas formuladas en tres meses. Su antecesor no quiso implementar esa estrategia de comunicación puesta en práctica por López Obrador.
EL DESPRECIO POR LA GENTE
Por el contrario, mantuvo un trato distante con los medios. Hizo evidente su animadversión hacia los periodistas a muchos de los cuales los trató de manera grosera. Su desprecio era más que evidente.
Desapareció la Coordinación de Comunicación Social y Relaciones Públicas, sin diseñar una propuesta distinta en la materia. Creó una Unidad de Información que sólo se dedicó a producir boletines y su titular, a pesar de tener la experiencia reporteril, se perdió en la mediocridad.
Fue lamentable la política de comunicación en el gobierno de Adán Augusto López Hernández. En el 2021 se fue de secretario de Gobernación y dejó como su interino a Carlos Manuel Merino Campos, quien también adoleció de lo mismo y eso que había incorporado a un priista experto en cañerías, como lo es Juan Carlos Castillejos, un tipo que cuando estaba en el exilio en Veracruz, corrido del estado por Humberto Mayans Canabal en el sexenio de Granier, escribía en un medio veracruzano donde publicaba textos ofensivos en contra del presidente López Obrador.
Pero como era amigo de Merino Campos, le permitieron incorporarlo a su gabinete y sus antiguos aliados en los medios le sirvieron en la guerra sucia que lanzaron a la hoy presidenta y al hoy gobernador, a los que ahora, por cierto, adulan a más no poder en un intenso de congraciarse con ella y con él.
Pensaron que bastaba con dar una entrevista mensual en un medio radiofónico, el más escuchado en el estado, la gente estaba más que informada de las acciones de gobierno. Las entrevistas fueron infumables. Mostró su incapacidad, sus limitaciones y su pobreza intelectual.
Además, se sabe que había una nómina secreta, que mes con mes pagaba el exsecretario de Administración y diputado local con licencia, Carlos Íñiguez Rosique, apodado “Caliche”, en la que figuraban varios comunicadores, varios de los cuales mantienen una actitud crítica, rayando en el insulto, hacia el gobierno de Javier May.
En el sexenio de López Obrador ningún mandatario estatal retomó ese modelo de comunicación. Rara vez ofrecían conferencias de prensa, salvo en casos excepcionales que lo ameritaban o porque en esa ocasión al expresidente le tocaba ir en gira de trabajo al estado que gobernaban y entonces participaban de las mañaneras.
Acabó el gobierno de López Obrador y la presidenta Claudia Sheinbaum retomó esa medida que ella denominó “la mañanera del pueblo”. Varios gobernadores predican con el ejemplo. Uno de ellos es Javier May, quien tres veces a la semana convoca a los medios para llevar a cabo “un verdadero ejercicio de comunicación democrática”.
Bajo su mandato, “lo público ahora es más público”. Y en la atención a los reporteros, han preguntado lo que han querido, porque “no hay censura”. De ese modo, señala el mandatario, “el pueblo está informado de manera directa de quienes tenemos la responsabilidad y el honor de servirle”.
A las conferencias matutinas han acudido prácticamente todos los miembros de su gabinete, los responsables del gabinete de seguridad estatal y funcionarios federales, como el director del Infonavit, Octavio Romero Oropeza y la titular de Alimentación para el Bienestar, María Luisa Albores.
El pueblo se entera de viva voz lo que el llamado “gobierno del pueblo” está haciendo para cumplir los 50 compromisos asumidos en campaña. Los hechos hablan y amor con amor se paga.