En redes sociales, lo peor del periodismo tabasqueño, como lo definió un colega, trata a toda costa de defender lo indefendible: el modelo criminal que operó con el consentimiento u omisión de quienes gobernaron Tabasco hace seis años.
Y si algún medio local publica lo que se dice de quien era el principal responsable en el estado, Como La Verdad del Sureste, que pone en tela de duda su versión, se le van encima con toda clase de ataques y los tildan de traidores o cosas peores.
Se ofuscan porque se informa con veracidad sobre lo que dicen los reportes de inteligencia militar acerca de las actividades criminales de Bermúdez Requena, citados por la prensa nacional en extensos reportajes que exhiben la gravedad del caso: la captura de las instituciones de seguridad del estado para delinquir con la certeza de que sus actos quedarían impunes al ser ellos mismos autoridad y delincuentes.
Nunca un estado había quedado tan expuesto y supeditado a la delincuencia organizada, y que los encargados de combatirla haya sido sus principales protectores y que además cometieran toda clase de delitos: robo de combustible, extorsión, secuestro, tráfico de migrantes, armas y drogas.
¿En manos de quién estaba la seguridad de Tabasco? ¿Cómo era posible que la principal autoridad del estado no estuviera enterada que su secretario de Seguridad era el que comandaba un grupo criminal? Inadmisible, injustificable decir que no sospechaban de él.
¿Cómo es posible que por unos pesos malos periodistas se empeñen en defender a criminales y amenacen a quienes han tenido el valor de denunciar toda esta pudrición que brotó en el sexenio anterior?
No hay modo de defender a los exgobernadores, tienen mucha responsabilidad de la violencia desatada cuando en diciembre de 2023 a los líderes de “La Barredora” les ganó la ambición y comenzaron a disputarse el botín y que escaló a niveles alarmantes en la entidad.
Esta complicidad u omisión, como se quiera ver, causó mucho daño a los tabasqueños y acabó con la paz y la tranquilidad de la población. Es un hecho grave que tiñó de rojo al estado y convirtió a Villahermosa en la ciudad del miedo y la violencia.
Esa es la razón principal por la que se está actuando con todo contra los responsables de lo que sucedió en Tabasco en el sexenio pasado, y ya lo ha advertido la presidenta Claudia Sheinbaum, se va a ir hasta el fondo y no se encubrirá a nadie si resulta implicado en esta trama criminal.
No habrá perdón ni olvido, sino todo el peso de la ley. Esa es la instrucción y ninguno del anterior gobierno está exento de castigo en caso de que las investigaciones los incriminen.
No se trata de un caso de corrupción como hay y ha habido en gobiernos anteriores o de un fraude o desvío de recursos. Estamos hablando de que la seguridad del estado estuvo en manos de criminales y quienes los nombraron sabían, porque habían sido alertados a tiempo, de que no eran elegibles precisamente por sus vínculos con la delincuencia organizada, y, sin embargo, desoyeron esas advertencias y les otorgaron licencia para delinquir con charola, como sucedió en los gobiernos priistas de Manuel Gurría Ordóñez, Roberto Madrazo y Manuel Andrade Díaz.
Se equivocan también ciertos analistas que ven este asunto como si estuviéramos en los tiempos del PRI-gobierno, que como se trata de un asunto político al principal responsable de que Hernán Bermúdez haya llegado tan lejos, si resiste un poco más, no pasará nada con él, no lo tocarán, y hasta puede estar en la sucesión presidencial de 2030. Una visión muy simplista, anclada en el pasado.
LE HACE EL JUEGO A TRUMP
No advierten la gravedad del caso, que en esta ocasión rebasó la esfera de lo político. Aliarse al narco desde el poder y poner en riesgo la seguridad y tranquilidad de un estado, no puede pasarse por alto, mucho menos cuando México ha estado sujeto a las presiones de Estados Unidos que acusa al gobierno federal de no hacer lo suficiente para combatir a los cárteles de las drogas y que hay políticos vinculados a la delincuencia organizada, que la protegen.
El caso Bermúdez Requena parece darles la razón a un presidente tan injerencista como Donald Trump que quiere a fuerzas enviar efectivos militares a nuestro país para combatir a los narcos, porque, sostiene, aquí el gobierno no puede.
Por eso la advertencia presidencial ha sido muy clara: no habrá impunidad para nadie. Se llegará hasta el fondo para limpiar toda esta pudrición. Hay demasiados indicios, reportes que cuestionan seriamente la versión de que no sabía o no sospechaba que fuera el “Comandante H”.
Hay que recordar que cuando se hicieron públicos los reportes de inteligencia militar declararon que era una fantasía, “chismes” o aquel chistoso que dijo que la única barredora que conocía era la de su casa.
Hoy, que ahora no pueden negar que ese grupo criminal fue creado por Hernán Bermúdez Requena, salen con el cuento de que ni por enterados de que andaba metido en actividades ilícitas.
Esta historia no acabará con el arresto de Ulises Madera o de Hernán Bermúdez y socios implicados, sino que llegará hasta sus últimas consecuencias y entonces la frase de que “todo lo que digas será usado en tu contra” cobrará más vigencia que nunca.