• La Verdad del Sureste |
  • Jueves 25 de Septiembre de 2025

Los de abajo

"La Barredora" y el saqueo de Tabasco
 

Crimen y corrupción en un sexenio de pesadilla, afirman ciudadanos

Publicado el:

Alejandro Hernández


En el sexenio pasado, la seguridad de Tabasco estuvo en manos de Hernán Bermúdez Requena, un delincuente que lideró una red criminal dedicada al robo de autos, extorsión, huachicol y más, con la presunta complicidad de las autoridades. La ambición desmedida, la corrupción y la impunidad marcaron una era de abuso institucional que hoy indigna a los tabasqueños.
 

Nada justifica, ni siquiera razones de seguridad, haber puesto a un hombre verdaderamente malo a ser garante de la seguridad de los tabasqueños.
 

Porque eso fue lo que argumentó Adán Augusto López Hernández, las veces que se ha tenido que referir a la decisión que tomó cuando era gobernador de designar a Hernán Bermúdez Requena, en diciembre de 2019, secretario de Seguridad y Protección Ciudadana.
 

Dice que no lo puso desde un inicio, porque no era su primera opción. No lo hizo, pero sí Jaime Lastra Bastar al nombrarlo director de la Policía de Investigación de la Fiscalía General del Estado, así que no hay justificación que valga.
 

Ellos mismos se enredan en sus propias declaraciones y mentiras. La prensa nacional se ha encargado de dimensionar el grado de vinculación que había entre este grupo que tomó por asalto las instituciones del estado para delinquir.
 

No es una exageración, sino un hecho real que predominó en todo el sexenio pasado. Desde la SSPC y la FGE a todo le sacaron provecho. La charola, el cargo les dio impunidad para robar y despojar a ciudadanos de su patrimonio y bienes.
 

Todo lo que redituara ganancias se llevaba a la práctica. Por ejemplo, el robo de autos era una de sus actividades delictivas. Vehículos hurtados a sus propietarios iban a parar a un tianguis de autos, el dueño de ese negocio los vendía a crédito a clientes que pagaban cantidades por arriba de los cien mil pesos, sin saber que esa unidad tenía reporte de robo.
 

El “nuevo” dueño de ese auto ni siquiera sospechaba que de buenas a primera le quitarían el carro. Los policías amafiados sabían que era robado y procedían a asegurarlo, pero no lo llevaban al reten oficial, sino a uno que ellos habilitaron por el periférico, cerca del Recinto Memorial.
 

Obviamente, la persona que había “comprado” el carro a crédito, perdía el enganche del vehículo. Ese era el negocio que les dejaba una millonaria ganancia. Todo el dinero iba a parar a manos del “Comandante H” y de ahí a su operador financiero.
 

El día que las fuerzas federales y estatales catearon un departamento lujoso del exclusivo condominio Luna Park, miércoles pasado y una vez acabada esa diligencia, se dirigieron a ese tianguis de autos ubicado cerca de una nueva plaza que abrieron en el periférico, que está pegado a una tienda que vende artículos de plástico.
 

La fuga del creador de “La Barredora” alertó a socios y cómplices, entre los que figuran varios empresarios locales, abogados, notarios públicos, para borrar u ocultar evidencias. Han tenido tiempo para hacerlo, y por eso en los cateos no se ha hallado pruebas relevantes.
 

UNA RED DE COMPLICIDADES
 

Muchos se beneficiaron de ese modus operandi de Bermúdez Requena, pero hoy andan con el Jesús en la boca por lo que les pueda pasar. Nunca se imaginaron encontrarse en esa difícil situación.
 

Pensaron que habría impunidad y que ese dinero mal habido no sería rastreado o no tendría consecuencias una vez que se supieran las andanzas criminales de Bermúdez Requena y familia.
 

En cafés se ha llegado a decir les ganó la ambición a todos los que estuvieron y están involucrados en actividades ilícitas, incluidas las transas de los tránsitos. En cinco años acumularon cantidades millonarias producto de las extorsiones, el huachicol, los secuestros, el robo de autos, tráfico de migrantes, armas y drogas, la trata de personas y hasta de la seguridad privada.
 

Al fin y al cabo, ellos eran los que estaban al frente de las corporaciones policiacas y estaban bajo su protección las actividades criminales. A los cuentahabientes que solicitaban el apoyo de la “policía” de Bermúdez Requena para retirar cantidades grandes del banco, era como ponerse la soga al cuello, pues eran ellos que les daban el pitazo a los delincuentes.
 

Por eso nunca agarraron a nadie, si eran parte de la misma banda. El daño que causaron al estado ha sido mayúsculo y por eso no puede haber impunidad, y causa indignación el grado de cinismo de todos los que solaparon a estos delincuentes y pretexten que no sabían, que no sospechaban, si todo mundo sabe aquí quiénes eran los principales beneficiarios de las acciones criminales de “La Barredora”.