La institución de la Cátedra Extraordinaria "Lic. Enrique González Pedrero" en la Universidad Juárez Autónoma de Tabasco (UJAT) representa un homenaje póstumo significativo al legado de este destacado intelectual, político y académico tabasqueño, quien falleció en 2021.
Este acto se enmarca en la conmemoración de los 40 años de la Licenciatura en Historia y Sociología de la División Académica de Ciencias Sociales y Humanidades (DACSyH) de la UJAT, y busca preservar y difundir su contribución al desarrollo de Tabasco, México y la propia universidad.
El significado de este hecho, basado en su trayectoria y en particular en su obra de gobierno como gobernador del estado (1983-1987), que priorizó el bienestar social, la educación y la cultura.
La UJAT emitió el acuerdo formal para crear esta cátedra el pasado 29 de agosto, firmado por el rector Guillermo Narváez Osorio. Ayer se inauguró y tocó impartirla a Roberto Salcedo Aquino, quien colaboró con don Enrique cuando gobernó Tabasco.
El evento incluyó conferencias magistrales, conversatorios, exposiciones y la revelación de una fotografía en honor a González Pedrero.
Esta iniciativa se describe explícitamente como un "homenaje póstumo" a un "intelectual y político tabasqueño más destacado del siglo XX", y establece un foro académico, científico y cultural para el análisis, reflexión y difusión de su legado.
Esto no es solo un reconocimiento simbólico, sino una herramienta activa para que las nuevas generaciones estudien y apliquen sus ideas, especialmente en temas de desarrollo social, democracia y equidad, alineados con su ideología de liberalismo social y participación popular.
Este hecho es un homenaje directo a la obra de gobierno de Enrique González Pedrero como gobernador, que se caracterizó por una visión transformadora centrada en el desarrollo integral de Tabasco, con énfasis en la educación, la cultura y la reducción de la pobreza.
Nacido en Villahermosa en 1930, González Pedrero fue un hombre de izquierda moderada, formado en la UNAM y con posgrados en la Sorbona de París. Su gestión se recuerda como una "revolución cultural y social" que buscó dignificar la vida de los tabasqueños, particularmente de los sectores marginados, bajo el principio de que "la cultura y la educación son el motor para que un pueblo pueda avanzar y desarrollarse".
Como gobernador, fue "pieza fundamental para consolidar la descentralización de la Universidad Juárez Autónoma de Tabasco". Durante su mandato, se realizaron cambios estructurales en la institución, como la creación de divisiones académicas por áreas del conocimiento, el rediseño organizacional y nuevas licenciaturas.
Esto fortaleció la vida académica y accesibilidad educativa, beneficiando directamente a los pobres al expandir oportunidades en un estado con alta marginación rural. La UJAT lo valora como un "universitario distinguido" que impulsó políticas para que la educación fuera un derecho accesible.
UNA OBRA PERDURABLE, NO SUPERADA
Don Enrique fundó el Instituto de Cultura de Tabasco (ICT), la Biblioteca José María Pino Suárez y el Archivo Histórico y Fotográfico de Tabasco, asegurando "acceso al conocimiento y las artes" para todos los tabasqueños, especialmente los de comunidades indígenas y pobres.
También impulsó el Laboratorio del Teatro Campesino e Indígena, que incorporó a grupos chontales en proyectos culturales innovadores. Estas acciones combatieron el "trato desigual histórico" y promovieron la inclusión cultural como herramienta contra la pobreza.
Su administración construyó una amplia red de puentes y carreteras conectando los 17 municipios, facilitando el comercio, la producción y el acceso a servicios en zonas dispersas y afectadas por inundaciones.
Creó los Centros Integradores de Tabasco, que integraban servicios básicos, salud, educación, cultura, en comunidades rurales pobres, impulsando la participación democrática del pueblo en la toma de decisiones.
En discursos, impartía "cátedras" sobre teoría del Estado y democracia, enfatizando que "el pueblo tenía que participar". Su ideología, expuesta en obras como La riqueza y la pobreza (1979), definió un enfoque en la equidad social, donde el Estado debía priorizar a los desfavorecidos para lograr un desarrollo sostenible.
González Pedrero dejó Tabasco como un estado más conectado, culturalmente vibrante y educativamente fortalecido, rompiendo inercias de crisis educativa y marginación. Su legado se ve en instituciones que "aún perduran" y en el reconocimiento de que trabajó "de manera integral para hacer crecer a Tabasco en todos los rubros: económico, político, social, educativo y cultural", siempre con un compromiso por la participación popular y la justicia social.
Más allá de su gubernatura, González Pedrero fue catedrático de la UNAM y director de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, senador, embajador en España, director del Fondo de Cultura Económica, donde impulsó 277 títulos nuevos y ganó el Premio Príncipe de Asturias, y autor de unos 30 libros sobre historia política y democracia.
Su papel en la UNESCO refuerza su imagen como un humanista comprometido con los ideales de equidad. La cátedra en la UJAT perpetúa esto, fomentando investigaciones que aplican sus ideas a problemas actuales como la desigualdad en Tabasco.
Este hecho no solo honra su memoria, sino que revitaliza su visión de un Tabasco inclusivo y desarrollado, donde el gobierno sirve "por el bien de todos, primero los pobres". Es un recordatorio de que la educación y la cultura son pilares para el progreso social, y un llamado a las nuevas generaciones para continuar su obra.