• La Verdad del Sureste |
  • Domingo 07 de Diciembre de 2025

“No albergo la menor duda que habrá en México grandes cambios”: Fidel Castro”

Tuve la suerte de encontrarme con el libro de Andrés Manuel. Alguien me lo dio al final de la sesión de la Asamblea. Lo leí rápido y su lectura me inspiró a escribir lo que escribí

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Carmen Lira Saade


-Dime, dime, ¿qué tanto está diciendo la “mafia”” de todo lo que escribí?
 
  –No es sólo la ““mafia””, ¿eh? Son más los desconcertados con esas Reflexiones, comandante. Ya ni qué decir del disgusto que le propinó al gobierno mexicano.
  
 –No tenia ningún interés de criticar al gobierno… ¿Para qué me iba a meter con el gobierno? ¿Por gusto? Si yo me dedicara a meterme con los gobiernos, a decir las cosas malas o equivocadas que considero que han hecho, Cuba no tendría relaciones.
  
 –Se dice que con sus elogios y reconocimiento abiertos, lo que usted dio a Andrés Manuel López Obrador fue el ““beso del diablo””… y se preguntan por qué hasta ahora hace públicos tanto las declaraciones de Carlos Ahumada a la justicia cubana como detalles de su singular relación con Carlos Salinas de Gortari. Sospechan que habría una intención oculta.
  
 –No, no, no. Yo tuve la suerte de encontrarme con el libro de Andrés Manuel. Alguien me lo dio al final de la sesión de la Asamblea. Lo leí rápido y su lectura me inspiró a escribir lo que escribí.
  
 –¿Qué lo inspiró?
   
Enterarme de lo que han hecho con la tierra, con las minas; de lo que han hecho con el petróleo… Enterarme del robo, del saqueo que ha sufrido ese gran país; de la barbaridad ésa que han cometido, y que (hoy tiene a México como lo tiene)...
   
–Hay desconfiados de uno y otro bando que insisten en que detrás de su carambola hay otros propósitos.
 
  –No. Yo no tenía planeado escribir lo que escribí; no estaba en mis planes. Yo tengo agenda libre.
  
 –Pues levantó una gran polvareda, le aviso. Lo acusan de haber desatado todo un escándalo político y le llueven las críticas porque dicen que ya sea para bien o para mal, usted, comandante, se ha metido en el proceso electoral mexicano…
   
–¡Ah! ¿Sí? –pregunta muy animado–. ¿Así que hay críticas contra mí? ¡Qué bueno, qué bueno! ¡Mándamelas! ¿Y de quién son las críticas?
  
 –De muchos, menos de uno. El único –de los involucrados– que no ha dicho una sola palabra es Carlos Salinas…
  
 –Porque es el más inteligente, siempre lo fue, además de más hábil –dice exhibiendo una sonrisa maliciosa… Por su expresión, pareciera que ya está esperando la respuesta de Salinas. A lo mejor, hasta en un libro.
  
 Luego, pasa a repetir algunos pasajes de sus Reflexiones: que si Salinas había sido solidario con Cuba, que si cuando (1994) actuó de mediador (designado por Clinton) entre Estados Unidos y la isla “se portó bien y fungió realmente como mediador y no como aliado de Estados Unidos…”
  
 Cuenta que cuando Salinas obtuvo del gobierno cubano la aceptación para refugiarse en ese país y hasta adquirir ““legalmente”” una casa se veían ““con determinada frecuencia”” e intercambiaban puntos de vista, etcétera.
  
 –Llegué a pensar que él nunca trató de engañarme –dice socarronamente.
   
–¿De veras? –pregunto. ¿Acaso Salinas comentó o consultó con él la decisión de su gobierno de abrirse a la relación con organizaciones terroristas declaradas, como era el caso de la Fundación Nacional Cubano Americana creada con el exclusivo propósito de derrocar al régimen castrista y asesinar a su presidente, Fidel Castro?
  
 Por primera vez en la historia de las relaciones entre los dos países, un gobierno de México abría las puertas de la casa presidencial a Jorge Mas Canosa, a la sazón presidente de esa organización paramilitar, vieja enemiga de la Revolución cubana.
  
 Pero no quiere manifestarse más. Hace rato que había dado vuelta a la página o la había reservado para el momento en que –tras el balance obligado– decidiera hacer del conocimiento público la terminación de su relación con el ex presidente mexicano, como ocurrió con su Reflexión ““El gigante de las siete leguas””.
  
 –Ahí es precisamente donde dicen que le dio ““el beso del diablo””, comandante.
  
 –Así que ni hablar de invitarlo a visitar Cuba, ¿verdad? –dice sonriendo pícaramente–. Estaría arriesgando mucho, ¿no es así? Le caería encima toda la pandilla ésa, para desacreditarlo y quitarle votos.
  
 –Como hace 50 años, en los primeros tiempos de la Revolución, en que viajar a Cuba era toda una osadía. Una foto en llegadas o salidas del aeropuerto de México hacia La Habana podía costar persecución, golpes, cárcel...
  
 Fidel mantiene su risita ésa, y aconseja:
  
 ““No se preocupen tanto ustedes los mexicanos por estas cosas. Todo eso va a cambiar. No albergo la menor duda de que más pronto de lo que imaginan habrá en México grandes cambios.”