• La Verdad del Sureste |
  • Viernes 26 de Abril de 2024

¿APENDEN DE WASHINGTON?


EMMANUEL RUIZ SUBIAUR


El Gregueriano: Un reciente viaje a Washington DC incita a contrastar. Nuestro país y estado: desilusionante realidad; democratizan la corrupción bajo el lema “tapaos los unos a los otros”.
    La política centralizadora -basada en el principio antidemocrático de que el Gobierno de la Unión –el Federal- posee todos los derechos que la Constitución expresamente no le prohíbe-, motiva –ya reiterada y frecuentemente- que la corrupción sea protegida por el gobierno mismo y se vuelva impunidad; tanto como que el gobierno mismo extienda un manto de inmunidad al delincuente y al corrupto -siempre y cuando le toque su tajada o se comparta el botín-.
    Washington repetía: “Asóciate con hombres de calidad si estimas tu propia reputación; si en algo tienes en estima tu reputación, procura que tus compañeros sean personas que se distingan por su honradez” pues es mejor estar solo que rodeado de bribones. Y puntualizaba: “espero tener siempre suficiente firmeza y virtud para conservar lo que considero que es el más envidiable de todos los títulos: el carácter de Hombre Honrado”.
    ¿Será que Peña y los gobernadores se sienten a gusto al estar rodeados de bribones –que además son ineficaces e incompetentes-? ¿Será que les gusten más los corruptos que los honestos, los ineficientes e incompetentes que los servidores públicos diligentes? ¿Habrá valorado -quien manda y gobierna- los resultados de sus colaboradores y tendrá fundamento para sostener a algunos? “La moralidad y la honestidad, -afirmaba Washington- son las únicas fuentes necesarias para que un gobierno sea popular”.
    ¿O todo se resume a sostener la burocracia y dejar pasar el tiempo (porque al fin y al cabo quien gobierna ya ganó un breve espacio en la historia)? ¿Será que nunca tuvieron hambre de colmar la historia con medallas de plata, o la ambición de colgarse medallas de oro, y no sólo adornarse con espejitos y bisutería?
    Washington tuvo la cualidad de saber escoger a sus colaboradores, entendió que el sistema político que iban diseñando –en la Convención de Filadelfia- implicaba doblegarse ante las ideas y las opiniones, si son más correctas y certeras, de sus adversarios, que las de lisonja y falaces de sus cortesanos.
    Washington, hace, en su Discurso de Despedida una introducción a la virtud republicana y una severa advertencia contra el partidismo, la sectorialización y la participación en guerras inútiles y la… deshonestidad.
    ¿No se dará cuenta quien gobierna que sus movimientos de cambio resultan ser sólo una “realidad virtual”; que no calan –porque al parecer no se quiere- en lo profundo del sentir popular? ¿Quién gobierna tiene derecho a rotar, y rotar, y rotar, a sus compañeros en el vagón aunque al pueblo no le hayan cumplido?
    Washington demostró ser un hábil administrador; un excelente delegador de funciones y un juez de talento y carácter, que mantuvo reuniones periódicas –incluso más frecuentes con los de afuera- para debatir cuestiones del gabinete antes de tomar una decisión final. En el manejo de las tareas de rutina, fue sistemático, ordenado, enérgico, preocupado de la opinión de los demás, pero decisivo; decidido a los objetivos generales y con coherencia en las acciones vinculadas con ellos.
    Pero sobre todo: SUPO escoger a sus colaboradores: Hamilton como Secretario del Tesoro, a Jefferson como Secretario de Estado, a Jay como Presidente del Tribunal Supremo, a Randolph como Fiscal General, a Osgood como Jefe del Servicio Postal o a Knox como Secretario de Guerra. Ninguno de ellos le atrajo escarnio ni desprestigio.
    ¿Qué dirá el Alcalde del hecho de que a un pésimo magistrado que le anuló su elección ahora lo catapulten a otro Tribunal? ¿No sabrá quien manda, cuáles fueron los amarres de ese magistrado con narcos y bandas delictivas cuando trabajaba en cierta dependencia entre 2006 y 2008? ¿No sabrá quien decide, a qué secuestradores y narcotraficantes defendía penalmente otro magistrado al que ahora volverán a designar en nuevo Tribunal y cómo, mientras fue magistrado en el Tribunal que deja, condenó a dependencias para que se le pagaran abultadas cantidades como “indemnización” a los secuestradores y narcos que defendía penalmente? El mensaje es: que siga la venta de sentencias y fallos.  
    “No hay que mirar hacia atrás a menos que sea para obtener lecciones útiles de los errores del pasado, y con el propósito de aprovecharse de la experiencia que tan cara ha costado”, decía Washington. “Sé cortés con todos, pero íntimo con pocos y prueba muy bien aquellas intimidades antes de entregarles tu completa confianza”. No vaya a ser que se te cuele a tu despacho –o a tu administración- un bribón del que luego te arrepentirás –o un narco, o un ladrón-.