• La Verdad del Sureste |
  • Miércoles 16 de Julio de 2025

ALCOHOLISMO Y FRACASO

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Jesús Reyes Heroles acumuló fama como de político “intelectual” y pensante. También bastante poder y dinero –fundó una empresa que sigue recibiendo pingues ganancias de negocios con Pemex—(había ocupado la Dirección General de Pemex), la Presidencia del CEN del PRI y era poderoso Secretario de Gobernación. Cierto día, el Presidente de la República lo cesó de la Secretaría.

    A diferencia de otros casos, el Boletín de Presidencia decía que había sido cesado ipsofacto de la Secretaría por el Presidente. Nada de que le: ”había admito la renuncia”, como se dice frecuentemente en otros cambios.
    De inmediato una parvada de periodistas se le lanzaron a inquirirle al Presidente preguntándole el motivo por el cual había renunciado Reyes Heroles. El Presidente acotó: fue cesado del cargo; muy temprano comenzaba a ingerir bebidas que le generaban efluvios etílicos, que para media mañana le provocaban ideas estrafalarias, irrealidades y exageraciones, y le hacían estar ausente. En otras palabras, el Presidente decía que Reyes Heroles había sido cesado por borracho; porque cada ocasión que le buscaba el otro estaba gozando de la “mexicana alegría”.
    Los periodistas fueron ahora, con Reyes Heroles para preguntar: qué opinaba de las declaraciones del Ex Presidente de que usted es un borracho. El que se suponía inteligente Reyes Heroles, demostró en ese momento que no lo era; dijo: Si soy borracho, pero a mí se me quita lo borracho al otro día, pero al Presidente, lo corrupto y pendejo ¡nunca!
    Los periodistas fueron ahora, con el Presidente a inquirirle sobre qué podía decir de las afirmaciones de Reyes Heroles. La respuesta del Presidente fue lapidaría: No es cierto que lo borracho se le quite al otro día: el alcoholismo es una enfermedad incurable, crónica, progresiva y ... mortal; no sólo destruye al borracho sino también arrasa a su familia. Después de esa respuesta lapidaria, nunca más Reyes Heroles volvió a figurar en ningún cargo –ni de Delegado Vecinal-.
    El problema del borrado consuetudinario no sólo es que se emborracha y puede llegar a los extremos de actuar irreflexivamente; afirman los judíos que llega a ubicarse en la 4ta. etapa del efecto del alcohol que consiste en actuar como un cerdo y llegar hasta la inconsciencia. En ese lapso o etapa toma decisiones realmente aberrantes: recientemente tuvimos de Presidente a un borrachales, FeCal, del que aun padecemos todos los mexicanos sus decisiones de efluvios etílicos.
    Traigo el asunto a cuento porque una frase muy similar se acaba de repetir en Tabasco.     
    La palabra alcohólico es un eufemismo para señalar o denominar a un borracho. El alcohólico o borracho es un enfermo; el alcoholismo es una enfermedad; progresiva; crónica; irreversible; y mortal. El alcohólico no sólo se daña a sí mismo y a su cuerpo y mente, también destruye su entorno y su familia: el alcohólico para una familia tiene los efectos de un ciclón, todo lo destruye.
    El borracho no sufre durante su borrachera, la sufre y padece después de que pasa su momento de pasajera  alegría; su familia lo padece todo el tiempo. El borracho o alcohólico nunca admitirá que es un alcohólico y siempre buscará un pretexto que le excuse de su enfermedad, pero tampoco admite los efectos destructivos de sus borracheras. 
    El alcoholismo no es un tema de costumbre, convencionalismo social; es una adicción enfermiza que trasciende al borracho y se vuelve un asunto de salud pública. Por eso el Estado mexicano obligó a reducir a su mínima expresión los anuncios en la TV y la radio de las bebidas alcohólicas.
    Dice un proverbio muy castizo que lo que naturaleza no da, no lo da Salamanca. El proverbio encierra una verdad inobjetable que pesa el cien por ciento: hay algunas cualidades que sólo son otorgadas por la naturaleza, que deben ser innatas (como inteligencia, aplicación, fuerza de voluntad, perseverancia, etc.); se las puede cultivar pero no adquirir, ni siquiera asistiendo a un centro reputado como excelente como lo fue la Universidad de Salamanca.
    Abundan personas que ante la ausencia de lo que no les otorgó natura, tratan de sustituir esa deficiencia con remedios o artilugios falaces. Eso pasa con los alcohólicos de mediana inteligencia: recurren al alcohol para que éste le genere estados alterados de conciencia y les produzcan ideas, que ellos en su mitomanía etílica, consideran ideas geniales pero que realmente no lo son. Esos son los efectos de los efluvios etílicos. Modifiquemos entonces, un tantito, el proverbio español para que diga: lo que natura no da, ni mil barriles de alcohol lo presta.
    Las ideas “geniales” que se le producen al borracho durante los momentos en que se alcoholiza, son efluvios etílicos que no tienen profundidad; por ello uno de los grandes estudiosos del alcoholismo afirma que el borracho es un falso idealista en bancarrota y en desgracia.
    No es cierto pues, que al borracho, al otro día, se le quita lo borracho.