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Establece un parangón: en la Universidad McGill de Canadá aplicaron electroshocks con supuestos propósitos curativos; derivaron en tortura y destrucción síquica del paciente. Ahora el capitalismo, mediante shocks económicos brutales avasalla a los pueblos, roba sus recursos y eleva las utilidades empresariales a niveles estratosféricos. Esta agresividad la concibió Milton Friedmann, la difundió la Escuela de Chicago y las aplicaron los “chicago boys” Klein revela el continuum “teórico” que parte del monetarismo friedmaniano, el Consenso de Washington que cuajó en el neoliberalismo, la “globalización” y los “neocons” anglosajones.
Estos fructificaron en México en la burocracia hacendaria y financiera deseosa de “novedades teóricas” para desprenderse de sus anteriores modelos, .como de pañuelos desechables. Klein aporta una visión dantesca de ese capitalismo “revolucionario”. Denuncia que después de un desastre natural, político o una guerra, cuando el fenómeno aterroriza y paraliza a los ciudadanos, los friedmanianos aplican los más duros cambios en la política económica; “ajustes estructurales” que los pueblos rechazarían.
Estos “shocks” pretenden borrar toda expresión de nacionalismo económico, estatismo, la más mínima manifestación de soberanía, toda resistencia a los dictados del Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional y el Departamento de Estado de EUA. Después del “tratamiento”, igual que enfermo bajo electroshoks, buscan una “tabla en blanco” en la que escribir otra historia, donde reinen el mercado y la empresa privada.
Se liquidan sindicatos, políticas sociales, salarios mínimos, reparto de utilidades, etc. Pretenden un nuevo escenario en que impere el capitalismo “puro”: el capitalismo salvaje.
¿Es el sueño lúgubre de los “fundamentalistas” del mercado? No. Naomi Klein revela una serie de países en que se aplicó a rajatabla la rigurosísima “medicina”.
También otros que pudieron evitar ciertas partes del bagaje friedmaniano, para paliar su agresividad y conflictividad.
Reseña casos como Polonia, en que Walesa abrió paso a las “nuevas recetas económicas” y a un capitalismo frustrado; Sri Lanka donde el tsunami marino precedió al tsumani económico que despojó a pescadores y personas humildes de sus playas y las vendió como paraísos para ricos; Chile en que Pinochet obedeció al friedmanismo, aunque conservó las minas de cobre estatales; China en que la “nueva economía”, las privatizaciones, exigieron el baño de sangre de Tiananmen; Nueva Orleáns donde el “Katrina” propició que los empresarios se hicieran de las mejores áreas y expulsaran a los negros pobres, etc. El “mapamundi” del capitalismo del desastre es impresionante, con una amplia bibliografía. En América Latina recala con vigor sobre los destrozos del “shock” friedmaniano.
Los saldos planetarios de esa estrategia privatizadora son desoladores.
Revela el reflujo de los pueblos que recuperan sus naciones. Alude implícitamente al saqueo de México por las trasnacionales, a las elecciones de 2006 marcadas por el fraude el movimiento lopezobradorista y el gobierno popular paralelo y en Oaxaca “la represión que provocó una revuelta en todo el Estado contra la corrupción corporativista que tardó meses en sofocarse”.
Una duda: ¿será la guerra antinarco de Calderón el acceso a una privatización salvaje? Amplía los casos de pueblos que recuperan su soberanía; en Suramérica, China Popular en que se atenúa la represión, Rusia donde se elimina a los nuevos magnates y otros países donde imperan movimientos contrarios al friedmanismo empresarial, a la desregulación y a la “tabla rasa” que pretende imponer el empresariado mundial.
Esta reseña es necesariamente insuficiente para otra visión fundamental para entender el mundo capitalista actual en que, los movimientos reformistas rompen el duro tegumento de la privatización y el capitalismo salvaje. Aporta epígrafes excelentes. Incluyo el mejor
“Los conflictos armados entre naciones nos horrorizan…la guerra económica no es más benigna. Es como una intervención quirúrgica…una especie de tortura prolongada…sus estragos no son menos terroríficos que los descritos en la literatura sobre las guerras propiamente dichas... No pensamos en ellas porque estamos acostumbrados a sus efectos letales…El movimiento antibelicista es sólido y rezo porque tenga éxito. Pero no puedo evitar sentir un temor lacerante:..que ese movimiento fracasará si no llega a la raíz de todos los males, la codicia humana.:.Gandhi
rubenmv99@yahoo.com
#Ed. Paidós. Barcelona. pp. 605 2007
