La investigación federal en Estados Unidos sobre la organización religiosa La Luz del Mundo escaló con el arresto de Eva García de Joaquín, madre de Naasón Joaquín García, en Los Ángeles, y de su sobrino, Joram Núñez Joaquín, en las afueras de Chicago.
Ambos han sido citados para comparecer ante tribunales federales, en lo que representa un golpe significativo a la cúpula de la iglesia.
Estos arrestos se suman al de su líder, Naasón Joaquín García, quien fue aprehendido el mismo día en Chino, California, donde actualmente cumple una condena estatal por abuso sexual de menores.
Un gran jurado federal en Nueva York ha revelado una acusación formal que señala a Naasón y a otros cinco colaboradores por operar una organización criminal dentro de La Luz del Mundo.
Los acusados, que incluyen a Eva y Joram, así como a Rosa Sosa, Azalea Rangel García y Silem García Peña, enfrentan cargos graves: abuso sexual sistemático, producción de material ilícito y tráfico sexual de menores.
Según el fiscal federal Jay Clayton, esta estructura delictiva, que operó durante décadas, se aprovechó de la profunda fe y confianza de los miembros de la congregación.
La acusación detalla cómo la influencia espiritual de los líderes fue utilizada para intimidar y silenciar a las víctimas, creando un ambiente de control absoluto que facilitaba los abusos.
Se alega que el grupo facilitó la creación de fotografías y videos de actos sexuales sádicos y otras conductas delictivas, presuntamente para la satisfacción sexual de Naasón y de su padre, Samuel Joaquín Flores, quien lideró la iglesia hasta su muerte en 2014.
Mientras Eva García de Joaquín y Joram Núñez Joaquín se encuentran bajo custodia federal, los otros tres acusados —Rosa Sosa, Azalea Rangel García y Silem García Peña— permanecen prófugos, supuestamente en México.
Las autoridades han emitido órdenes de aprehensión y han iniciado los procesos de extradición para llevarlos ante la justicia en Estados Unidos.
El caso subraya el alcance transnacional de la investigación y la complejidad de una red que, según los fiscales, utilizaba la fe como un mecanismo para cometer y encubrir crímenes.