Mi madre ya no esta aquí, se fue con el señor Jesús, la extraño y quiero verla y escuchar de nuevo su voz cuando oraba por mi, pidiéndole a Dios que nunca me alejara y apartara de él, se que aquí no la volveré a ver pero tengo la seguridad que la alcanzare haya en el cielo donde esta mi verdadero hogar.
Por eso en vísperas de celebrar el día de las madres me atrevo escribir, estas palabras a aquellas madres que dedican su vida al cuidado de sus hijos, enseñándoles el camino bueno, en medio de tantas maldades de este mundo, que esperen de Dios la recompensa y de sus hijos la dicha de verlos unidos como hermanos que se aman y se respetan, honrándola de esa manera, porque no hayan dicha más grande para una madre que ver a sus hijos felices.
Pero hay de aquellas que no superior guiar a sus hijos por el camino bueno. La gran virtud de una mujer madre de hijos es buscar a Dios como dice Proverbios 31:1: “palabra del rey Lemuel; la profecía con que le enseño su madre. ¿Qué hijo mío? ¿Y qué, hijo de mi vientre? ¿Y qué, hijo de mis deseos?”.
La madre de Lemuel tenía una relación bien estrecha con su hijo, a tal grado que le decía; “acaso no puedo decirte las cosas que pueden sucederte, si eres mi hijo, eres parte de mi vida, carné de mi carne, te tengo afecto amor y cariño quién más sino yo, que te tuve en mi vientre, te vi nacer, te tuve entre mis brazos, te vi crecer, eres el hijo que tanto desee, anhele con todo mi corazón, tengo la autoridad de decirte que seas prudente, inteligente y sabio”.
En otras palabras, esta madre aconsejo a su hijo aún siendo rey, diciéndole que sea bueno, que piense antes de hacer las cosas, porque más adelante podría tener consecuencias positivas o negativas dependiendo de sus acciones.
Las madres buenas dan consejos a sus hijos y si estos obedecen ciertamente ellas se dan por bien pagadas.
“No des a las mujeres tu fuerza, ni tu camino, a lo que destruye los reyes, no es de los reyes oh Lemuel, no es de los reyes beber vino, ni de los príncipes la cerveza; no sea que bebiendo olviden la ley, y perviertan el derecho de todos los afligidos. Dad la sidra al desfallecido, y el vino a los de amargado animo, beban y olvídense de su necesidad, y de su miseria no se acuerden más. Abre tu boca por el mudo. En el juicio de todos los desvalidos. Abre tu boca Juzga con justicia, Y defiende la causa del pobre y del menesteroso”, Proverbios: 31: 3-9.
La madre tiene entonces todo el derecho de corregir y el deber de guiar a sus hijos a una vida buena.
Es entendible que esta madre tenía autoridad sobre su hijo Lemel, aunque era rey, pues no tenía miedo de decirle lo que le podía suceder si cometía los pecados de lujuria y de la ebriedad, si para todos resultan fatales dichos vicios, cuanto más para un rey, por estar más expuesto a ellos y por el vergonzoso efecto que causan en la sociedad.
Esta madre ordenaba a su hijo más que pedir, que se apartara de los apetitos carnales: el adulterio, fornicación y todo deseo insano. En otras palabras también puede decirse que le decía no agotes tus fuerzas físicas con tantas mujeres, pues te limitarán a cumplir con tus funciones importantes.
Así como que también le podría perjudicaría su salud. De la misma manera le hablo sobre no abusar del vino para que no se hiciera daño a él mismo. Cuantas madres, hoy en día sufren por sus hijos que son dados a las mujeres y al vino, y no quien escuchar consejos de ellas.
Yo me acuerdo perfectamente de los consejos de mi madre, que me decía que nunca me aparte de Dios por eso, hoy, le sigo, porque es el camino que ella me enseño, el cual me ha apartado de todos los malos momentos difíciles de la vida.
Dedico este himno en memoria de mi madre y todas aquellas madres que no viven y que supieron guiar a sus hijos al camino bueno que es Cristo Jesús, y para aquellas madres que todavía viven y no lo han hecho puede hacerlo, porque mientras hay vida, hay esperanza. Y un día sus hijos puedan volver al buen camino y juntos disfrutar de la vida que les ha regalado Dios.
Que dulces y felices los sueños del ayer
Recuerdos de mi madre en la niñez
Mi corazón palpita cansado de sufrir
¡Quisiera oír sus plegarias otra vez
Oír quisiera yo, de nuevo su oración
Que en El confiara yo,
Que de su Evangelio fuera en pos,
Confiando pues en El,
Mi hogar no busco aquí,
Esta donde mi madre
encontraré
Sonriente veo su faz
Allá en el dulce hogar
Cual, si viviera tierna,
Junto a mí.
Cantábale a su Rey
un coro celestial.
De Amor la melodía bajaba a oír
Mas su obra terrenal
Concluida estuvo ya,
Ganando su corona por la fe;
Hoy descansando esta
Con Dios en su mansión.
Con ella pronto iré a gozar de paz.
Dios bendiga a todas las madrecitas de Tabasco y las de todo el mundo, por este día tan especial, aunque cabe decir que todos los días nuestras madres merecen la honra y el respeto como dice la Biblia.
“Oye a tu padre a aquel que te engendró; y cuando tu madre envejeciere no la menosprecies”, Proverbios: 23-22.
El mismo rey Salomón, cuando su madre llego hacerle una petición, el bajo de su trono, inclinándose ante ella, y la invito a sentarse a su lado. Hoy tristemente, aunque no son reyes, hay hijos que maltratan a sus padres con palabras vulgares ofendiendo a la que le dio la vida, que pena y que tristeza, en el mundo hay muchos delincuentes y madres sufriendo por ellos, si usted, querida madrecita te encuentras entre ellas, eleva a Dios una plegaria por tu hijo que anda mal y Dios te responderá.
Solamente tienes que recibirlo en tu corazón, pues sola no podrás, haga de Jesucristo el dueño de su vida y é hará todo por usted, solo esfuércese y por fé, usted vera la gloria de Dios manifestada en su vida y la de sus hijos y tendrá paz en su corazón. Comentarios melita_ihd@hotmail.com.