El país y el estado ya cambiaron. Los ciudadanos ya no toleran gobernantes autoritarios y ladrones. Hoy se les exige más rendición de cuentas. El dinero que manejan como gasto público no es para uso personal ni su caja chica para satisfacer caprichos y saciar apetitos de todo tipo.
Ya no tan fácilmente se pueden clavar el dinero como sucedía antes de que se establecieran los mecanismos de transparencia y se ejerciera mayor control presupuestal, como sí sucede ahora.
En los tiempos de Roberto Madrazo y Manuel Andrade Díaz se despacharon con la cuchara grande, hubo robadera en alta, principalmente por estas dos “finas” personas, verdaderos sinvergüenzas y corruptos, que hoy se desgarran las vestiduras y gritan ¡Al ladrón, al ladrón!, cuando ellos son unos bribones.
En esa época dorada del PRI era cómo una máxima, una ley no escrita para los corruptos: el que no transa no avanza. Y así vimos sexenio tras sexenio, trienio tras trienio, camadas de nuevos ricos, verdaderos ladrones que disfrutaban lo mal habido y se paseaban por las plazas comerciales y lugares reservados para la clase pudiente como gente honorable cuando tienen una colota que les pisen.
Hoy en día el riesgo de pisar la cárcel por cometer fechorías es muy alto, principalmente cuando hay un gobernador que no tolera la deshonestidad ni la corrupción, como lo es Javier May Rodríguez.
Lo he dicho en diversos foros y ante distinto auditorio: cero impunidad a la corrupción. La exalcaldesa de Jalpa de Méndez, Nuri López Sánchez, jugó con fuego y se está chamuscando.
El hecho de que quien la sucedió en el cargo es del mismo partido, lo mismo que quien gobierna el estado, no es una patente de corzo ni una tapadera de sus presuntos malos manejos, sino todo lo contrario.
Se tiene que predicar con el ejemplo y por eso no habrá perdón ni olvido si la auditoría confirma que hubo un quebranto millonario a las arcas municipales de Jalpa de Méndez. Vaya, ni San Augusto, su santo protector, la podrá salvar.
Cuando ese santo tuvo su mayor poder milagroso y protector, hubo gobernantes que se olvidaron de los principios de la 4T y de los cuales juraron cumplir: no robar, no mentir y no traicionar al pueblo.
Los que llegaron en 2018 y salieron en 2021, prácticamente la libraron. Nadie los molestó ni hubo denuncias como ahora las que enfrenta López Sánchez. Y estamos hablando de verdaderos corruptazos.
No hay que olvidar que en ese trienio se disolvieron dos ayuntamientos por malos manejos presupuestales, que en lenguaje llano y popular se les conoce como raterías. Jalapa y Macuspana fueron disueltos, pero ninguno de los alcaldes fue enjuiciado y encarcelado por esas irregularidades.
Ni María Asunción Silván Méndez ni Roberto Villalpando Arias fueron molestados, sino más bien protegidos. En su lugar nombraron dos concejos municipales que salieron peor de corruptos y tampoco hubo sanción para ninguno de los concejales.
CETINA Y WINZIG, PÁJAROS DE CUENTA
Uno de ellos, Mauro Winzig Negrín, presidente concejal de Macuspana, hasta lo premiaron. Primero lo hicieron director del Instituto de Protección Civil del Estado y luego rector de la UPCH en reemplazo de otro pillo de siete suelas, como lo es Ariel Cetina Bertruy.
Esta vez es distinto. Quien robe y le caigan en la movida, tendrá que enfrentar las consecuencias de sus malos actos. Que se vean en el espejo de la exalcaldesa de Jalpa de Méndez, que no pueden disponer de los recursos públicos como si fuera dinero suyo.
Difícilmente la librará. Hay muchos indicios que apuntan hacia un saqueo desmedido e irresponsable. Al servicio público se llega a servir no a servirse con la cuchara grande. No creo que sea el único caso, habrá que ver qué pasa con ayuntamientos sobre los cuales hubo señalamientos de desvíos de recursos, como el de Teapa, cuya presidenta, Alma Espadas, a quien se le acusó de financiar la campaña de su esposo, Hiram Llergo, que buscara sucederla en el cargo bajo las siglas del PT.
Esto apenas empieza. Seguramente se sabrá de otros casos igual o más escandalosos de corrupción en los ayuntamientos tabasqueños.