Calumnia que algo queda, dice el dicho. Ante la falta de argumentos esparcen rumores y chismes de lavadero. Su intención es hacer añicos su honorabilidad del gobernador con infamias y para las cuales ellos se pintan solos, porque esa es su especialidad. Son calumniadores consumados.
Fabrican versiones sobre hechos que no les constan para meterse en la vida privada del mandatario a partir de historias fantasiosas, producto de su febril y cochambrosa imaginación; y como el león cree que todos son de su condición, se erigen en tribunal de penas para enjuiciar la conducta del gobernador cuando ellos tienen una colota que les pisen, un pasado nebuloso y su credibilidad tiene el mismo valor que una moneda de tres pesos.
Así se atreven a decir que no hay ninguna conjura ni sabotaje en contra del gobernador, si todos los días se esmeran en atacarlo en redes, en sus cuentas personales y a través de granjas de troles, pero a Javier May le hacen lo que el viento a Juárez. Hay mucho gobernador para adversarios de poca monta.
No es con injurias ni con infundios como van a debilitar a un gobierno que tiene un amplio respaldo popular, que con sus acciones a favor del pueblo más se consolida y se fortalece a medida que avanza su administración.
Estos señores estaban acostumbrados a vivir a costa del erario, a gozar de privilegios y prebendas, a callarse por unos cuantos pesos. No había necesidad de que los censuraran, ellos solitos se ponían el bozal. Les pagaban por no escribir. Miraban para otro lado, mientras el pagador o financiador metía mano aquí y allá en el presupuesto.
Y como en este gobierno no tienen ninguna posibilidad de obtener el tan ansiado chayote, disparan a diestra y siniestra toda clase de noticias falsas e invectivas, sobre todo, uno que se cree poseído por el espíritu de un lobo, pero no es más que un cicatero, que acostumbra a morder la mano que le extiende el embute cuando éste se lo retiran por malandrín y vulgar extorsionador.
LA OTRA HISTORIA
Podrán decir misa del gobernador, calumniarlo todo lo que quieran, pero no conseguirán afectar su reputación y honorabilidad. Dicen que lo que se ve no se juzga, si no que le pregunten a quien soñó con ser presidente y su sueño terminó abruptamente.
Hay historias reales, no la ficción que estos texto-servidores quieren imponer a través de su narrativa barata.
La vida privada de un personaje público no tiene por qué ser motivo de escrutinio. El expresidente Andrés Manuel López Obrador muchas veces estuvo en contra de que se hiciera escarnio de sucesos que involucraban a hijos u otros familiares de actores políticos. Decía, argumentaba con justa razón, que eso no es ético ni moralmente aceptable.
Los adversarios políticos deben dirimir sus diferencias o discrepancias en el terreno de las ideas, argumentar las razones por las cuales no se está de acuerdo con el actuar o desempeño del gobernante, pero no reducir la discusión pública a chismes de vecindad.
Eso refleja carencia de intelecto para analizar de manera objetiva los hechos y las acciones de gobierno. Es simple y llanamente la descalificación del adversario, porque no les gusta o no les cae bien o porque no es de su cofradía.
Eso pasa en Tabasco, ni más ni menos, con el gobernador. No lo quieren, no lo aceptan, porque ya no pueden hacer negocios ni gozar de los privilegios a los que estaban acostumbrados.
Esos días de gloria se fueron para nunca más volver. Se acabó el gobierno rico con pueblo pobre, esa ha sido la manda de un gobernante de origen humilde y sencillo. Se acabó también la casta divina, privilegiada. Hoy tienen preferencia los menos favorecidos, la gente de abajo, los abandonados por quienes les fallaron al pueblo, le dieron la espalda y terminaron por hacer todo lo contrario a lo que marcan los principios de la 4T: mentir, robar y traicionar.