A pesar de la guerra sucia y las campañas mediáticas emprendidas en su contra, la imagen de la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo, se mantiene intacta y cuenta con la aprobación de la mayoría de los ciudadanos de este país, que aprueban su gestión presidencial y la patentizan toda su confianza.
Eso es lo que dicen las recientes encuestas publicadas por el diario El Economista y Reporte Índigo ayer lunes. Como decía el expresidente Andrés Manuel López Obrador, no le han quitado ni una pluma a su gallo.
Así pasa con la doctora Claudia. Brilla con luz propia y la gente confía plenamente en ella. Según el sondeo de Reporte Índigo, el 60% de los encuestados opina que el país está mejor desde que asumió la Presidencia de la República, el 85% le tiene confianza y el 90 por ciento aprueba su gestión.
Mes con mes, la evaluación de la mandataria no solo ha sido positiva, sino que además ha ido en ascenso. Como el expresidente López Obrador, mantiene altos niveles de popularidad, la gente cree en su palabra y está muy de acuerdo con su desempeño, para aquellos misóginos, que decían que una mujer no sería capaz de gobernar un país como el nuestro.
Mejor no podía iniciar el año la presidenta Claudia Sheinbaum. La encuesta de Reporte Índigo vaticina que 2025 será el año de ella como titular del Poder Ejecutivo, se traducirán en programas, obras y acciones las reformas constitucionales aprobadas en los últimos tres meses del año pasado.
Pero volvamos a las encuestas. Según Reporte Índigo el país ha mejorado en un 60% en los primeros cien días de gobierno de la doctora Claudia Sheinbaum. El 90% de la población mexicana tiene una opinión favorable de ella y sólo el 9.7% tiene una opinión negativa, una diferencia abismal entre la aprobación y la reprobación de su gestión.
En estos primeros cien días de su gobierno es calificado positivamente. El 39.20% califica su desempeño como muy bueno y el 48.70% como bueno. Es decir, tiene el respaldo del 87% de los mexicanos, de acuerdo a la encuesta de Reporte Índigo.
La encuesta se aplicó también por rubros y en la mayoría la evaluación resultó positiva, principalmente en materia de educación (76%) economía (74.7%), programas sociales (83.3%) por ciento), infraestructura (70.2%), Salud (72.5%) y los derechos de la mujer (81.2%). En todos los casos fue de buena a muy bien la respuesta.
En materia de seguridad el 33.3% considera que la actuación de la presidenta para contener la inseguridad ha sido buena, y el 32.8% opina que muy buena. En suma, tiene la aprobación ciudadana con el 66.1%, que contrasta con el 4.7% que considera que el desempeño en seguridad ha sido malo y el 11.4% lo calificó de muy malo.
LA AMENAZA YANQUI
Reporte Índigo preguntó a los encuestados si confiaba en la presidenta en el manejo de las relaciones bilaterales México-Estados Unidos a partir de la toma de protesta, el próximo 20 del presente mes, de Donald Trump.
El 58.9% confía plenamente en la capacidad de la mandataria para manejar su relación con el presidente Trump, el 25.8% dice que confía “moderadamente” y sólo el 3.4% no confía para nada en la presidenta.
Ese minúsculo porcentaje ha de ser de quienes han pedido al bravucón presidente electo para que declare a los cárteles de la droga como terroristas para que los marines norteamericanos invadan el país, como lo han pedido los fachos apátridas o que se regocijan de que vayan a expulsar del país vecino a paisanos que llevan toda una vida trabajando en el vecino país del norte, todo por el odio que le tienen a la presidenta, porque la oposición no ha sido capaz de articular un proyecto de nación que sea atractivo o una opción viable para los mexicanos que no están con la 4T.
Se la pasan criticando y deseándole mal a la presidenta, casi imploran que al país le vaya muy mal porque creen que así regresarán al poder, solo enseñan el cobre, su mezquindad y su resentimiento porque los echaron del poder por corruptos.
Las encuestas dicen lo que piensan la mayoría de los mexicanos: confían plenamente en la presidenta y lo principal: aprueban su gestión. Lo demás, es pura charlatanería de los adversarios políticos.