• La Verdad del Sureste |
  • Sábado 19 de Abril de 2025

LOS DE ABAJO

Los críticos de hoy son los encubridores de ayer

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- Utilizan cualquier decisión o movimiento para negar que se ha avanzado en el combate a la delincuencia

El reforzamiento de la seguridad en el estado, que ha dado buenos resultados, también pasa por ajustes y modificaciones en las áreas de seguridad, para ser más efectivos en el combate a la criminalidad que en el sexenio pasado se le otorgó licencia para robar, matar e imponer el cobro de piso y ajustar cuentas con bandas rivales, sin importar que el estado se cubriera de sangre.
Esa fue la herencia perniciosa que sus antecesores le dejaron a quien hoy está al frente de la gubernatura, a quien los defensores recalcitrantes, “calumnistas” codiciosos al servicio de esos malos gobernantes, le exigen, acusan, tachan de incompetente y hasta se atreven a pedirle su renuncia.
Ninguno de ellos dijo ni pio cuando se difundieron las relaciones de complicidad y vínculos con el crimen organizado de sobra conocidos y lo que le ha costado al estado vidas y bienes materiales, esas sí reprochables y atribuibles a quienes estuvieron la responsabilidad de garantizar la seguridad de los tabasqueños.
Por más que se las laven, hay políticos locales que tienen manchadas las manos de sangre y es estigma no lo quitarán de encima por más que sus sicarios informativos quieran presentarlos como hombres de bien, honestos y probos. Ellos son responsables de lo que ha estado pasando en la entidad. Ni más ni menos.
No ha sido fácil limpiar toda esa podredumbre. Ha costado mucho esfuerzo. La infiltración llegó hasta las entrañas de las corporaciones policiacas que la tarea de barrer la suciedad ha tardado un poco más de lo previsto.
Pese a ello, hoy en día no hay tratos con delincuentes. Ya no gozan de esa impunidad. Hoy son perseguidos y han ido cayendo uno a uno. El reforzamiento de la estrategia de seguridad se enfocó en el trabajo de inteligencia para dar golpes certeros.
También hay que decir que cuando se dio el cambio de gobierno, la estructura policial y la fiscalía estaban contaminadas por malos elementos. Los delincuentes contaban con ese apoyo y podían coordinar acciones a plena luz del día: saqueos de comercios, quema de vehículos y asaltos.
Esos actos delictivos simultáneos ya no han ocurrido, porque ya no tienen quién o quiénes les cubran las espaldas. Saben que ahora sí tendrán consecuencias si llegaran a desafiar a la autoridad con ese tipo de desmanes.
Y la prueba está en que cayó el “Guasón” y no hubo disturbios coordinados y simultáneos y eso que se trataba de un mando importante de una organización criminal.
Sí lo hicieron cuando alguien les dio el pitazo de que dos cabecillas, recluidos en el CREST, serían trasladados al penal de máxima seguridad de Nayarit, hasta armaron un motín en un intento de frenar ese operativo y en la calles ocurrieron hechos violentos.
Hasta pagaron a gente para que fuera a “protestar” a las afueras del reclusorio, dicho por la propia autoridad.
Tampoco pasó nada con reciente traslado de otros reos peligrosos o “generadores de violencia” como la autoridad los llama, entre quienes figuró “Tomasín”, uno de los secuaces del “comandante H”, cuyo paradero se desconoce y sobre quién, según versiones de prensa, hay una orden de aprehensión por delincuencia organizada y otros delitos.
Y los enemigos del gobernador dicen que todo sigue igual, que los tabasqueños viven en el miedo permanente, en la zozobra.
No quieren aceptar que sí se han reducido los índices delictivos.
Las cifras indican que en el municipio de Centro la actividad delictiva disminuyó 58 por ciento, en especial, los homicidios dolosos, y a nivel estatal la baja es de 40 por ciento. Estos resultados se han obtenido en menos de un mes, desde que la Fuerza Interinstitucional de Reacción Táctica (FIRT) Olmeca, integrada por un grupo de élite altamente entrenado y capacitado en operaciones contra la criminalidad, entró en operación.

LOS NÚMEROS NO MIENTEN
Ayer, el subsecretario de Gobernación, César Yáñez, confirmó lo anterior durante la inauguración del módulo de canje de armas que se instaló en el atrio de la Catedral El Señor de Tabasco.
“Vamos bien, los números no mienten, los números son muy fríos y, sobre todo, en el municipio de Centro es donde más se nota, pero no se ha descuidado el resto del Estado”, dijo el funcionario federal.
Le preguntaron si sabía qué grupos de la delincuencia organizada con presencia nacional operan en Tabasco. La respuesta no se hizo esperar: “Yo no le voy a poner nombres a los grupos delictivos que operan en el estado, pero de que los hay, ustedes mejor que nadie los conoce”.
Ayer se dio el cambio del coordinador estatal de la Guardia Nacional, Ignacio Murillo Rodríguez. No se fue por malos resultados o porque no pudo con la encomienda sino porque lo ascendieron. Fue nombrado coordinador regional de la GN en Tamaulipas, Veracruz y Tabasco. Desde esa posición seguirá atendiendo la seguridad del estado. Su lugar fue ocupado por el general brigadier Manuel Bravo Alonso.
Cierto columnista deslizó un comentario de muy mala leche a propósito de la renuncia del coronel Barajas.
Se refirió a los cambios en la 30 Zona Militar, en la SSP y en la Fiscalía, porque esas designaciones, a su juicio, resultaron fallidas. Hasta ahí, todo bien. Normal que haya crítica, que tenga su propia opinión.
Pero cierra su escrito con una acusación malintencionada hecha a manera de pregunta: “¿Cuántos inocentes se habrían salvado de habérseles cesado al primer indicio de ineptitud?”
Luis Antonio Vidal no tuvo el valor de cuestionar con esa misma acritud a quien nombró a Hernán Bermúdez Requena secretario de Seguridad y Protección Ciudadana, a pesar de que públicamente se habían señalado sus presuntos nexos con una mafia policiaca, además de que fue represor de lopezobradoristas.
Esa decisión sí que ha costado vidas, muchas vidas y que el estado se bañara en sangre, que se perdiera la paz y se dejara de garantizar la seguridad de los tabasqueños, pero el valiente de hoy, que cuestiona con dureza a la autoridad, es el que ayer guardó silencio.