Nadie en su sano juicio pone en tela de duda la alta popularidad que ha mantenido desde que asumió el poder la presidenta Claudia Sheinbaum. Sus críticos y adversarios decían que su “dependencia” a su antecesor, Andrés Manuel López Obrador, no le permitiría consolidarse ni afianzarse en el cargo, que era preciso desmarcarse del expresidente.
Obviamente esas “recomendaciones” fueron desoídas por inconsistentes e interesadas. Buscaban un propósito: que rompiera con López Obrador, algo que jamás iba a ocurrir ni ocurrirá, porque ella es la heredera del bastón de mando y la única que podía dar continuidad al proceso de transformación que vive el país, y los hechos así lo confirman y los estudios de opinión, también.
La alta popularidad de la presidenta, que en algunos sondeos supera el 80% y en ocasiones rebasa los niveles de aprobación de López Obrador, se atribuye a una combinación de factores clave, según encuestas, análisis y observaciones de expertos que han seguido de cerca el desempeño de Sheinbaum.
Ella ha capitalizado el legado de AMLO, quien dejó el poder con una aprobación cercana al 77%. Su compromiso con el “segundo piso de la 4T” mantiene el respaldo de la base social que apoya los programas sociales de López Obrador, como pensiones universales y apoyos a sectores vulnerables.
Los números no mienten. Los sondeos lo confirman mes con mes, por lo menos hasta ahora. Alrededor del 40% de los encuestados perciben beneficios directos de estos programas, especialmente los mayores de 65 años (58%).
Aunque fiel al proyecto de AMLO, Sheinbaum proyecta una imagen más técnica, ecuánime y rigurosa, derivada de su formación como científica. Su enfoque ponderado y “de cabeza fría” contrasta con el estilo más carismático y polarizador de López Obrador, lo que le ha permitido ganar simpatías incluso entre sectores que no apoyaban plenamente al expresidente.
Las negociaciones con el presidente estadounidense Donald Trump, especialmente en temas de aranceles y migración, han sido percibidas como exitosas. Las encuestas indican que el 68% de los mexicanos aprueba su manejo de estas tensiones, y un 34% cree que lo hace mejor que AMLO, mientras que un 47% considera que lo hace igual de bien. Esto ha fortalecido su imagen como líder capaz en el escenario internacional.
Esto último lo acabamos de ver en la reciente cumbre de la CELAC realizada en Honduras, donde la presidenta tuvo una participación muy destacada a pesar del poco tiempo en que mantuvo en ese encuentro que reunió a presidentes de América Latina y del Caribe.
RESPALDO HISTÓRICO
Su inclusión en la lista de la revista TIME como una de las y los cien líderes más influyentes, junto a figuras como Trump y Musk, ha elevado su estatura global, reforzando su imagen interna como una presidenta histórica por ser la primera mujer en el cargo.
De acuerdo a esos estudios de opinión pública, la mandataria ha incrementado su popularidad en diversos segmentos.
Entre octubre y noviembre de 2024, su aprobación creció 10 puntos (del 60% al 70%), con un aumento notable entre jóvenes de 18 a 29 años (18 puntos) y universitarios (74%). Aunque su apoyo es mayor entre mujeres, su gestión ha ganado más terreno entre hombres en el primer mes de gobierno.
A pesar de desafíos como la inseguridad, el 63.7% la señala como la mayor preocupación, y tensiones económicas, el 63.3% de los mexicanos considera que el país va por el rumbo correcto, y el 70% confía en la credibilidad de Sheinbaum, superando incluso la confianza que inspiró López Obrador al final de su mandato (65%).
Aunque el expresidente mantuvo una aprobación alta (61-81% durante su sexenio), Sheinbaum ha superado sus cifras en los primeros seis meses, alcanzando hasta un 85% según algunas encuestas.
Esto se explica porque, mientras AMLO dependía de su carisma y conexión emocional con las masas, Sheinbaum combina esa herencia con una imagen de competencia técnica y un enfoque menos confrontacional, lo que le permite sumar apoyos más allá de la base tradicional de Morena.
Además, la ausencia del fundador del movimiento en la escena política, ha evitado que su sombra opaca a ella, permitiéndole consolidar su propio liderazgo. López Obrador ha cumplido lo que dijo muchas veces antes de dejar la presidencia: su retiro de la vida pública y de toda actividad política.
Nadie lo ha visto en algún sitio o en reuniones con figuras públicas ni de Morena ni de ningún otro signo partidista. No se sabe nada de él. Sin embargo, sin estar físicamente en el escenario nacional, ha sido invocado más de una vez por situaciones que se han presentado a lo largo de estos ya casi siete meses que dejó el cargo.
Hay que decirlo también, el PRIAN ha contribuido al fortalecimiento de la imagen presidencial, porque siguen sin entender la realidad actual y persisten en una narrativa que solo demuestra su propia debilidad.
Esos dos partidos, siguen sin tener un repunte significativo en las encuestas. El PAN apenas alcanza el 13% y el PRI el 9%, lo que refuerza la hegemonía de Morena, que conserva un 50% de aceptación. Esto permite a la presidenta mantener una base de apoyo sin competencia relevante.