![Marines estadunidenses se despliegan a lo largo de la frontera entre Estados Unidos y México cerca del puerto de entrada de San Ysidro, en San Diego](https://la-verdad.com.mx/media/img_notas/b9193687d9ba38ee7cdad04f64ff4bf8.jpg)
En la mañanera de ayer, la mandataria mexicana lo dijo así: “¿cómo es que llega el fentanilo o cualquier otra droga –que no está bien que pase ilegalmente y nosotros hacemos nuestro trabajo en nuestro país–, pero cómo es que llega? ¿Qué pasa después de la frontera? ¿Quién opera la distribución de la droga? ¿Quién la vende en las ciudades estadunidenses, que han provocado tanta tragedia? ¿Dónde va el dinero de la venta en Estados Unidos?”
Algo más: «¿cómo es que hay armas en México de uso exclusivo del Ejército de Estados Unidos? ¿Quién las vendió? ¿Cómo llegaron a nuestro país? Entonces, hay una parte importante que ellos tienen que hacer en su propio país, muy importante. ¿Cuál es la distribución final en las calles de las ciudades? ¿O qué, no hay cárteles allá o delincuencia organizada allá? Entonces, colaboramos, coordinamos, nos reunimos, trabajamos juntos, pero siempre vamos a defender la soberanía».
Así es: transcurrido más de medio siglo desde que el entonces presidente Richard Nixon anunció una «ofensiva total» en contra de la droga y su consumo, el único resultado concreto ha sido el incremento sostenido –en proporciones geométricas– de ambos factores, calificados por aquel como «enemigo público número uno» de Estados Unidos. Algo similar, con los mismos fines, decretó Ronald Reagan a mediados de la década de los 80, con iguales consecuencias. Y de ahí, en adelante. Eso sí, el «combate a las drogas» ha servido de pretexto, y de jugosos negocios, económicos y políticos (por ejemplo, el Irán-Contras, en el que también participó Pablo Escobar) para meter las narices y las armas en todas partes, mientras en su casa la bola de nieve no deja de crecer.
El Informe Mundial sobre las Drogas 2024, elaborado por la Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito, ofrece un «aperitivo» de los buenos resultados de la citada «guerra» de los gobiernos estadunidenses. De él se toman los siguientes pasajes:
De más de 100 mil muertes por sobredosis de drogas registradas en 2022 en Estados Unidos, 81 mil 806 se atribuyeron a los opioides. Ello significa que los decesos por sobredosis de opioides prácticamente se han cuadruplicado desde 2010.
Más de 70 por ciento de las muertes por sobredosis de opioides ocurridas en Estados Unidos se produjeron en hombres; entre 2010 y 2022, ellas (principalmente por fentanilo) se multiplicaron por más de 24. En el mismo periodo, las muertes por sobredosis atribuidas a los psicoestimulantes (principalmente metanfetamina) también se multiplicaron por 18. De 2013 a 2020, en Estados Unidos las tasas de sobredosis de opioides sintéticos aumentaron 2 mil 209 por ciento en hombres y 991 en mujeres.
Además, el «renacimiento de los psicodélicos» se sustenta en la voluntad de comercializar, especialmente mediante inversiones financieras, los avances en ese ámbito con el fin de promover su consumo de forma «supervisada o no», anticipándose a los resultados de las investigaciones científicas. En marzo de 2020 había más de 50 empresas que cotizaban en bolsa relacionadas con este desarrollo en Estados Unidos. Se prevé que en 2027 esta industria estadunidense habrá quintuplicado el valor que tenían los consorcios en 2020, que ahora aceptan inversiones externas. Por si fuera poco, la creciente demanda de metanfetamina ha propiciado el desarrollo de fabricación casera.
Pero, dicen en Estados Unidos, «el problema está en otros países».
LAS REBANADAS DEL PASTEL
Y para los «morenistas» porfirianos, la presidenta Sheinbaum también envió mensaje: «si se aprueba la ley de cobranza delegada, la vetaré; el salario es intocable».
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