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  • Viernes 21 de Febrero de 2025

Acusa Red Nacional: Lala, Peñoles y otras rapiñaron comunidades y dejaron veneno

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La Red Nacional de Comunidades Envenenadas en Resistencia alerta por la urgente atención que necesitan zonas afectadas por grandes empresas, la industria y la agroindustria, y piden considerarles como regiones de emergencia sanitaria y ambiental.
Ciudad de México, 16 de febrero.- Transnacionales que llegaron a México durante los gobiernos neoliberales de Miguel de la Madrid hasta el de Enrique Peña Nieto son responsables de afectaciones diversas regiones y zonas que hoy están en una situación de emergencia sanitaria y ambiental debido a las laxas normativas que le permitieron a estas empresas instalarse sin rendir cuentas en materia de medio ambiente, mismas que permanecen por la falta de regulación.
La Red Nacional de Comunidades Envenenadas en Resistencia (Renacer), ha identificado hasta 70 regiones y zonas de emergencia sanitaria y ambiental que urge atender por las afectaciones que han ocasionado la industria y agroindustria, desde al medio ambiente y la salud de las personas que ahí habitan.
Estas mismas empresas están detrás de numerosas enfermedades en las comunidades cercanas, desde insuficiencia renal crónica, leucemia, cáncer o malformaciones al nacer, hasta enfermedades inmunológicas, entre otras.
En La Laguna, en Coahuila, por ejemplo, hay además una mezcla de actividades industriales y agroindustriales que extraen mucha agua para la producción de alfalfa que a su vez se usa para la producción de leche de la empresa Lala.
En esa misma zona se encuentra la cuarta siderúrgica de plomo más grande del mundo: la empresa Peñoles, que ha generado niveles legendarios de contaminación de plomo, cadmio y otros metales. O al norte de la Ciudad de México, donde el suelo todavía guarda como depósito de cromo hexavalente de hace 50 años que dejó la empresa Bayer bajo el nombre de Cromatos.
En la zona del Salto en Jalisco, a su vez, se ubica uno de los ríos más contaminados del país porque múltiples industrias arrojan, sin ningún tipo de cortapisas, sus residuos tóxicos. En el mismo sentido, se tiene identificada toda la línea de la frontera con Estados Unidos, la cual está llena de industrias que están importando basura plástica y electrónica desde el vecino del norte.
Otro ejemplo es Granjas Carroll, que llegó a México en 1994, específicamente al Valle de Perote; dedicada a la producción masiva de cerdos. Las denuncias que los pobladores han presentado llevan más de 20 años, principalmente, por la desaforada contaminación y el incremento de enfermedades que no han tenido respuesta más que la indiferencia.
El ambiente en las comunidades de esa zona ubicada en los límites de Puebla y Veracruz se caracteriza por la fetidez del aire, los enjambres de moscas, contaminación de mantos freáticos, pozos y lagunas. Además proliferan las enfermedades respiratorias, gastrointestinales y de la piel, hasta crónico-degenerativas. Dicha empresa es propiedad de la mayor productora global de cerdos: la empresa privada china WH Group, a través de su subsidiaria Smithfield Foods de origen estadounidense.
“Son diversas empresas, agroindustrias, actividades extractivas o actividades metabólicas urbanas como la generación de basura o de agua, etcétera, que generan las mega urbes y que forman espacios donde se sacrifica la salud de la población y ocasiona problemas gigantescos. Estos lugares no son cuatro o cinco en el país, son decenas de lugares. Son cada vez más y se debe al desarrollo del neoliberalismo. Se deben al desarrollo del libre comercio”, comentó el doctor Andrés Barreda, de la Facultad de Economía de la UNAM, en entrevista.

Sin control, el
crecimiento de
industrias
Tras más de 20 años de lucha de comunidades afectadas y científicos de todo el país fue que se fundó la Red Nacional de Comunidades Envenenadas en Resistencia a inicios de febrero de 2025; y en su primer encuentro participaron 186 personas de comunidades afectadas de 18 entidades federativas, así como 65 organizaciones de base comunitaria.
“Hemos atestiguado el deterioro progresivo de nuestro entorno y de la salud de nuestras familias y comunidades, lo cual nos motivó a organizarnos localmente”; sostienen que en esas regiones proliferan enfermedades crónico-degenerativas provocadas por la exposición permanente a sustancias tóxicas y peligrosas, “permitida, tolerada y hasta encubierta” por las autoridades de todos los partidos políticos. El objetivo es frenar la devastación socio-ambiental para la recuperación de entornos vitales.
Lo anterior porque, de acuerdo con el doctor de la UNAM y el doctor Pedro Hipólito Rodríguez del Ciesas Golfo, el crecimiento industrial en el país no tiene control: “la propuesta de inversión de capital se ve con tanto entusiasmo porque va a generar empleo y salarios, pero no se observa cómo se han modificado los marcos regulatorios de muy laxa normatividad en materia de inversión para uso de recursos y para la contaminación. No se observa cómo van a seguir las viejas reglas del neoliberalismo”, comentó Barreda.
Rodríguez agregó que, junto a organizaciones comunitarias, científicos han identificado prácticamente 40 regiones de emergencia sanitaria y ambiental, fundamentalmente divididas en dos: zonas alrededor de desarrollos industriales y otras alrededor de las zonas de desarrollo agroindustrial.
“Entonces, por ejemplo, por mencionar algunas que han salido a la luz pública en los últimos tiempos, las granjas de cerdos. En el Valle de Perote desde hace prácticamente 20 años una gran empresa transnacional produce cerdos de manera industrial: Granjas Carroll, que produce más de 1 millón de cerdos al año”.
“Hay que pensar que es como una ciudad porque a esos cerdos hay que alimentarlos y esos cerdos también defecan, generan residuos, es un gran problema de contaminación para las poblaciones que residen en el entorno porque estas empresas se vinieron a instalar en donde efectivamente hay población viviendo, hay población rural, hay población urbana… Se está violando el derecho humano a un ambiente sano y al agua”.
El doctor Rodríguez explicó que lo mismo ocurre en la frontera entre Campeche y Yucatán con empresas agroindustriales que producen grandes cantidades de cerdos, y que para alimentarlos echan a andar procesos de instalación de soya transgénica, producto que impide el despliegue de la apicultura en una zona donde mucha gente se dedica al cultivo de abejas y a la exportación de miel.
Otro ejemplo es la zona del Salto en Jalisco, donde se ubica uno de los ríos más contaminados del país porque múltiples industrias arrojan, sin ningún tipo de cortapisas, sus residuos tóxicos, señaló el doctor. O lo que ocurre en toda la zona donde se ha instalado la industria automotriz, el centro del país que abarca desde Aguascalientes, Querétaro, Hidalgo, San Luis Potosí, Tlaxcala, Puebla.
“Estamos hablando de una contaminación que no solamente afecta el entorno de estas industrias, sino que también está afectando a la propia población trabajadora. Yo pongo el acento en algunas zonas que han crecido mucho, que son de particular atención porque han prosperado al calor del libre comercio”.
Lala, Peñoles… más empresas que contaminan
El doctor Andrés Barreda recordó que toda la línea de la frontera con Estados Unidos está llena de industrias que están importando basura plástica y electrónica desde el vecino del norte. Y mencionó, como otros desastres ambientales, la contaminación en el Río Bravo; La Laguna, en Coahuila por una mezcla de actividades industriales y agroindustriales extractivas: “se extrae mucha agua para la producción de alfalfa que a su vez se usa para la producción de leche de la empresa Lala”.
El académico de la UNAM agregó que en esa misma zona se encuentra la cuarta siderúrgica de plomo más grande del mundo: la empresa Peñoles, que ha generado niveles legendarios de contaminación de plomo, cadmio y otros metales. O al norte de la Ciudad de México, donde el suelo todavía guarda como depósito de cromo hexavalente de hace 50 años que dejó la empresa Bayer bajo el nombre de Cromatos.
“Igual están todas las zonas donde se produce cemento y el ejemplo es Tula, Hidalgo, porque ahí se concentra el 40% de la producción del cemento del país… la atmósfera de Tula hace palidecer la contaminación de la Ciudad de México tanto que en estos momentos se está investigando en el Instituto de Ciencias de la Atmósfera de la UNAM porque son peligrosísimos”.
Acerca de algún beneficio que este crecimiento industrial pudiera tener en México, ambos doctores no destacan alguno, ni siquiera la generación de empleos pues señalan que las mismas comunidades afectadas denuncian que son trabajos irregulares o mal pagados.
Barreda dijo: “tienen empleo y tienen salario, pero lo tienen que emplear en el tratamiento de enfermedades degenerativas cada vez más lesivas y más costosas, porque estamos hablando de enfermedades degenerativas, no estamos hablando de catarros o de infecciones intestinales. Estamos hablando de leucemia que se da a los niños desde los 3 años de edad”.
“Hay un subregistro en el país de las enfermedades de carácter degenerativo que están proliferando y creciendo exponencialmente en estas zonas de alta contaminación y entonces el problema que tenemos es una invisibilidad de las enfermedades de los obreros dentro de las fábricas y una invisibilidad de los habitantes que viven en torno de un campo agroindustrial”.

¿Y los grandes
beneficios para
México?
Ambos académicos destacan que la principal causa de estos desastres es el neoliberalismo y, de la mano con eso, la llegada del Tratado de Libre Comercio en 1994, justo en este periodo económico.
“Todos los balances que se han hecho hasta la fecha demuestran el beneficio que nos genera el tratado de libre comercio no contemplan estos daños y al contrario se nos reprocha, eso es lo que nos reprocha Trump, que México ha obtenido grandísimos beneficios del tratado de libre comercio mientras ellos están pagando el pato”, dijo Barreda.
“En México se destruyeron las principales industrias nacionales que eran soberanas. Ahora se está hablando de reconstruir lo que se destruyó durante los últimos 40 años pero la verdad es que el país se industrializó, sobre todo, con empresas transnacionales al mismo tiempo que se perdió una cantidad gigantesca de población que migró hacia Estados Unidos. Con el Tratado de Libre Comercio habrán migrado de entre 20 y 30 millones de mexicanos a Estados Unidos. Y la población que se quedó vio destruido el medio ambiente y su salud. Y esto ni siquiera se contabilizó porque si estas cosas se contabilizaran, el saldo o costo-beneficio del tratado de libre comercio es completamente otro”.

¿Y lo más urgente? Atender la salud de las comunidades que lo necesitan desde hace décadas, y que las autoridades se encarguen de regular que efectivamente no haya tóxicos, que se percaten de la verdadera gravedad del del problema con estas empresas, mencionan los doctores.

“Es muy urgente que haya una revisión profunda de las normatividades, una actualización de aquellas que ya existen y es también igualmente urgente que las instituciones que tienen competencia lo hagan porque la Cofepris actualmente tiene cinco inspectores para sustancias tóxicas en todo el país. Es que eso no puede seguir, eso es el neoliberalismo puro y duro”, sentenciaron.