Cuando Andrés Manuel López Obrador asumió la Presidencia de México, una de sus primeras decisiones fue no vivir en la residencia oficial Los Pinos, porque “ahí espantan”. Anunció que viviría en Palacio Nacional en un departamento que se acondicionó en el gobierno de Felipe Calderón.
Durante 84 años fue símbolo del poder en México, contados a partir de 1934 hasta el 30 de noviembre de 2018. Los Pinos, un complejo habitacional y de oficinas, fue la residencia oficial de 13 expresidentes. López Obrador puso fin a esa tradición y línea sucesoria.
Lo había prometido durante la campaña y lo cumplió apenas asumió la Presidencia de México. Hoy, Los Pinos está convertido en un espacio cultural abierto al público y forma parte del Bosque de Chapultepec.
Durante la campaña dijo también que viviría en Palacio Nacional. En ese momento no sabía que en ese inmueble histórico se habilitó un departamento que le caería como “anillo al dedo”. Lo supo cuando el entonces presidente saliente, Peña Nieto lo invitó a Palacio en su calidad de presidente electo.
En una mañanera, recordó ese encuentro: “Cuando vine a ver al presidente Peña, ya como presidente electo, que nos encontramos me dijo: ‘le voy a mostrar algo que le va a gustar’. Y ya me llevó al departamento, y como yo hablaba de que iba a vivir aquí, este me mostró el departamento, y pues ya está. Nada más falta convencer a Beatriz”.
Cuando Adán Augusto López Hernández asumió la gubernatura, se dijo que no viviría en la Quinta Grijalva. No cumplió, sí vivió en la residencia oficial, al menos durante la pandemia, luego de que se contagió de Covid-19 en 2020.
En el 2021 dejó la gubernatura para asumir la Secretaría de Gobernación. Su sucesor, Carlos Manuel Merino Campos, la ocupó también. Fue muy comentada una imagen del exgobernador en la palapa de la Quinta, donde el mandatario en turno tenía sus oficinas dentro de la residencia oficial.
Lo captaron apoltronado en un mullido sofá en el momento en que una podóloga le hacía la pedicura a una de sus pies. La foto causó revuelo e indignación en redes sociales. Se ganó muchas críticas y hasta insultos. Merino fue el último gobernante en vivir en la Quinta Grijalva.
Esto viene a cuento porque aquí en Tabasco pasó lo mismo con la residencia oficial Quinta Grijalva. Igual en campaña Javier May Rodríguez, prometió en convertirla en recinto cultural y también así ocurrió. Fue uno de los compromisos asumidos en campaña.
LA CASA DEL PUEBLO
Ya instalado en Palacio de Gobierno, anunció que la Quinta Grijalva dejaría de ser la residencia oficial del gobernador en turno. Envió una iniciativa para que se decretara que no lo sería más a partir de este sexenio para convertirse en un recinto cultural y sería ahora la casa del pueblo.
Lo es a partir del seis de diciembre pasado en que se convirtió en el Centro Cultural Quinta Grijalva, un espacio para las artes y la convivencia familiar. Este inmueble solo adquiere sentido si la gente le da vida, si lo hace suyo, dijo el gobernador durante la reapertura como recinto cultural.
Javier May no tiene casa propia en Villahermosa. Renta la casa donde vive, como lo hace cualquier ciudadano que tampoco cuenta con una vivienda. Él cubre el costo del alquiler. Eso es tener palabra porque es consecuente con los principios de la 4T: no mentir.
Cuando la Quinta Grijalva era habitada por los gobernadores, el costo de su mantenimiento era alto, vivían en el dispendio y el boato, principalmente en el gobierno del corrupto de Andrés Granier.
Se convirtió en un lugar de opulencia y derroche. Fue escenario de grandes francachelas y comilonas. Obviamente, el pueblo no tenía acceso. Sólo cuando Granier decidió abrir la Quinta a la gente para que se tomaran fotos.
Se montó la “Villa Navidad” en la residencia oficial para darse baños de pueblo y ser popular, pero hasta de ese concepto sacaron ventaja, lo convirtieron en un negocio lucrativo: las fotos que la gente se sacaba en la casa principal tenía un costo y no eran una sino cientos cada noche y todo fue a parar al bolsillo de quien era el fotógrafo oficial del gobernador.
Hoy nada de eso ocurre, porque ya no es la casa de los gobernadores, sino es la del pueblo y las puertas están abiertas para todo aquel que quiera conocer el lugar y apreciar el arte y la cultura en sus diferentes manifestaciones.
Honrar la palabra significa cumplir con lo que se ha prometido o dicho, actuando con integridad y coherencia entre las palabras y los hechos.
Es un principio que implica ser fiel a los compromisos asumidos, ya sea en promesas personales, acuerdos formales o declaraciones públicas, demostrando confiabilidad y respeto hacia los demás. En un sentido más amplio, se asocia con valores como la honestidad, la responsabilidad y la lealtad.
Esa es la diferencia entre quien se compromete solo de palabra y en los hechos no cumple y el que es consecuente con lo que dice y hace.