• La Verdad del Sureste |
  • Miércoles 12 de Noviembre de 2025

Los de abajo

Acoso a Sheinbaum: el toque que expuso la brecha de seguridad presidencial

Publicado el:

Alejandro Hernández


El incidente que sufrió la presidenta Claudia Sheinbaum el martes pasado, durante un recorrido a pie por el Centro Histórico de la Ciudad de México, específicamente en la calle República de Argentina, cerca del Palacio Nacional, fue de suma gravedad.
 

Mientras la mandataria interactuaba con simpatizantes y ciudadanos que le pedían fotos, un hombre identificado como Uriel Rivera Martínez, en aparente estado de ebriedad, se acercó por detrás, la abrazó sin consentimiento, le besó el cuello y le realizó tocamientos.
 

El video del momento se viralizó rápidamente en redes sociales, mostrando cómo la presidenta reaccionó con calma, apartándose y diciendo: "nos tomamos la foto, no te preocupes", mientras su equipo de seguridad intervenía para alejarlo.
 

No hubo una reacción inmediata por parte de los escoltas, lo que generó críticas inmediatas. Sin embargo, lo cuestionable es que no estuvieron atentos para evitar ese acercamiento indebido. La reacción fue tardía.
 

Sheinbaum presentó una denuncia penal por acoso y abuso sexual ante la Fiscalía de Investigación de Delitos Sexuales de la Ciudad de México. El agresor fue detenido horas después por elementos de la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana (SSPC) y la Secretaría de Seguridad Ciudadana (SSC) local, y quedó a disposición de las autoridades.
 

La jefa de Gobierno, Clara Brugada, confirmó la captura y enfatizó: "Si nos tocan a una, nos tocan a todas", y reiteró el compromiso con la cero tolerancia a la violencia contra las mujeres.
 

El episodio no solo es un acto de violencia de género —que Sheinbaum misma calificó como "algo que no debe ocurrir en nuestro país, no como presidenta, sino como mujer y en representación de todas las mexicanas"— sino una falla evidente en el perímetro de protección presidencial.
 

Aunque el equipo de ayudantía, el nuevo nombre del antiguo Estado Mayor Presidencial, disuelto en 2019 por el expresidente Andrés Manuel López Obrador, intervino, el hecho de que un individuo ajeno pudiera acercarse tanto y realizar tocamientos sin ser detectado a tiempo exponen vulnerabilidades en los protocolos de seguridad durante eventos públicos.
 

Actores políticos han pedido "aumentar las precauciones" y evitar "exceso de confianza", mientras que la oposición y analistas lo ven como un reflejo de la crisis general de inseguridad en México, donde incluso figuras de alto perfil como alcaldes han sido asesinados pese a escoltas.
 

CERCANÍA SÍ, PERO MAYOR CUIDADO
 

En redes sociales, el debate ha sido intenso: muchos lo condenan como misoginia cotidiana, recordando que más del 70% de las mujeres mexicanas han sufrido violencia, pero otros, opositores recalcitrantes, aseguraron que eso fue un "montaje" o distractor político, sin aportar ninguna prueba de sus dichos. Así se las gastan.
 

Lo que sí es claro es que resalta la tensión entre la cercanía con el pueblo que promueve el gobierno de la Cuarta Transformación y los riesgos reales de exposición. Analistas han alertado que, incidentes como este, abren la puerta a un eventual atentado.
 

Esa preocupación es compartida por expertos en seguridad. En teoría, un atacante con intenciones letales podría explotar una brecha similar: el hombre llegó fácilmente porque el recorrido era informal, con multitudes y sin un cordón estricto, lo que facilitó el contacto físico.
 

En México, donde la violencia política ha cobrado la vida de más de 50 candidatos en el último año electoral y persisten amenazas de cárteles, un escenario así no es descabellado.
 

Un recordatorio es el asesinato de Luis Donaldo Colosio en 1994, un magnicidio en plena campaña, o más recientemente, el de alcaldes en Guerrero y Michoacán pese a protección federal. Si un ebrio civil puede tocar a la presidenta, un sicario armado podría intentarlo con consecuencias fatales.
 

Sin embargo, Sheinbaum ha declarado que no reforzará su esquema de seguridad, aunque argumentó que "no fue consciente hasta ver los videos" y priorizando su estilo accesible.
 

La Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana (SSPC) y el Centro Nacional de Inteligencia (CNI) monitorean amenazas constantes contra la presidenta, pero eventos como este sugieren que los protocolos necesitan ajustes: más inteligencia previa, perímetros dinámicos y entrenamiento para amenazas no solo armadas, sino físicas en multitudes.
 

Este no fue solo un acoso aislado, sino un recordatorio brutal de que la seguridad presidencial es un pilar de la estabilidad nacional. Urge una revisión inmediata para evitar que pase de "tocamientos" a algo irreversible.