@UTufigno
En 1943 un joven campesino trabajaba en las cercanías del poblado michoacano de San Juan Parangaricutiro cuando, repentinamente, escuchó ruidos extraños que provenían de la tierra; casi al mismo tiempo sintió una serie de vibraciones en el piso y un extraño vapor emanó del suelo. Sin saberlo, Dionisio Pulido –así se llamaba el campesino- había presenciado el nacimiento del volcán Paricutín. La erupción de dicho volcán, considerado uno de los más jóvenes del mundo, provocó que se fundara Nuevo San Juan Parangaricutiro. Pero también es el origen del famoso trabalenguas, aunque ningún trabalenguas es tan complejo como el que enfrenta el gobierno federal en Michoacán.
Bien sea por su ubicación geográfica privilegiada, por la notable fuerza de trabajo de su gente, o por un simple capricho de la historia, el estado de Michoacán se asoma en el ámbito nacional con el mismo estruendo con el cual el Paricutín ahuyentó a las poblaciones vecinas. ¿Qué pasa realmente en dicho estado? He de confesar que no termino de delinear una postura propia pues mientras más me allego de información, más cuestionamientos me hago.
Resulta muy comprensible que, ante la violencia que no cesa en el país, la gente tome medidas extremas, como la necesidad de autodefenderse con grupos entrenados para tal efecto. Porque lo mismo da que un empresario tenga escoltas que actúan legalmente, o que una comunidad se organice para defender sus intereses de manera legítima. En ambos casos la autoprotección no es más que la consecuencia de la incapacidad del Estado para dar seguridad pública a los ciudadanos. Y aquí hay que evidenciar una realidad: si el Estado no nos puede dar bienestar ni seguridad, el Estado ha fallado.
A casi un año de haber sido creados los grupos de autodefensa, o al menos de haber hecho presencia pública, éstos operan en una veintena de municipios de Michoacán y, según ellos mismos han reconocido, cuentan con el apoyo de las fuerzas federales que incluso los han capacitado. Sin embargo, es apreciable un actuar diferenciado en el trato que el gobierno brinda a dichos grupos. Por ejemplo, en el caso de las autodefensas y guardias comunitarias de Cherán y Aquila, el gobierno federal desarmó y puso en prisión a decenas de milicianos de dichas poblaciones; en cambio, con otros grupos ha sido más tolerante a pesar de que portan armas de alto calibre. En contraste, en la Ciudad de México cualquier persona es sospechosa por portar dos teléfonos celulares.
Cuando a los grupos de autodefensa se les ha preguntado por el origen de las armas, invariablemente proporcionan dos respuestas. La primera, que son una especie de “botín de guerra” que le quitan a los rivales abatidos o sometidos; la segunda, que las compran con los recursos que les dan los pobladores liberados de la delincuencia, lo que va de un 50% a un 80% del producto de sus cosechas. Pequeño detalle: ¿acaso no surgió así en 2006 la “Familia Michoacana”, exigiendo cuotas para liberar a la población de los “Zetas”?
En las épocas más cruentas de la violencia en Colombia, cuando la guerrilla y los narcotraficantes se confundieron ante los ojos miopes del gobierno de Álvaro Uribe, éste recurrió al general Óscar Naranjo para que diseñara una estrategia que combatiera a ambos grupos.
Lo que dicho general ideó fue la creación de cuerpos de autodefensa que, en realidad, eran tropas paramilitares respaldadas por los grupos rivales del cártel del narcotráfico que atacaban
Cuando las campañas presidenciales de 2012 llegaban a su fin, Peña Nieto presentó como su asesor en materia de seguridad al general Óscar Naranjo.
¡Batman salvaría a ciudad caótica! Tras unas breves intervenciones públicas, no sabemos bien a bien cuáles fueron las recomendaciones que dicho general hizo al gobierno federal. Ni sabemos si el gobierno de Peña las aplicó.
Lo que sí sabemos es que a Michoacán llegó Alfredo Castillo, un personaje que lo mismo ha actuado en contra de los poderosos cárteles hoteleros de la Ciudad de México, que coordinar de manera lógica los trabajos periciales en la explosión en la Torre de Pemex en la capital del país. Su brillante pasado pronostica el adiós de Manuel Mondragón y la inhabilitación del gobernador michoacano.