• La Verdad del Sureste |
  • Jueves 25 de Septiembre de 2025

Partería tradicional en México: entre reconocimiento y control

Una nueva Norma Oficial integrada al sistema de salud reconoce la partería, pero genera preocupación entre parteras por su impacto en la autonomía y en los certificados de nacimiento.

Publicado el:

Redacción


Partera tradicional, símbolo del saber ancestral que busca reconocimiento, pero enfrenta restricciones normativas. Partera tradicional, símbolo del saber ancestral que busca reconocimiento, pero enfrenta restricciones normativas.

A partir de septiembre entrará en vigor una Norma Oficial Mexicana (NOM-020-SSA3-2023), publicada en marzo de 2025, que busca integrar la partería al sistema nacional de salud con el objetivo de reducir la mortalidad materna y neonatal. 

Aunque la norma valora la partería como parte del primer nivel de atención y contempla la posibilidad de emitir certificados de nacimiento, su implementación genera inquietud entre las parteras tradicionales, profesionales y autónomas.
Las parteras denuncian que los certificados que emiten no son reconocidos por el Registro Civil, obligándolas a recurrir al respaldo médico formal. Además, enfrentan barreras en los hospitales cuando derivan partos complicados. 

Señalan que no fueron incluidas con criterios reales en la elaboración del documento, lo que consideran un proceso arbitrario.
La norma ampliará los espacios de atención con la creación de casas de partería y unidades de parto de bajo riesgo que requieren la participación de profesionales de la salud, limitando la actividad libre y tradicional de muchas parteras. 

Las afectadas temen que esta regulación impida el parto en casa, una opción que muchas mujeres eligen y que ha ganado popularidad en los últimos años.
Las voces críticas destacan que la partería en México se ejerce bajo tres modalidades distintas: tradicionales (con saberes ancestrales comunitarios), profesionales (con formación académica) y autónomas (capacitadas fuera del sistema formal). 

La nueva regulación privilegia a las profesionales y deja fuera de su alcance a las otras dos, fracturando el trabajo colaborativo entre modelos y restando valor a las opciones comunitarias y culturales.