• La Verdad del Sureste |
  • Miércoles 12 de Noviembre de 2025

¿Y a mí qué?

“La caída en las remesas nos está diciendo algo más profundo que una simple cifra”

Publicado el:

Francisco Enrique Pérez Hernández


Esta semana, el Banco de México reportó una baja del 3.3% en las remesas enviadas a nuestro país, la caída más pronunciada desde 2020. Eso significa que, por primera vez en mucho tiempo, los hogares mexicanos recibieron menos dinero del que esperaban de sus familiares en el extranjero. Podrá sonar como un dato técnico, pero detrás de esa cifra hay una señal de alerta que deberíamos mirar con atención.

 

¿Por qué debería importarte? Porque aunque no seas receptor de remesas, aunque no tengas familia en Estados Unidos ni te lleguen transferencias desde fuera, vivimos en un país donde más de 12 millones de personas dependen directa o indirectamente de ese ingreso. Y lo que les pase a ellos, te guste o no, tarde o temprano se refleja en todos nosotros: en el consumo local, en la presión social, en la movilidad, en la estabilidad de comunidades completas. Cuando ese dinero empieza a faltar, las consecuencias se sienten en cadena.

 

Durante años, las remesas han sido un salvavidas. No solo económico, sino emocional. Son el resultado de migrantes que trabajan jornadas extenuantes para sostener desde lejos a quienes dejaron aquí. Son actos silenciosos de amor, enviados puntualmente mes con mes, aún en tiempos de pandemia, aún en medio de crisis globales.

 

Pero cuando ese flujo se desacelera, algo se rompe. Y no es solo el equilibrio financiero de un hogar: es la red emocional que da estabilidad a miles de familias. Porque si ese pilar tambalea, no hay programa social que lo sustituya con la misma eficacia ni con el mismo compromiso humano.

 

Entonces sí: sí te importa. Sí te toca. Sí te afecta. Te afecta porque el dinero que deja de llegar, deja también de circular. Porque los pequeños negocios que viven del consumo local comienzan a resentir la baja. Porque los jóvenes que estudian con ese ingreso quizá ya no puedan continuar. Porque muchas de las historias de esfuerzo y superación en este país han sido posibles gracias a esas remesas que hoy comienzan a fallar.

 

Esta no es una columna para alarmarte, sino para invitarte a mirar más allá de los números. A entender que detrás de cada transferencia hay alguien que eligió partir para sostener. Y que si ese sostén empieza a flaquear, no podemos darnos el lujo de ser indiferentes.

 

¿Estamos listos para generar nuevas alternativas aquí, sin depender tanto de lo que viene de fuera? ¿Estamos honrando el esfuerzo de quienes sostienen a sus familias a distancia? ¿O solo volteamos a verlos cuando las cifras bajan y nos conviene preocuparnos?

 

Cuando cae una remesa, no se cae solo un ingreso. Se tambalea un puente que conecta a millones de familias mexicanas con sus esperanzas. Y cuando ese puente se debilita, la vulnerabilidad nos alcanza a todos.