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  • Domingo 07 de Diciembre de 2025

19 de septiembre de 1985 ¿nos alcanzará el pasado?

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19 de septiembre de 1985 ¿nos alcanzará el pasado?


La angustia inicial se elevó ante la incomunicación telefónica y el llamado frenético a varios amigos; era inútil. La angustia inicial se elevó ante la incomunicación telefónica y el llamado frenético a varios amigos; era inútil.
En el sur de la gran ciudad la remezón se sintió amortiguada. No obstante mis temores durante el sismo, se cumplieron: el centro de la ciudad había sido devastado. La angustia inicial se elevó ante la incomunicación telefónica y el llamado frenético a varios amigos; era inútil. Entonces como opción, se empezó a colaborar en apoyo a los damnificados. ¿Recoger dinero? Difícil y motivo de suspicacias. Una vía: llevar agua hervida a los campamentos. Precaria, muy precaria ayuda, pero en  momentos vital.
    La ciudad se dividió: los del sur nos aventurábamos hasta la Colonia Roma y áreas aledañas. Los del Norte a una dolorosa área: Tlatelolco. Hasta que la preocupación creciente, me llevó a Salto del Agua, a contemplar edificios en que había prestado mis servicios, ahora empinados peligrosamente. Afortunadamente mi amigo Alfredo estaba vivo. Pero al recorrer la calle de Victoria sentí la derrota social más impresionante: obvio, sin tráfico alguno imperaba un silencio abrumador. Ominoso. La calle polvorienta y callada parecía escenario de una película de terror. Un grupo menor recuperaba fuerzas sentado en una esquina, sin percibir que integraban una figura estatuaria colectiva de terracota; bañada por un polvo fino. A la par, en un restaurante en que acudíamos un grupo de amigos, ahora con estructura similar a un gigantesco pastel derruído, en el mezanine un grupo comía y departía como si no hubiera sucedido algo. Al avanzar más, un ruido me recordó a un esmeril; en uno de los locales, un operario trabajaba con cotidiana, asombrosa, regularidad.     
    Llegar a San Juan de Letrán fue conmociónate: edificios en que vivieron amigos, se habían desplomado. El desastre era general y conmovedor el sufrimiento de las familias por el desamparo, sus desaparecidos y muertos. Conocer el resto, poco después, fue un rosario de impresiones inolvidables, como la solidaridad que emergió en el pueblo pobre. También las evidencias de la corrupción oficial que explica el desastre en el Centro Médico de Cuauhtémoc. Corrupción jamás castigada; impunidad definitiva a los criminales…conocidos.
Después, se desataron las opiniones y entre todas, destacó una: no más edificios de 10 pisos. El subsuelo de la ciudad no resistiría una sobrecarga, se dijo.  Con el tiempo se fue olvidando. Ahora se contemplan enormes torres por doquier, con creciente lujo, casi todas propiedad de empresas transnacionales o de plutócratas conocidos. Además se multiplican las vías elevadas que, deslumbrantes, significan un recarga multiplicada de concreto sobre el que se dijo era un subsuelo frágil, según algunos técnicos, inestable, decían otros, pero coincidían todos, fangoso, peligroso.
    Si avanzamos por las áreas del Estado de México, aledañas al Distrito Federal, las vías elevadas se continúan. Impresionantes, pero preocupantes.
    Pese a las seguridades que las autoridades actuales pretendan transmitir a la ciudadanía, me preguntó: ¿no aprendemos de las experiencias de Los Ángeles o de ciudades japonesas en que con la más avanzada técnica construyeron vías elevadas que, ante macrosismos se desplomaron con consecuencias nefastas en vidas humanas y daños económicos? ¿Acaso podemos garantizar que esas vías elevadas no se vendrán al suelo como castillos de naipes ante un macrosismo, similar al de 1985? ¿Serán más confiables los contratistas mexicanos que los japoneses o norteamericanos?Externadas estas dudas ante amigos, me reclamaron mi pesimismo, mis lúgubres augurios.Debo dejarlo claro: sería enfermizo invocar un desastre. Pero, su causa, un macrosismo es factible en una zona altamente sísmica como la del D.F., en que se ha revelado la intensidad que pueden alcanzar. El Valle de Anáhuac al que cantara Alfonso Reyes, ¿devendrá en escenario catastrófico en un futuro que ignoramos su proximidad? ¿Se está planeando un nuevo desastre?
rubenmv99@yahoo.com