• La Verdad del Sureste |
  • Viernes 05 de Diciembre de 2025

Los de abajo

Fracasó el montaje y la provocación en las manifestaciones del sábado
 

• La oposición partidista secuestró la marcha juvenil y el “bloque negro” del PRIAN les explotó en la cara
 

Publicado el:

Alejandro Hernández


La movilización del sábado a la que convocó la Generación Z no cumplió su cometido por una razón: la oposición y la derecha se apropiaron de esa marcha para provocar al gobierno federal a fin de que cayera en la tentación de responder con el uso de la fuerza pública, pues los integrantes del llamado bloque negro, el brazo violento del PRIAN, agredieron a policías y causaron destrozos, con el propósito de acusar a la presidenta Claudia Sheinbaum de ordenar reprimir a los “jóvenes” y exhibirla como autoritaria a nivel global.
 

La estrategia de la oposición cayó nuevamente, y de manera evidente, al menos en términos de sus objetivos declarados: generar una narrativa de represión estatal contra una movilización juvenil espontánea y masiva que erosionara la legitimidad del gobierno de Claudia Sheinbaum.
 

Lo que se vio el sábado 15 de noviembre en la Ciudad de México, y en menor medida en otras ciudades, fue una protesta que, aunque atrajo a miles de personas, alrededor de 17 mil en la capital de país, según estimaciones oficiales, no logró su impacto deseado por varios motivos.
 

La convocatoria se presentó como un movimiento orgánico de la "Generación Z", jóvenes nacidos entre 1997 y 2012, inspirado en protestas globales contra la inseguridad y la corrupción, con símbolos como la bandera de One Piece como emblema de rebeldía.
 

Sin embargo, la mayoría de los asistentes fueron adultos mayores de 30 años, vinculados a partidos de oposición como PAN, PRI y Movimiento Ciudadano, así como simpatizantes conservadores.
 

Informes del gobierno, basados en análisis de Infodemia, estiman que solo una minoría, menos del 10% eran jóvenes reales, lo que diluyó la narrativa de "juventud vs. el sistema". Figuras como el expresidente Vicente Fox, 78 años, y el empresario Ricardo Salinas Pliego, 74 años, dueño de TV Azteca y deudor fiscal, quien deberá pagar al fiscal más de 40 mil millones de pesos, fueron de los primeros en amplificarla en redes, lo que la hizo ver como una operación política en lugar de una protesta social.
 

El detonante inicial fue legítimo, el hartazgo por la inseguridad, exacerbado por el asesinato del alcalde de Uruapan, Carlos Manzo, el 1 de noviembre, pero la marcha derivó en disturbios gracias a la presencia del "bloque negro": un grupo encapuchado conocido por tácticas violentas en protestas, que usó martillos, piedras y herramientas para derribar vallas metálicas frente al Palacio Nacional.
 

Esto generó enfrentamientos con la policía, dejando un saldo de más de 100 policías lesionados, 20 civiles heridos y 20 detenidos. El gobierno y analistas independientes coinciden en que este grupo no era parte del núcleo juvenil, sino un elemento infiltrado para forzar una respuesta represiva y viralizarla internacionalmente.
 

La campaña posterior en redes, con bots y cuentas extranjeras, buscó pintar al Estado como represor de "jóvenes inocentes", pero falló porque las imágenes mostraban agresiones claras de los manifestantes, no una represión desmedida.
 

CUENTAS ANÓNIMAS, INTENTO GOLPISTA
 

El gobierno presentó evidencias de una "estrategia digital articulada" con unos 90 millones de pesos invertidos en bots, influencers y cuentas creadas ad hoc en TikTok y X. Esto incluyó apoyo de la oposición mexicana y redes internacionales de derecha, lo que deslegitimó la supuesta espontaneidad.
 

Antes del evento, Sheinbaum y la jefa de Gobierno de CDMX, Clara Brugada, advirtieron públicamente sobre esto, neutralizando el impacto mediático.
 

En redes sociales criticaron a la oposición por "montarse" en el movimiento, reconociendo que generaba desconfianza. Lo resumieron como "convocada por jóvenes sin jóvenes y bloque negro generador de violencia", reflejando el consenso en redes de que fue un montaje fallido.
 

Reforzaron su imagen de manipuladores desconectados de la juventud real, que, según encuestas y declaraciones de Sheinbaum, mayoritariamente apoya la "transformación".
 

La violencia no escaló a un "escándalo internacional" como en marchas pasadas, y el saldo blanco en la mayoría de las más de 30 ciudades del país limitó el eco. En redes sociales la marcha fue de burla: "fracaso de chavorucos" o "revolución de color fallida".
 

Esta no fue una "revolución Z" como en Nepal o Perú, sino un intento reciclado de la oposición por secuestrar un estatus legítimo, que terminó exponiendo sus grietas: falta de conexión con la base joven y dependencia de la provocación. Si repiten esto en elecciones como las de 2027 solo acelerarán su irrelevancia. Como dijo la presidenta Claudia Sheinbaum: "En México se rechaza la violencia".