Durante el período porfirista, podemos decir que hubo avances económicos importantes, sin embargo tenemos que objetar ¿a qué precio para la población? ¿Era necesario todo el caudal nocivo hasta la fatalidad, que se provocó?
A estas alturas vale la pena reflexionar: ¿Estamos donde quisiéramos? ¿Por qué? ¿Qué diría cada uno de los próceres de nuestra historia, sobre la situación actual del país?
Resulta obligado preguntarnos ¿Cómo vamos en valores nacionales, tales como justicia, equidad, democracia, bienestar y tranquilidad social, educación pública, independencia real, competitividad internacional, avance científico y tecnológico, cultura popular? ¿En qué vamos mal o debiéramos ir mucho mejor? De continuar como vamos, ¿cómo estaremos en un futuro más cercano que el próximo centenario? Resulta increíble que uno de los mensajes oficiales aluda a que ‘las cosas van a cambiar’, lo que revela un reconocimiento tácito de lo mal que vamos. Aún así, omiten decir para cuando –quizá estén pensando en próximos sexenios.
Sobre los llamados festejos septembrinos, ¿sirvieron para exaltar los verdaderos valores sociales? ¿Hubo una verdadera discusión y difusión sobre la problemática actual, los saldos de estos dos siglos y sobre nuestro futuro? ¿Se le entregó algo socialmente valioso al pueblo, como sí se le entregó la fibra óptica a unos cuantos forajidos de los negocios? ¿Estuvieron presentes los pensamientos y causas de Hidalgo, Morelos, Juárez, Madero, Zapata, Villa, Cárdenas y muchos valiosos mexicanos más? ¿Qué hubieran comentado aquellos, sobre las luces pirotécnicas de artificio? ¿Trajimos a pensadores contemporáneos (Nelson Mandela, por ejemplo)? ¿Trajimos a artistas internacionales valiosos y comprometidos con causas sociales? ¿Realizamos jornadas científicas de un nivel relevante? ¿Aprovechamos la ocasión para reafirmar lazos amistosos con pueblos amigos?
Vale la pena cuestionarnos ¿por qué no nos acompañaron mandatarios de pueblos amigos y vecinos?
Bueno, seamos optimistas y esperemos que los mexicanos que vivan en el Tricentenario, gozarán de lo que nosotros no hemos sabido aprovechar. Mientras tanto, que la inundación no cebe sus estragos sobre usted, y que disfrute la primera semana de este tercer siglo de independencia. Y no se olvide de sonreír. Hasta la próxima.
