Los tabasqueños han acaparado las noticias en tiempos recientes en el terreno de la política, la belleza y el balompié. En este último tema, sobresalen las glorias contabilizadas por el futbolista cardenense Jesús Daniel Gallardo Vasconcelos, al coronarse por segunda vez consecutiva con su equipo de la Liga MX, los Choriceros de Toluca.
El palmarés de Jesús Gallardo, como mejor se le conoce, es superior actualmente al del también tabasqueño Diego Lainez Leyva en ciertos rubros. Aunque este último, después de jugar con el América mexicano, emigró al torneo español, donde se coronó en la "Copa del Rey", y posteriormente jugó en Portugal antes de ser repatriado.
Lainez se colgó la medalla de bronce en los Juegos Olímpicos de Tokio, pero Gallardo, con el bicampeonato, una hazaña que el primero no tiene, sumó su tercer cetro en la Liga MX, mientras que su antagonista se quedó en un par.
Ambos han logrado campeonatos regionales e internacionales con la selección mayor y acarician la posibilidad de jugar la Copa del Mundo (México, EE. UU. y Canadá). La proeza de un bicampeonato requiere que se unifiquen varios factores, desde ganar con su equipo el primer título hasta repetir en la plantilla para el siguiente certamen si se corona o se va al club ganador inmediato del torneo. Todavía falta saber si el jugador cardenense ganará otro laurel en el cercano certamen.
Independientemente de la rivalidad deportiva entre estos tabasqueños, que engrandecen al fútbol local ante los ojos de la afición nacional e internacional, es de reconocer la sencillez y humildad de Jesús Gallardo al jugar recientemente una "cascarita" en su tierra natal, porque un jugador de su categoría arriesga mucho.
Desde la aparición del primer tabasqueño en el máximo circuito del balompié mexicano, son contados los jugadores locales que han alcanzado esa proeza. De esos pocos, Jesús Gallardo tiene todavía un amplio camino por recorrer y continuar con una historia personal más brillante, siempre que una lesión no se lo impida. El poder es el poder
