El libro (la mengambrea) de Pedro Jiménez León, presentado el lunes pasado, juntó nuevamente a algunos autores del violento desalojo del 19 de enero de 1995. Se juntaron al cumplirse 30 años de cometida esa afrenta a la democracia, como si lo que hicieron fuera algo digno de recordar y aplaudir.
Uno de ellos, Nicolás Haddad López, con ese aire de grandeza intelectual que presume tener, pero no es más que un merolico de feria pueblerina, se paseó como si se tratara de una figura reconocida de la política cuando no es más que un apantalla bobos, que nunca destacó en la política local, un político gris, hoy venido a menos.
Cuando lo escucha o lee lo que publica uno se pregunta si un personaje puede ser profesor universitario, y demás de la especialidad de derecho constitucional. Un individuo sin ética y patético. Triste herencia para sus hipotéticos alumnos y para su descendencia. La historia y el tiempo juzgarán.
Este personaje está ávido de reflectores y quiere llamar la atención, pero el desprestigio que lleva a cuestas como un pesado fardo, no permite que nadie lo tome en serio a pesar de que se autodefina como un científico social. Lo suyo es la charlatanería.
NO LLEGA NI A ACHIRICA
Vamos recordar algunos pasajes de la historia de esta académico locuaz de la UJAT. Pobres alumnos, qué culpa tienen de padecerlo como maestro. Hay quienes lo motejaron de vicealmirante Achirica, en referencia a aquel pintoresco individuo tabasqueño, pero el subteniente Lacho Jadad está muy por debajo de quien por lo menos era simpático.
El día de la toma de Telereportaje, 18 de enero de 1995, por una horda furiosa de políticos y empresarios madracistas, en franca rebeldía contra el presidente Zedillo por pretender forzar a Madrazo a dejar la gubernatura por el escandaloso fraude electoral, Haddad López fue uno de los que llevó la voz cantante. Fue de los más belicosos.
En los micrófonos de ese medio fundado por Don Jesús Sibilla y para justificar esa acción ilegal y autoritaria, dijo: “el voto de los tabasqueños no se negocia a espaldas del pueblo”. El día del desalojo violento de Plaza de Armas, estuvo arengando, incitando a la violencia a los pandilleros que el PRI contrató para abrirle el camino a Madrazo a Palacio de Gobierno.
Esa cobarde acción nunca se va a olvidar. Es un estigma imborrable en la biografía de Haddad López. Cuando Madrazo asumió el poder, para desgracia de los tabasqueños, inició un régimen de corrupción y autoritarismo, se olvidó de quienes lo “ayudaron” a mantenerse en el cargo a sangre y fuego y se fue deshaciendo de ellos, como buen traicionero que es. Además que eran “políticos” de usar y tirar, tipo kleenex.
Uno de ellos fue precisamente Haddad López a quien hizo a un lado de la dirigencia estatal del PRI para imponer a otro incondicional que le sirviera mejor que él: Manuel Andrade Díaz. Ninguneado y vejado políticamente, cinco años después del 19 de enero, renunció al PRI.
UNA SOPA DEL MISMO CHOCOLATE
Muy a su estilo, escribió una carta renuncia para exponer las razones por las cuales dejaba su militancia en el PRI. Acusó “indiferencia” y “arrogancia” de los dirigentes de ese partido y por su abandono a “las causas sociales”.
En septiembre de 2000, Haddad López vivió en carne propia la actitud arrogante y represiva de Madrazo. El 25 de ese mes, fue detenido en una cafetería de Cinépolis por un supuesto fraude de 15 mil pesos al dueño de “El Borrego Chino”.
En ese tiempo, La Verdad del Sureste, dio cuenta de ese hecho noticioso. “El ex priista acusó una venganza política orquestada por el mandatario. ´Esta es la forma en que Roberto Madrazo Pintado me paga por haberlo llevado a Palacio de Gobierno´, gritaba Haddad mientras era trasladado por los judiciales tras su arresto. Luego salió libre y en el 2000 fue abanderado a la gubernatura por el PVEM. Hoy ya está de regreso en el viejo partido (PRI).”
Otro pasaje vergonzoso de este político de medio pelo, fue cuando pretendió justificar el descomunal gasto de Madrazo en su campaña a la gubernatura. Era un escándalo nacional las cajas de la ignominia, que documentaban que se había gastado 72 millones de dólares en las elecciones de 1994, cuando el tope era de tres millones de pesos.
Todavía era dirigente estatal del PRI cuando salió a leer un comunicado para tratar de descreditar la documentación exhibida por Andrés Manuel López Obrador en el zócalo de la Ciudad de México.
En presencia de Pedro Jiménez León, líder del Congreso en aquel tiempo, Haddad López acusó a López Obrador de haber exhibido “documentación falsificada” y aseveró que la elección del 20 de noviembre de 1994 “era cosa juzgada y que el partido, con la verdad en la mano”, continuaría defendiendo el “legítimo y transparente” triunfo de Roberto Madrazo”, según publicó Proceso.
Dijo que era “absurdo y absolutamente falso” que el PRI hubiese gastado 237 millones de pesos; los gastos de campaña para gobernador, diputados y alcaldes, fueron entregados “en tiempo y forma a las autoridades competentes”.
Sostuvo: “Una vez más la obsesión de poder de Andrés Manuel López Obrador lo lleva a no reparar en los medios que es capaz de utilizar para desacreditar a Tabasco e impedir la convivencia civilizada. Hoy se vale, de nueva cuenta, de la falsificación y de la mentira, esa es su costumbre, su estilo de hacer denuncias”.
Quiso justificar lo injustificable con mentiras y falsedades. Ese día que leyó el posicionamiento, según narró la prensa nacional, la voz se le quebró y era presa de un nerviosismo. Salió huyendo al terminar de leer las tres cuartillas que le dijeron que leyera. Es un tipo sin dignidad ni principios.
Desde hace un tiempo a la fecha, este personaje se ha dedicado a despotricar contra López Obrador en sus redes sociales. Afortunadamente, lo que él dice carece de relevancia, sólo refleja su resentimiento. Es un político de poca monta.
Termino este texto para recordarle a Pedro Jiménez lo que declaró a Proceso acerca de Madrazo, a ese que tanto defendió y que terminó traicionándolo como a muchos otros, cuando le dio la puñalada por la espalda, luego de haberlo ayudado a mantenerse en la gubernatura: “La vocación de Roberto es la traición”.
Fue uno de entre los afectados por las decisiones tomadas por Madrazo para alcanzar sus ambiciones políticas.