La evaluación de la consultoría Atrevia, presentada en un medio chileno como Meganoticias, posiciona a Claudia Sheinbaum con un 61% de aprobación, lo que la convierte en la presidenta mejor evaluada de América Latina, por encima de figuras como el peruano José Jerí (51%) o el brasileño Luiz Inácio Lula da Silva (49%).
Esta cifra, aunque sólida en el contexto regional, es más conservadora que las encuestas locales en México, donde sondeos de firmas como TResearch (78%) o Enkoll (74%) muestran un respaldo aún mayor al cierre de 2025.
Sin embargo, contrasta con mediciones internacionales como la de Morning Consult, que registra solo un 45% de aprobación para Sheinbaum en un seguimiento global de diciembre 2025, destacando una opinión pública dividida con 49% de desaprobación.
El hecho de que una consultoría con presencia en Latinoamérica como Atrevia —aunque de origen español y difundida en Chile— coincide en términos generales con las encuestas mexicanas, al confirmar un alto nivel de aprobación y su liderazgo regional, sugiere una robustez en la percepción positiva de su gestión inicial, más allá de posibles sesgos locales.
Esto podría indicar que su popularidad no es solo un producto de la maquinaria mediática o política interna de México, sino que resiste el escrutinio externo, agregando legitimidad a su mandato en un continente plagado de inestabilidad.
Las discrepancias numéricas, 61% vs. 70 y 80% en sondeos nacionales, podrían deberse a diferencias metodológicas —como muestras más amplias o enfoques demoscópicos en Atrevia, sin detalles públicos sobre tamaño de muestra o fechas exactas de campo— o a que las encuestas locales tienden a ser más optimistas.
La presidenta Sheinbaum ha logrado consolidar una imagen positiva en el ámbito internacional durante su primer año de mandato, lo que se refleja en rankings globales y análisis de grupos de expertos.
Esto se debe principalmente a una combinación de factores históricos, económicos, diplomáticos y de liderazgo personal, que la posicionan no solo como una figura influyente en América Latina, sino como una de las líderes más poderosas del mundo.
En primer lugar, su papel histórico como la primera mujer presidenta de México y de Norteamérica ha generado un simbolismo poderoso, atrayendo atención y elogios internacionales por promover la igualdad de género y una "era de las mujeres".
Organizaciones como el Wilson Center destacan cómo esto le permite impulsar cambios en equidad de género y una política exterior feminista, lo que resuena en foros globales y eleva su perfil.
Esto se suma a su bagaje como científica, lo que añade credibilidad en temas ambientales y de desarrollo sostenible.
En segundo lugar, el peso económico de México bajo su liderazgo juega un papel crucial. Como presidenta de la 12ª economía más grande del mundo, Sheinbaum se beneficia del "nearshoring" —el traslado de cadenas de suministro desde Asia a Norteamérica—, posicionándose a México como un centro importante en la transformación manufacturera regional.
Su visión en el "Plan México", presentado en enero de 2025, con 13 objetivos para el crecimiento sostenible y la reducción de la pobreza, ha sido bien recibida internacionalmente, reforzando la percepción de estabilidad y progreso.
Analistas del CSIS señalan que su dominio político la convierte en una de las líderes femeninas más poderosas globalmente.
Tercero, su manejo diplomático, especialmente en las relaciones con Estados Unidos, ha contribuido a esta imagen. Frente a las presiones de Donald Trump, Sheinbaum ha respondido con calma y firmeza, defendiendo los derechos de los mexicanos en temas migratorios y comerciales, como se vio en su visita a Washington a principios de diciembre.
