• La Verdad del Sureste |
  • Martes 02 de Diciembre de 2025

Los de abajo

Más pronto cae un hablador; un saltarín de la grilla
 

Evaristo Hernández Cruz reniega de Morena y se convierte en el nuevo ariete del PVEM sucio

Publicado el:

Alejandro Hernández


Evaristo Hernández Cruz fue a un programa de radio a despotricar en contra de Morena y de sus gobernantes. Se puso en su papel de víctima, de mártir y a erigirse como el salvador de la patria chica, Tabasco.
 

Un día después de su arribo al PVEM, renegó de sus propias palabras: que la incorporación al Verde no era un acto de traición, que no era una ruptura “para dañar” ni una “guerra violenta”, sino “propositiva, pacífica y decidida por Tabasco”.
 

Pero más pronto cae un hablador que un cojo, como dice el dicho popular. Le abrieron los micrófonos precisamente para que echara pestes y lanzara ataques a la presidenta y al gobernador, como si uno no adivinara que esas puyas forman parte de la estrategia mediática seguida por un medio que se entregó incondicionalmente a un grupo político sumamente cuestionado por la corrupción y sus relaciones con el crimen organizado.
 

Hernández Cruz llegó al programa noticioso con el hacha desenfundada para no dejar, como se dice, títere con cabeza. Hablar mal del partido que lo hizo alcalde de Centro en 2018, ayuntamiento al que saqueó y dejó endeudado; y si no, que le pregunten a la actual alcaldesa lo que tuvo que hacer para sanear las finanzas públicas.
 

Y claro, como aspira a ser nuevamente alcalde, lanza acusación sin sustento, como si fuera el dueño de la verdad absoluta. Acusa que el gobierno de Javier May está “impulsando” las aspiraciones políticas de Jorge Bracamonte Hernández, el líder del Congreso, y las de Daniel Casasús Ruz, titular de la SOTOP, para que alguno de los dos sea el candidato de Morena a la alcaldía de Centro.
 

Según Evaristo Hernández —mitómano como el gordo Andrade y falso como Roberto Madrazo—, a él lo renunciaron por “trabajar mucho” y eso despertaba “celos” del gobernador Javier May, y por eso se tuvo que ir.
 

Revela que, una vez que ganó Javier May la gubernatura, no le dieron la secretaría (Educación) que le habían “prometido” y que “me había ganado con trabajo”; aun así, aceptó ser director del Colegio de Bachilleres y a los ocho meses “me piden la renuncia sin razón” a él y a toda su gente “de manera grosera”.
 

A partir de ahí, dice, ya no lo invitaron a ninguna actividad partidista en Morena. Esa fue la “peor perrada” que le hicieron en el partido gobernante, según Evaristo, azuzado por el entrevistador que no oculta su animadversión hacia quien detenta actualmente el poder por no rendirle pleitesía ni darle las exclusivas del gobierno a las que estaba acostumbrado.
 

VERDADERA PERRADA LA DE EVA
 

Dice lo que el entrevistador quiere escuchar para su propio regocijo: “está haciendo algo que no es lo correcto para Tabasco” y por eso es uno de “los peores gobernadores evaluados”.
 

Obviamente se refiere a las encuestas patito o amañadas y mandadas hacer por sus adversarios políticos.
 

Dice también que no coincide con el expresidente Andrés Manuel López Obrador cuando “descalifica a la oposición por criticar al gobierno federal”. La pregunta fue malintencionada para provocar esa respuesta, como aquella entrevista en que se portaron muy groseros con la entonces precandidata presidencial y a la que atacaron precisamente con una encuesta patito para asegurar que su gallo ya la había rebasado por la izquierda.
 

Se ve muy clara la intencionalidad política de esa entrevista: forzar un rompimiento entre el PVEM y Morena para arrinconar al grupo político actualmente en el poder. Una entrevista a modo para que Evaristo Hernández despotricara contra el gobernador y complicara los acuerdos políticos con sus aliados.
 

El exalcalde de Centro no es ejemplo de honestidad ni de congruencia, sino todo lo contrario: un vulgar ambicioso de poder, corrupto y desleal. Nunca debió haber sido incorporado a Morena, ni él ni toda la ranfla de corruptos que llegaron al partido gobernante de la mano de Adán Augusto López Hernández.
 

El PVEM no es un partido confiable; nunca lo ha sido. Lo ha demostrado a través del tiempo. Sus dirigentes son de la misma catadura que Evaristo. En 2016 se prestaron al juego sucio de Adán Augusto contra Octavio Romero; lo vuelve a hacer ahora con Evaristo para torpedear desde el interior de la alianza al gobernador.
 

La diatriba contra el mandatario no puede pasarse por alto. Es tiempo de que Morena se sacuda esos lastres que, lejos de ayudar al movimiento, obstaculizan y son enemigos embozados.