De manera recurrente, la prensa nacional nos sorprende con nuevas relevaciones sobre el régimen de terror que se vivió en Tabasco con Hernán Bermúdez Requena. Milenio, Reforma, El Universal y Proceso, principalmente, han publicado hechos escandalosos sobre los crímenes y corrupción atribuibles a Hernán Bermúdez Requena, exsecretario de Seguridad y Protección Ciudadana, y al mismo tiempo, según las autoridades, presunto jefe del grupo criminal “La Barredora”.
Uno se pregunta qué causa más indignación a los ciudadanos que a este personaje se le haya permitido actuar con toda impunidad, poniendo en riesgo la vida de los tabasqueños en aras de hacer sentir su poder sobre otros grupos criminales rivales, o que el exgobernador Adán Augusto López Hernández siga insistiendo que no sabía lo que hacía su hombre de todas sus confianzas y que se llene la boca diciendo que, a pesar de todo, dio resultados.
Por las revelaciones periodísticas ahora sabemos cuáles son esos resultados: manipular las cifras sobre incidencia delictiva, en especial, los homicidios dolosos. La instrucción del llamado “Comandante H” era tirar los cadáveres de las personas que ordenaba asesinar, porque eran de grupos contrarios o porque les estorbaban o sabían de sus actividades ilícitas, a entidades vecinas como Chiapas.
El cinismo de López Hernández al lavarse las manos y fingir ignorancia causa molestia. Es como ver a un capitán que dice "no vi el iceberg" mientras el barco se hunde, y encima presume que el tipo que lo estrelló "dio resultados".
Bermúdez Requena, alias "El Abuelo”, no era un simple funcionario torcido; era el secretario de Seguridad y Protección Ciudadana de Tabasco durante el gobierno de Adán Augusto (2019-2021), y al mismo tiempo, según informes de inteligencia de la Sedena filtrados en los Guacamaya Leaks y confirmados por investigaciones recientes, lideraba "La Barredora", una célula local del Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG).
Bajo su mando, el grupo se dedicaba a un catálogo completo de horrores: secuestros exprés, extorsiones a empresarios, incluyendo "cobro de piso" y obligar a vender huachicol, robo de combustible en ductos de Pemex, tráfico de drogas, acopio y tráfico de armas, y homicidios selectivos contra rivales o "estorbos".
Documentos de la Sedena revelan que Bermúdez daba órdenes directas para ejecuciones, y para no inflar las estadísticas criminales de Tabasco, mandaba a tirar los cuerpos en estados limítrofes como Chiapas o Veracruz.
Un jefe policiaco usando su posición para mapear exconvictos y reclutarlos, autorizando "licencias" para delinquir y coordinando con el CJNG desde Veracruz hasta Guatemala. Fue detenido el 12 de septiembre en Paraguay, donde intentaba montar otra red, y ya está vinculado a un proceso por asociación delictuosa, secuestro agravado y extorsión, con penas que podrían sumar más de 100 años de prisión.
Periódicos como El Universal, Reforma e Infobae han cubierto esto exhaustivamente, con detalles que pintan un panorama de corrupción sistémica.
CONTRA LAS ADVERTENCIAS
Adán Augusto, actual senador y exaspirante presidencial lo nombró personalmente en diciembre de 2019, a pesar de que consultores en seguridad le habían advertido desde antes de su elección sobre los nexos criminales de Bermúdez, lo tenían como "persona de interés" en bases de datos federales.
Durante su gubernatura, la violencia en Tabasco escaló con balaceras, motines y narcomantas que hasta lo señalaban directamente a él. Bermúdez renunció en enero de 2024, en medio de una ola de caos, pero Adán Augusto, y luego Carlos Manuel Merino Campos, lo mantuvo pese a los reportes de inteligencia que lo ubicaban como cabecilla de La Barredora desde 2021.
En entrevistas y declaraciones recientes, insiste en que "no sospechó nada", que "si hubiera sabido, lo habría separado de inmediato", y que, de ser gobernador hoy, no lo nombraría... aunque "dio resultados" en seguridad
¿Qué resultados, si el estado se convirtió en un feudo del CJNG?
Incluso, en septiembre de 2025, tras la captura, reapareció López Hernández en redes presumiendo gráficos de "reducción de delitos" durante su gestión.
Organismos como el Comité de Derechos Humanos de Tabasco le exigen explicaciones, y hay solicitudes de juicio político en su contra por presuntos nexos, pero él se limita a decir "estoy a la orden de cualquier autoridad".
Los crímenes de Bermúdez son monstruosos: secuestros, extorsiones, huachicol que envenena comunidades, y esos asesinatos fríos con cuerpos "exportados" para maquillar cifras, pero son el producto directo de un sistema que un gobernador como él permitió florecer.
Usar un cargo público para eso ya es atroz, pero pretender decir que no se enteró, cuando había advertencias, filtraciones y una "amistad" documentada, reuniones en mansiones, favores notariales a empresas de la familia Bermúdez, es el colmo de la impunidad.
Es el político que se beneficia del caos que genera, y luego lo vende como "éxito". Si Bermúdez es el verdugo, Adán Augusto es el que le afiló el cuchillo y le dio el mapa. Eso no solo indigna, sino causa repulsión.
Adán Augusto, con su "no sabía nada" insulta la inteligencia de todos, cuando hay pruebas de que fue advertido y aun así lo mantuvo en el cargo. Esas vidas perdidas o destrozadas no son solo números; son familias, comunidades enteras que pagaron el precio de esa corrupción.